El nuevo proyecto de exploración petrolera mar adentro reeditó la discusión sobre la actividad productiva, crecimiento económico, justicia social y resguardo al ecosistema, falsa rivalidad que obliga a dejar posturas extremistas.
Hay un debate interesantísimo de estos tiempos que regenera polémica a partir de sucesos puntuales. Los más recientes, megaminería y exploración petrolera mar adentro. También se dan controversias alrededor del modelo de agronegocio, monocultivos, trigo transgénico, desmontes, sequías, contaminación de las aguas, incendios forestales. Igualmente con las salmoneras en el sur, el litio en el norte, hidroeléctricas, cría intensiva en granjas porcinas, hidrógeno verde o el impuesto al plástico como posible fuente de financiamiento ambiental.
Por momentos con más eco en redes sociales que en el espacio público, alrededor de estos temas candentes hay posiciones encontradas, a veces de barricada, vagamente argumentadas, cuando no apocalípticas, a veces naíf, otras veces reaccionarias, mucha fake news, fundamentalismos, chicana va, chicana viene. Sin embargo, alinear en la misma agenda las demandas frente a la crisis socioambiental y un plan de desarrollo económico con justicia social y distribución progresiva del ingreso que se sostenga en el tiempo y defienda la integración nacional obliga a correrse de los extremos sin esquivar el conflicto e intentar que prevalezcan puntos de confluencia entre la falsa división ambientalismo versus desarrollismo.
Todavía con el retumbe de la protesta contra la minería a cielo abierto en la meseta central chubutense, la movilización denominada Atlanticazo con epicentro en Mar del Plata en repudio a la autorización que dio el gobierno nacional a la exploración petrolera sísmica en la cuenca norte del Mar Argentino, actualizó tensiones y disputas sociales en torno a la economía pospandemia, la producción, el desarrollo sostenible o lo que se entienda por éste, y los cuidados al ecosistema. Dólares, exportaciones, nuevas tecnologías, crecimiento, empleo, pobreza, recursos naturales, extractivismo, transición energética: acá, una recapitulación condensada de las variadas opiniones y miradas al respecto.
Visión de desarrollo
Darío Martínez, secretario de Energía de la Nación, explicó: “Argentina realiza exploración petrolera offshore (en ultramar) hace décadas sin ningún incidente ambiental y humano. Actualmente hay 36 pozos en producción en la cuenca austral (Tierra del Fuego y Santa Cruz) donde se produce el 17 por ciento del gas que consumimos y que también sirve para generar energía eléctrica”. En su cuenta de Twitter, el funcionario destacó que “la exploración offshore en nuestro país, ante un mundo en crisis energética, es una gran oportunidad para cada familia argentina, porque se traduce en más energía para el desarrollo de sus actividades”.
Reparó en que “la exploración offshore se realiza a más de 300 kilómetros de la costa, en aguas profundas y ultraprofundas, siguiendo todos los protocolos correspondientes” y “no va a perjudicar el turismo ni la actividad pesquera”. Según Martínez, “Argentina necesita cada vez más energía. Estamos batiendo récords de consumo. La energía es un recurso importantísimo; es un derecho humano que genera trabajo e impulsa el desarrollo tecnológico y, a la vez, reduce las importaciones en dólares y permite generar divisas para nuestro país”.
Mariano Barrera es investigador del Conicet, trabaja en el área de Economía y Tecnología de Flacso e integra el Centro Cifra de la CTA de los Trabajadores. “El eslogan del No al extractivismo que se repite, inhibe la real discusión sobre el modelo de desarrollo argentino: cómo complementar las actividades primarias con las productivas. El modelo productivo industrial tiene que aprovechar los recursos naturales para generar valor y conseguir recursos económicos que permitan financiarlo, aumentando las regulaciones ambientales. El rol de YPF debería ser central en el desarrollo hidrocarburífero”, analizó.
“Deberíamos discutir cómo aprovechar las rentas naturales, cuidando el ambiente, para apuntalar el entramado productivo y científico que permita generar rentas tecnológicas para mejorar la calidad de vida de la población. Lamentablemente, el No al extractivismo anula el debate real”, insistió Barrera.
