En el oeste rosarino, residentes bolivianos le pusieron fin a una nueva edición del certamen que nuclea a casi 200 jugadores y a una gran cantidad de público. El aroma de comidas típicas y la música tradicional le aportan más color a la jornada futbolera.

Con 37° de sensación térmica a la sombra, cientos de bolivianos y bolivianas rodean –desde el mediodía dominguero y hasta la tardecita– la canchita de fútbol de la ex quinta Luciani (de Cerro Catedral y Barra), donde pibes disputan el partido correspondiente a la final del campeonato Unidos por el Fútbol, que organizan residentes bolivianos en Rosario. Más tarde, y también al rayo del sol, será el turno de las mujeres y de la categoría Seniors, con sus achaques a cuestas pero dejando todo. El último encuentro de la jornada está reservado a la gran final. El destino quiso que la jueguen Bolívar y The Strongest, el clásico.

Quienes en la semana hacen los edificios que habitarán rosarinos y rosarinas, la ropa que vestirán y las quintas de las que se alimentarán, el domingo 19 de diciembre definieron su torneo, que se disputa tres veces al año.

Del trabajo a la cancha

Martín Mamani tiene el corazón celeste del Bolívar, el equipo más popular de Bolivia. En Rosario es de Central, aunque también fue de San Lorenzo cuando vivió en el Bajo Flores durante su primera etapa como trabajador textil en el país. Además de ser el organizador de este evento que combina fútbol y gastronomía de su patria, también da una mano con el silbato. “Termino con el partido de los chicos y charlamos”, le dice a este cronista de El Eslabón, que lo espera en la sombra degustando una sopa de maní, elección entre un menú variado: chicharrón de cerdo, picante de pollo, sopa de chairo, fricasé (de cerdo). “Hace más de 3 años que estamos con ésto. Antes había algo pero era más espontáneo. Una vez que nosotros lo tomamos, se hizo más organizado. Hacemos tres fechas por año. Esta es la final”, resume, una vez que dio los tres pitazos finales.

La pelota sigue rodando con el torneo de mujeres, que es lo nuevo de esta edición. “Ahora lo dirige Pitana, que es el árbitro oficial”, aclara. Y evidentemente, el hombre vestido de naranja fluorescente es muy parecido a nuestro Néstor Pitana, aunque con menos gimnasio.

Mamani dice que desde hace unos 8 años atrás, muchos paisanos suyos emigraron desde CABA a Rosario. Y suma a la charla a Valeriano Cárdenas, defensor rústico y trabajador de la construcción, a quien define como su “socio” en la organización. “Él tenía otro equipo y solíamos enfrentarnos. Al principio éramos cuatro, que jugábamos en otros torneos o en partidos amistosos. Pero después tomamos una decisión”. El resultado fue el campeonato Unidos por el Fútbol, en el que participan bolivianos, hijos de bolivianos y nietos de bolivianos. De Rosario y la región. “De los alrededores vienen muchos también; de Pérez, Soldini, Villa Gobernador Gálvez, San Lorenzo, Capitán Bermúdez”, enumera Martín. En los planteles, nada de gauchos, como nos llaman. 

A las 18 es la gran final, que reedita el derby de La Paz: el Bolívar luce la tradicional celeste, y Los Hornos se identifican con la aurinegra del The Strongest. Es victoria 2 a 0 para los primeros, que embolsan casi 40 lucas de premio. Pero ambos accederán –al igual que los campeones y subcampeones de las demás categorías– al torneo que comparten con la comunidad peruana, que hace de local en el Club Atlético Defensores Unidos (CADU), en el barrio Ludueña. “Hacemos un intercambio, una confraternización con el torneo que organizan los peruanos. Hacemos un encuentro de ida y vuelta. Vamos con toda la gente para allá, y a la semana siguiente vienen para acá”, al oeste de la ciudad. Y no descarta la chance de “confraternizar con el torneo paraguayo, pero eso está en trámite. Antes tenemos que organizarnos mejor”.

Bolivia siempre estuvo cerca

Cada uno de los 200 jugadores repartidos en los 18 equipos lleva a su familia, y la presencia por fecha alcanza a casi mil personas. “El objetivo de esto es confraternizar familiarmente y deportivamente. Acá todo jugador viene con su esposa y sus hijos. Por eso se implementó también el torneo de mujeres. Y también hay ahora infantiles. Queremos seguir sumando gente”, dice el mandamás del torneo disputado en el corazón de Villa Urquiza, barrio emplazado en la zona oeste de la ciudad.

