El gobierno rechazó la fusión entre las corporaciones Disney y Fox  por abuso de posición dominante y obliga a desinvertir para garantizar competencia en el mercado de la televisación deportiva. Concentración importada, mini Fútbol para Todos y ecos del Fifa gate.

El gobierno de Alberto Fernández, a través de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), dependiente de la Secretaría de Comercio, dio a conocer días atrás un dictamen donde rechaza la sociedad entre las corporaciones estadounidenses Disney y Fox concretada en 2019 a nivel global. El gigante del entretenimiento identificado con Mickey, Donald y Pluto, populares y controvertidos personajes de animación infantil, se compró Fox Sports. Es como si los aventureros de ficción, el ratón, el pato y el perro del equipo Disney, se hubiesen tragado todas las pelotas, y ahora es tiempo de empezar a desembuchar.

En Argentina, esa cuestionada operación comercial se vio raudamente reflejada en la pantalla de la TV por cable, cuando contenidos, periodistas y animadores estrella de Fox se mudaron a la señal ESPN, una empresa de Disney. La resolución oficial cuestiona la maniobra promercado y pone el eje en el rol del Estado y la necesidad obligada de intervenir en la economía, en este y en otros rubros sensibles y servicios básicos, para frenar una cada vez mayor concentración económica, acentuada durante la pandemia, tratar de regular precios y evitar el abuso de posición dominante.

Según el dictamen oficial, la fusión Disney-Fox infringe la ley porque «disminuye, restringe o distorsiona la competencia en el mercado de señales televisivas deportivas en el país, de modo que perjudica el interés económico general». De las nueve señales deportivas básicas que hay en la grilla, siete quedaron bajo el ala de Disney, mientras que las otras dos son TyC Sports, competidor de Disney, y la señal estatal DeporTV. Por su lado, TNT Sports, hoy del conglomerado WarnerMedia, maneja la otra mitad del negocio del fútbol televisado.

La resolución persigue el objetivo de «restaurar la competencia efectiva en el mercado de comercialización de canales deportivos del servicio básico de TV por cable», además de mantener para cada cableoperador la relación existente previa a la fusión entre el precio de las señales deportivas y el precio del abono básico para los clientes.

A tal efecto, la firma The Walt Disney Company deberá presentar un plan de desinversión, vender a terceros algunos de los canales que tiene en su poder y derechos de transmisión en el plazo de dieciocho meses y, en el mientras tanto, garantizar transmisiones abiertas y gratuitas de «contenidos fundamentales», como los partidos de Boca o River, que actualmente se ven por Fox Sports Premium (Disney) y TNT Sports, del ex grupo Turner, como se señaló, el otro canal premium dueño de los derechos de transmisión de los partidos de Primera dentro del pack fútbol. Entre los «contenidos fundamentales» que Disney deberá liberar también están la Copa Libertadores, la Champions League y la Fórmula Uno, entre otros torneos de mucha audiencia, sumados a eventos de tenis, básquet, rugby, béisbol, box, artes marciales y lucha libre.

Pará la pelota

El dictamen final de la CNDC publicado el 17 de enero pasado busca «mitigar los efectos de la concentración, que se dio de un modo exagerado, ya que un solo jugador tiene posición dominante, controla la oferta y derechos sobre eventos deportivos atractivos, concentra la facturación publicitaria, impone condiciones y evita la competencia en términos mercantiles», observó Santiago Marino, docente, investigador y especialista en temas de comunicación.

Tanto en su cuenta de Twitter como en diferentes declaraciones periodísticas, Marino señaló que el dictamen oficial «no cierra el proceso, que seguramente habilitará más acciones», pero «encuentra antecedentes en los informes técnicos de la propia CNDC, tanto como en otros países en los que la fusión encontró límites. Las decisiones centrales se enfocan en plazos y derechos».

La resolución, con dos dictámenes dados a conocer el año pasado y un informe de objeción, «se basa en los antecedentes de esta concentración en Estados Unidos, México, Brasil y Chile, donde cada uno a su manera dijeron así no, es demasiado», analizó Marino.

Y prosiguió: «Hay otro punto clave, que es la opinión de los competidores que alertaron sobre abuso de posición dominante, la posibilidad de cartelización de la economía, de que te vendan en paquete estas señales, lo que implica dominar el rating, la facturación publicitaria y un contenido muy relevante tanto para la televisión tradicional por cable como para los derechos a demanda (videos on demand). De hecho, Disney, luego de la fusión, lanzó un paquete para ver por streaming, por internet, que incluye exclusivamente contenido deportivo».

Marino reconoció que la objeción oficial después de concretada la fusión entre Disney y Fox «es un problema porque se da sobre el hecho consumado, ya se vieron los cambios en la pantalla y Disney ya está facturando por publicidad mucho más que antes».

En este sentido, el especialista recordó: «La concentración desde el marco regulatorio se divide a nivel mundial entre los países que regulan antes (ex ante) o después (ex post). Argentina tenía una regulación ex ante para los medios contemplada en la ley de Servicios Audiovisuales, hasta que asumió el gobierno de Mauricio Macri y anuló los decretos anti concentración que establecía la ley y eso llevó a que la regulación en el país sea ex post. Es decir, primero se da la concentración, en este y en otros rubros, y un tiempo después la autoridad competente evalúa el impacto. Así es complicado».

La noticia que tacha la unión Disney-Fox se conoció en medio de las tensiones entre Argentina y Estados Unidos por la deuda con el Fondo Monetario Internacional y metió mucho ruido en el mercado y en el jugoso negocio de las transmisiones deportivas, sobre todo el fútbol, el deporte más popular del planeta Tierra y el que multiplica miles de millones.