El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié, hizo referencia al estudio de impacto ambiental que se realizó sobre la exploración offshore en Mar Argentino, audiencias públicas mediante, y también destacó la necesidad de generar una transición energética. “No se puede cortar de la noche a la mañana el uso de hidrocarburos, gas o petróleo, porque entraríamos en un colapso social y económico. Tenemos que profundizar la transición energética, ir hacia energías renovables o limpias”, consideró.
Daniel Schteingart es director del Centro de Estudios para la Producción (CEP-XXI), en el Ministerio de Desarrollo Productivo. Es doctor en Sociología y se presenta como “desarrollista”». En una reciente entrevista con el diario Ámbito Financiero, aseguró que la explotación de recursos naturales es imprescindible para generar el salto exportador y con ello los dólares que necesita el país para crecer. En el caso particular de la exploración offshore, resaltó que se podrían generar 22 mil nuevos puestos de trabajo y rechazó que sea incompatible con otras actividades como la pesca y el turismo.
En una nota de opinión que publicó hace unos meses en la revista digital Panamá, Schteingart planteó: “El mundo discute cada vez más si es posible reconciliar desarrollo y ambiente: ¿debemos dejar de poner el crecimiento económico como prioridad para salvar el planeta? ¿Debemos seguir priorizando el crecimiento, pero transformando los motores que lo impulsan?”. Y completó la idea: “Si la primera pregunta cobra cierto sentido en países que tienen un alto PBI per cápita y ya cuentan con un enorme piso de necesidades básicas satisfechas, en el nuestro es mucho más pertinente el segundo interrogante, cuya respuesta creemos afirmativa. Es por eso que creemos totalmente inviable, equivocada y distópica la solución del decrecimiento para un país que hace una década que retrocede en su ingreso por habitante y en donde, como consecuencia de ello, la pobreza, el desempleo, la precarización laboral y la desigualdad no han parado de subir”.
En otro párrafo del artículo citado, el especialista aseveró: “Es imposible pensar una estrategia de desarrollo pospandemia sin atender el impacto que las actividades productivas tienen en materia de emisiones de gases contaminantes, presión sobre los ecosistemas y daño sobre la biodiversidad, entre otros problemas ambientales. Ese impacto ambiental ha llevado a algunas voces a concluir que el desarrollo sustentable no existe como tal, y que el concepto es una contradicción en sí misma. Esto es un oxímoron”.
No mires abajo
El Observatorio Petrolero Sur (OP Sur) es una organización no gubernamental que se propone “lograr que la producción y el consumo de energía se hagan de forma justa, democrática, saludable y sustentable”. En la web de la ONG le dedicaron varias notas a analizar el proyecto de explotación petrolera offshore aprobado en la resolución 436/2021 del Ministerio de Ambiente el anteúltimo día del año pasado, a favor de la de la filial local de la empresa noruega Equinor.
Hernán Scandizzo es periodista, investigador y coordinador del OP Sur. “Las concesiones que se dieron acá son para aguas ultraprofundas: 1.200 a 4.000 metros de profundidad. No se pueden comparar con experiencias en pozos de menos de cien metros. Esta avanzada hacia las aguas ultraprofundas es comparable al fracking (fracturación hidráulica para extraer gas y petróleo en pozos no convencionales)”, sostuvo.
En una publicación de Facebook destacó: “La transición energética lleva años, ya que hay un montón de dependencias de los combustibles fósiles, pero esta explotación de alto riesgo profundiza una matriz que nos está llevando a un colapso civilizatorio. La movilización popular y la organización de los pueblos debe impulsar una diversificación de la matriz energética”.
En una nota sobre antecedentes y resistencias sociales a la exploración sísmica en subsuelo marino, desde OP Sur recordaron que “cuando se hizo exploración en aguas poco profundas en el golfo San Jorge, en Chubut y Santa Cruz, hubo oposición de la flota amarilla dedicada a la pesca artesanal. La tensión con los pescadores en 2013 llevó a la Cámara de Diputados santacruceña a inhabilitar la exploración sísmica (…), aunque autorizó la exploración de hidrocarburos por medio de estudios que no afecten la biodiversidad marina y las actividades pesqueras”.
