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“Disfrutemos que es lo que nos distingue”, arenga desde el megáfono una voz trans. Se nota que mientras habla, baila y marcha a la vez. Atrás de su cuerpo feliz, cuadras y cuadras de otros tantos cuerpos igual de felices, brillosos de tanto calor y bailarines acompañaban la arenga. Disfrutaban, que es lo que distingue a la más maravillosa movilización – la del Orgullo – sea en el territorio que sea. Esta vez, y por vez número 12, era el turno de Santiago del Estero. Y eran miles en la calle reivindicando sus elecciones, sus sexualidades, sus identidades y el deseo de una sociedad más libre y menos hipócrita. Esos mismos miles fueron los y las que también pidieron, como en cada rincón del país, que cesen los crímenes de odio y el recorte en salud; la real implementación de la Ley de Educación Sexual Integral; aborto legal, seguro y gratuito; entre otros. Además, se incluyó como principal reclamo y bandera el pedido de Justicia por Gisela Corvalán, una chica trans santiagueña que falleció el miércoles 13 de noviembre luego de haber recibido 9 puñaladas en su casa y haber estado tres meses hospitalizada.

Foto: Marisa Nera

La 12º Marcha del Orgullo de Santiago del Estero arrancó pasadas las 20 del sábado 16 de noviembre y unió la plaza Árabe con la plaza del Maestro, unas 17 cuadras en total. Tal como el lugar demandaba, el sol ya no iluminaba las calles santiagueñas. El calor, sin embargo, se sintió. Y como en las tardes de octubre rosarinas – las que son escenario de la Marcha local- , todos, todas y todes terminaron igual de transpirados, buscando un trago fresco en cada quiosco o puesto al paso. De principio a fin de la movilización, los más fueron los y las jóvenes y adolescentes santiagueños. Se le sumaron las lesbianas, las tortas, los putos, las indígenas, las campesinas, las travestis y trans, los varones trans, las familias diversas y las familias tradicionales que buscan romper sus esquemas, entre tantas identidades que segura pero involuntariamente quedan afuera de esta enumeración y crónica.

Foto: Marisa Nera
Foto: Marisa Nera

La Marcha atravesó gran parte de la ciudad. Pasó por iglesias evangélicas y católicas, por centros comerciales, plazas y avenidas. Pasó por la mirada de muchas personas que se les notaba la faltaba de simpatía con la movilización, pero no hubo más que eso. No hubo tensiones y sobraron muestras de afecto. Vecinos y vecinas filmando, asomados, bailando, una señora en la parada de colectivo que extendió su mano y chocó los cinco con una trans; una mamá que acompañó agitando la bandera del orgullo y empujando el cochecito de su bebé cual trencito de casamiento. Durante su paso por la plaza Libertad – la principal de la ciudad -, se leyó el documento y se leyeron adhesiones. Eran cerca de las 21 en Santiago y todos los locales estaban abiertos. De esa forma, las voces y los reclamos de la diversidad local se amplificaron y llegaron a quienes querían o no escuchar.

Foto: Marisa Nera
Foto: Marisa Nera
Foto: Marisa Nera

Sea donde sea, y sea cuando sea, hay algunas características que distinguen a las Marchas del Orgullo y las unifican. La principal, probablemente, sea la de una sonrisa que revela la alegría de que al fin haya llegado esa fecha, un aura mezcla de libertad y orgullo que envuelve a cada una de las participantes – y los – que esperaron con ansiedad la jornada que las saca, aunque sea por unas horas, de todos los clósets. Pero también está la política. Y esas banderas también son transversales en distintos lugares del país. La primera y principal es que cesen los travesticidios y transfemicidios. Se le suman el pedido de cese de la violencia institucional, la aplicación de la ESI, el repudio a los recortes en salud, la despatologización de infancias trans, los reclamos de Justicia por los cientos de crímenes de odio y de absolución por persecución a lesbianas, trans, gays, bisexuales, no binaries. Y un objetivo común en cada columna, en cada marcha: al neoliberalismo no volvemos nunca más.

Foto: Marisa Nera

Pese a las similitudes, Santiago del Estero no es Capital Federal, ni Rosario, ni Córdoba. Y si googleás “Marcha del Orgullo en Santiago 2019”, las primeras opciones te llevan a conocer qué sucedió en Santiago de Chile. Para esta marcha, histórica y multitudinaria, no hubo publicidades emotivas de grandes marcas ni se la confundió a nivel nacional con el Día del Orgullo (28 de junio). Sin embargo, el haberse realizado luego del Foro Feminista Popular y Latinoamericano, permitió que la movilización trascienda los límites del país profundo – como más de una vez mencionó la referente trans Luisa Paz – y se reconozca Santiago del Estero como una ciudad diversa, en movimiento, en transformación y sobre todo en lucha.

Foto: Marisa Nera
Foto: Marisa Nera
Foto: Marisa Nera

Justicia por Gisela

Si un cartel sobresale en todas las fotos y registros que hay de la jornada, es uno simple, de letras negras, prolijas, sobre un cartón. “Justicia por Gisela”, se lee. Gisela es Gisela Corvalán, una mujer trans de 47 años que el miércoles pasado falleció en el Hospital Ramón Carrillo de Santiago del Estero engrosando la vergonzosa lista de travesticidios y transfemicidios del país.

El 19 de agosto de este año, Gisela estaba en su casa de Los Miranda – una localidad santiagueña que no llega a los 100 habitantes – cuando tres personas entraron a su casa y le quisieron robar. Se llevaron una mochila y la apuñalaron 9 veces en el abdomen. La mujer trans, que trabajaba cuidando enfermos y personas mayores, pasó 12 horas esperando que la atiendan. Luego estuvo tres meses internada en el Hospital Regional de la capital provincial, donde murió unos días antes de la Marcha del Orgullo. El chico que la apuñaló está detenido, imputado por “lesiones graves” . Tras el fallecimiento de Gisela, la causa cambiará de caratula.

 

 

 

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