Disney no emitió comunicado pero dejó trascender la posibilidad de judicializar la medida, como en su momento hicieron las empresas de telecomunicaciones tras el DNU presidencial que declaró servicios públicos y esenciales a internet, telefonía móvil y televisión paga. La coartada sólo serviría para ganar más tiempo. A la par, comenzaron las especulaciones, operaciones varias y empezaron a sonar posibles compradores para la parte del negocio que dejará Disney.

«A Turner (TNT Sports), ¿le gusta esto?», se preguntó Marino, y siguió tuiteando: “¿Quiénes se benefician (con la anulación de la fusión Disney-Fox)? Yo descartaría de plano a TyC Sports. ¿Alguien conoce a algún gerente de MediaPro (potencial interesado)? ¿Sería este el dato que (el grupo) Werthein tenía cuando compró DirecTV Latam? No lo sé».

Fulbito para Todos

A pocos días de conocerse la resolución de la Secretaría de Comercio que condiciona la fusión de Disney y Fox, el senador nacional Oscar Parrilli, del Frente de Todos, presentó un proyecto que pretende garantizar la transmisión libre y gratuita de al menos un tercio de los partidos de Primera División. La iniciativa propone transmitir en canales abiertos cuatro partidos de cada fecha del torneo argentino: un mini Fútbol para Todos, que enseguida enardeció a la oposición macrista y sus satélites mediáticos.

“Queremos que se declaren de interés cultural cuatro de los catorce partidos que tiene cada fecha del torneo y eso debe ser transmitido por los canales abiertos. Esto no le cuesta plata al Estado. Lo que buscamos es que de los ingresos por publicidad de esos partidos el 50 por ciento vaya para infraestructura de clubes de barrio, el 30 para la AFA y el 20 por ciento para los gastos de la televisión. Está previsto que de los cuatro, dos partidos sean de mayor audiencia y los otros dos tengan que ver con cuestiones federales, como los clásicos rosarino o santafesino”, argumentó Parrilli.

En una entrevista radial, el legislador kirchnerista sostuvo: «Fútbol para Todos era un programa muy bueno, por eso en campaña Macri se había comprometido a sostenerlo. Luego, cuando asumió, rescindió los contratos entre AFA y el Estado argentino y volvió a privatizar el fútbol. Querían privatizar hasta los partidos de la selección nacional. Macri secuestró los goles».

Fútbol y política (sigue girando)

El ascenso del gigante Disney dentro del negocio de las transmisiones deportivas hay que empezar a rastrearlo a partir de la llegada del abogado ítalo-suizo Gianni Infantino a la presidencia de la Fifa en 2016, después de la traumática salida del cargo de Joseph Blatter, salpicado por denuncias de corrupción que impulsó Estados Unidos por supuesto pago de sobornos alrededor de contratos multimillonarios por derechos de televisación de partidos de fútbol (mundiales  y copas América). La pelotera también sucedió a partir de la cuestionada doble votación de Fifa para determinar las sedes de las Copas del Mundo Rusia 2018 y Qatar 2022, certamen que se disputará en noviembre próximo y será el primer mundial en Medio Oriente.

El mayor escándalo de la historia del fútbol mundial fue bautizado Fifa gate. Con la investigación del FBI, Estados Unidos, que había quedado molesto por no haber sido elegido sede del mundial de fútbol ni en 2018 ni en 2022, se calzó el traje de policía y denunció a los «corruptos que se enriquecieron». La cacería judicial yanqui implicó sólo a dirigentes y ceos latinoamericanos, pese a que había, asimismo, dirigentes europeos, como el jefe de la Uefa (la Conmebol europea), ex jugador y ex técnico francés Michel Platini, acusados de recibir coimas a cambio del voto a Qatar.

Esto está contado en detalles en Fifa gate, por el bien del fútbol, una serie documental de seis capítulos con investigación, entrevistas y relato del periodista y escritor Ezequiel Fernández Moores, que se estrenó en octubre del año pasado por la TV Pública. «Después del Fifa gate, las cadenas de Estados Unidos fortalecieron su presencia en Sudamérica, televisando ligas locales: Turner (TNT), DirecTV,  Fox, que pasó a manos de Disney, dueña de ESPN, o plataformas como Amazon y Facebook», cuenta Fernández Moores en el documental.

El ex ceo de la empresa Torneos, el arrepentido argentino Alejandro Burzaco, fue uno de los empresarios involucrados en el Fifa gate. Ejecutivos de poderosas cadenas de televisión, como Traffic o Full Play, beneficiadas con contratos viciados de corrupción, también recibieron sentencia judicial, mientras que otros pagaron pena financiera. Las principales corporaciones y los peces gordos del negocio del fútbol por TV, sobrevivieron.

Infantino empezó a tejer un acercamiento a Estados Unidos. El presidente de la «nueva Fifa» hizo buenas migas con el entonces ex mandatario norteamericano Donald Trump. Estados Unidos será la principal sede del Mundial de Fútbol de 2026, en sociedad con Canadá y México, en el que participarán cuarenta y ocho equipos. En otra jugada política, Infantino puso a Mauricio Macri al frente de la Fundación Fifa.

El último capítulo de la serie, titulado Un nuevo sueño americano examina que «con la Fifa depurada y moldeada según sus intereses, Estados Unidos consigue ser la sede de la Copa del Mundo 2026. El fútbol era uno de los pocos monopolios no controlados por Estados Unidos y tras el Fifa gate quedó fortalecido su negocio televisivo en Latinoamérica». El corte a la fusión Disney-Fox en Argentina y en otros países es un intento de limitar la concentración mediática-económica que se expande desde el norte del río Bravo al mundo.

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