Yo no sé, no. Pedro se acordaba que una vez los pibes de la cuadra (que en realidad eran dos: el Josecito y su hermana Gracielita) tiraron unos cajones de frutas sin querer de Don Ángel, el verdulero, y los retaron feo. Y doña Pirina le dijo a Pedro: ¡Y vos no te hagas el santito! En primer grado, también, una vez la seño le dijo lo mismo cuando tuvo que representar al lobo en ese cuentito de los indiecitos y el lobo. Igual, que lo tomen por santito no le caía mal, después de todo, por imposición de la abuela, se llamaba Pedro. Como todos sus tíos, que tenían nombres de Santos Apóstoles.

En la tele aparecía Simon Templar, como El Santo, y Pelé era figura en Brasil, en el mundo y en el Santos. El Santo Padre era Juan XXIII y por ahí nacía la Iglesia del Tercer Mundo.

Los pibes del fondo le ponían El Santo a su equipo pero muchas veces terminaban a las piñas. Mientras tanto, Pedro ponía cara de santito tipo Simon Templar cuando veía a la del séptimo A.

Un tal Santos, que andaría por los 3 años, 20 años más tarde sería campeón mundial: Santos Benigno Laciar, y en los 70 el cine nacional arrancaba con El Santo de la Espada, en la que actuaba el gran Hugo Arana.

Pedro se acuerda que militando en la UES, más de una reunión la hicieron en las aulas del San José y entraban de a dos y poniendo cara de santitos. Al final, si no éramos tan creyentes no era para colgarnos un San Benito. Algunos salesianos copados, y compañeros, nos decían: “Queremos lo que quiere el hijo del barba de arriba, pero aquí y lo antes posible”.

En esa época también se hacía popular la canción Los Santos vienen marchando y detrás de la cordillera ardía Santiago, con el fuego de los miserables asesinos como Pinochet.

Esta semana, por estos lados se recordó (los que creen) el Día de los Santos, y Pedro me dice: “Mirá, hay que creer en los santitos más que en los santos. Los santitos son más populares que los santos oficiales y más de un agnóstico tiene la estampita del Gauchito Gil, Pancho Sierra o la Difunta Correa. Y más cuando los miserables medios del establishment, a Cristina, cuando ella convoca a la unión nacional, dicen que se hace la santita. Esos que tragan santos y cagan diablos y que de sus cómodos caserones de San Ignacio (Uruguay) vacacionan muchas veces con dinero mal habido, despotrican contra los gobiernos populares y hasta son antivacunas. Pero habría que informarles que, ya sea la de la tierra de Roger Moore (El Santo) como la rusa, que capaz salga de San Petersburgo, ¡nos las vamos a aplicar!

Pedro, mientras pasa por la granja y mira el precio de un Santa Julia y relojea la tele que transmite el conteo de los votos en EEUU, me dice: “Más allá del resultado, algun dia la monada de allá ganará las calles cantando los santos vienen marchando, pero no como una canción fúnebre, como hasta ahora, sino de fiesta, porque se habrán liberado. Y quién te dice, en unas de esas, si la monada de estos lados también gana las calles, con nuestros demonios y santitos a cuestas, pero derrotando al infierno de los miserables, este mundo va a ser más vivible”. A Pedro lo convence el precio del Santa Julia y lo compra. Y poniendo cara de santito, me dice: “Y, bueno, alguna santa tenemos que tener”.

Fuente: El Eslabón

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