En tanto, Víctor Quilaqueo, del Observatorio Petrolero Sur, opinó: “Hay una necesidad de correr la frontera mar adentro, que sería explorar para ver si existen o no los reservorios que se supone debería haber en los fondos marinos. Hay un recorte intencionado para ocultar el impacto socioambiental y priorizar el enfoque macroeconómico”.
Ecologismo popular
Bruno Rodríguez integra el colectivo Jóvenes por el Clima y levanta la bandera del “ecologismo popular y latinoamericano”. En un hilo de Twitter, señaló que “las bases del debate que desató el avance del proyecto de exploración sísmica en el Mar Argentino no pueden partir de un ring entre buenos y malos, léase hippies versus desarrollistas o ecocidas versus ambientalistas”. Si bien se opone a la ampliación de la frontera hidrocarburífera, aclara que milita “por una transición energética justa, soberana y popular”.
“No creo que el abandono de las energías fósiles pueda consumarse de la noche a la mañana, menos aún considerando las circunstancias nacionales y la tendencia de la transición a nivel global. Las estimaciones prevén que bajo el escenario actual se observará un incremento de la demanda de petróleo hacia 2030 con una leve disminución hacia 2050, y en el caso del gas, el incremento es persistente hasta 2050, producto de la presión de las economías emergentes”, indicó y aclaró: “De ninguna manera podemos colocarle un techo al potencial del movimiento socioambiental teniendo como máxima exigencia la renuncia de un ministro que dirige una cartera (Ambiente) cero gravitante respecto al debate sobre la estructura productiva del país”.
En la misma línea, se dirigió a sus pares: “Entendiendo la relación intrínseca entre las problemáticas sociales y las demandas ambientales, nuestra militancia debe apuntar a formar parte del diseño de un proyecto de país. Soy ambientalista argentino, no sueco o yanqui. Por eso también aspiro al aumento de las exportaciones y me importa el estado de nuestra balanza comercial y fiscal. Quiero que el Estado tenga credibilidad. No debemos permitir que sea el mercado el conductor de la transición ecológica”.
Ambientalismo nac&pop
El economista y docente Andrés Asiain viene opinando y escribiendo sobre la cuestión. “La pueblada en Chubut contra la megaminería y el cuestionamiento a la explotación offshore de petróleo muestran que las tensiones ambientales ligadas al extractivismo no deberían ser consideradas una problemática de segundo orden”, opinó.
“La necesidad de divisas debe ser atendida sin minimizar otros aspectos cruciales, como la distribución de la renta y en particular la agenda ambiental. La preocupación por el medioambiente es una demanda de nueva generación que requiere ser incorporada a la agenda del movimiento nacional y popular, si quiere seguir representando políticamente a las mayorías”, planteó el director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso).
Asiain compartió en redes sociales una nota de su autoría titulada “El buen vivir con lo nuestro”, que publicó en Maíz, la revista de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, donde reflexionó sobre ecología, desarrollo y una nueva agenda para el movimiento nacional y popular, con el eje puesto en una suerte de “tercera posición”: ni ambientalismo falopa ni desarrollismo mediocre.
“La agenda ambiental no es una moda pasajera, sino una característica de la humanidad del siglo XXI en su sana reacción a la destrucción del planeta provocada en los siglos anteriores. La preocupación por el medioambiente hace carne en la población, especialmente en la más joven, y no atenderla tiene también su costo en votos. Frente a esos dos polos antagónicos, el desafío pasa por construir una agenda ambiental transicional, que permita incorporar demandas ambientales al movimiento nacional, pero reduciendo sus costos económicos de corto plazo”, sostuvo.
Y remató: “Si «ecologizar al peronismo» es clave para que mantenga sus mayorías electorales, «peronizar al ambientalismo» es vital para que la agenda verde deje de ser una mera expresión de protesta y pase a convertirse en políticas de gobierno”.
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