Asegura además que Bolivia, con sus siete departamentos, está representada alrededor de la línea de cal de ese potrero. “Los de acá somos de La Paz”, y le apunta a sus más cercanos. Y después sigue el recorrido con el índice: “Allá los cochabambinos, los de atrás del arco son sucreños, allá potosinos, los de Santa Cruz, de Tarija, y hay más. Están juntos por sector”. Por eso afirma que esos hombres y mujeres, mayores y menores que rodean la cancha, representan “una pequeña Bolivia”. Y añade: “Acá se juntan todos los paisanos para comer, para ver un partido de sus hijos, o ahora los papás juegan”.

A Martín Mamani le toca el turno de saltar al campo de juego, y no como árbitro. Antes de subirse las medias y de entrar en calor (como si hiciera falta más calor), dice: “Y no sólo hacemos eventos deportivos. En Bolivia tenemos fechas especiales, culturales, y hemos organizado aquí carnavales y cosas así”.

Lamento boliviano

“Estamos en formación, queremos alcanzar la personería jurídica, como corresponde, ese es el objetivo, pero recién estamos empezando”, dice Martín Mamani y pide una mano del municipio en tal sentido. “Esto es sin fines de lucro, es simplemente amor al deporte. Esto se autofinancia económicamente. La inscripción es toda para los premios, que se entregan en efectivo”, cuenta.

La energía eléctrica que llega a los carritos y puestos de comida son de casas vecinas, y la pagan de sus bolsillos. Y la pelota tendrá que dejar de rodar antes de la tardecita, por falta de iluminación artificial, lo que explica en parte el horario poco recomendable en el que se juegan los partidos. Aunque las altas temperaturas no parecen hacer mucha mella: “Estamos acostumbrados”.

Valeriano Cárdenas (izquierda) y Martín Mamani (derecha), los responsables del torneo de residentes bolivianos en Rosario.

“Yo soy muy fanático del deporte, soy un enfermo del fútbol, como él”, y lo señala a su compatriota Valeriano Cárdenas, quien con el cachete derecho inflado de hojas de coca, suma: “Hacemos esto por amor al fútbol”. Y se jactan: “Por este torneo han pasado jugadores profesionales y semiprofesionales. Diego Gómez, jugó en la segunda de Francia, se lo llevaron de chico”. 

De sus 45 años, Mamani repartió una década en la Ciudad de Buenos Aires y otra en Rosario, donde vive actualmente. Se emplea en el rubro textil, como la gran mayoría de los provenientes de La Paz, quienes también laburan en el rubro comercio, como los de Oruro. Los de Cochabamba vienen a trabajar a la construcción y en gastronomía; los de Tarija en agricultura; mientras que los de Chuquisaca y Potosí son ladrilleros, según explica el cónsul Sixto Valdez, de estoica presencia en el lugar.

Martín recuerda que en Buenos Aires “jugaba todos los sábados y domingos al fútbol, era fanático”. Se sumaba a cuento torneo de bolivianos se le cruzara por el camino. “Con un grupo de amigos íbamos buscando rivales de aquí para allá. Y hace más de tres años nos juntamos con Valeriano y armamos la idea”. Ante nosotros se exhibe el resultado.

Fútbol y algo más

El vicecóncul de Bolivia en Rosario, Sixto Valdez, entrega el trofeo a los campeones de la temporada 2021

Sixto Valdez Cueto es Vicecónsul del Estado Plurinacional de Bolivia en Rosario y hace deportes, aunque su presencia allí –pese a lucir la verde tradicional de la Selección– no será en la cancha. En uno de los rincones donde no penetran los rayos del sol, montó el Servicio Consular Móvil, junto a un par de colaboradores. “Aquí los compatriotas podrán tramitar Antecedentes Policiales, Certificados de Nacimiento y Matrimonio, Certificado de Nacionalidad, legalización de Certificados y entregar sus documentos para la Doble Nacionalidad”, detalla el titular de la oficina consular (ubicada en Ovidio Lagos 711) cuya jurisdicción también abarca al litoral argentino.

“Nos hubiese gustado ver acá a alguien de la Municipalidad”, lamenta este hincha del The Strongest, Boca, y ahora Rosario Central, quien minutos después donará un equipo de remeras como la que tiene puesta: “Son para usar cuando jueguen contra rivales de otras colectividades”.

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