Yo no sé, no. Pedro se acordaba que la primera vez que estuvo frente a un arco de cancha de 11, le parecía imposible que alguien pudiera errar un penal. Era el arco que estaba más cerca de Valparaíso y Pellegrini, a metros de su tía Conce, la misma que lo llenaba de mimos y a la que le parecía imposible que Pedro no hubiera salido de Ñuls (era muy lepra la tía Conce).

1961. En el Racing campeón jugaba un wing que, según los relatores, era imposible pararlo, su nombre: Orestes Corbatta. En enero de ese año asumía J.F. Kennedy como presidente de EEUU y parecía que el sueño de grandeza de ese país era imposible de parar. En diciembre, Pedro conocería el mar y se hacía realidad algo que parecía un imposible: ver los submarinos de cerca, que hasta ahí sólo había visto en los dibujos de las revistas tipo El Toni o D’artagnan. Con casi 8 años, Pedro cumplía otro sueño que parecía imposible: ir solo a la escuela, esta vez a la de Acindar, bordeando la inmensa montaña de hojas que, a veces, parecía imposible encontrarle un final. Y en EEUU, lo que parecía imposible, ocurría: un magnicidio, mataban a JFK.

1961. La piba de Acindar se mudaba y ya seguir viéndola era para Pedro un imposible. Era un año de cosas imposibles de imaginar: la llegada a la luna, las revueltas políticas y sociales, la línea de cuatro en el fondo de Central que se repetía por segundo año, González, Mesiano, Pascuttini, Sesana. Pedro pensaba que de mantener esa línea sería imposible que le llegaran seguido. El campeón del Metropolitano fue Chacarita y pasó algo que parecía imposible: nos cayó simpático ese Chacarita.

Con los años sucedieron algunos imposibles más, como el regreso del General.

El abrazar sueños que parecían imposibles. Que nos derrotaran feo, y también algunas ganadas, como la ley de divorcio, el matrimonio igualitario, los cupos para que haya paridad de género y hasta el derecho de la mujer sobre sus cuerpos.

Con Pedro vemos la llegada de las primeras vacunas a un pueblito que en el zócalo de la tele no logramos leer cuál es, y también vemos que tanto en diputados como en el Senado, y más en este último, se votó lo que parecía imposible.

Pedro me dice: “La verdad que después de un año que parecía que nos partía en mil pedazos, que vaya terminando con estas movidas, qué se yo, me da que si la defensa anduvo, no se toca. Y con algunos retoques en el equipo podemos (o podrán) dentro de poco, hacer realidad lo imposible.

 

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