Especialistas internacionales coinciden en que el poder hegemónico de EEUU “está en declive”. Pero advierten que esto no es irreversible ni disminuye la agresividad imperial, todo lo contrario.

La declinación del poder global de EEUU es un hecho que analistas de todo el mundo consideran probado e indiscutible. Pero al mismo tiempo señalan, y fundamentan con gran cantidad de datos, que no es una situación definitiva, que podría ser reversible, y que no disminuye (sino que aumenta) la agresividad imperial en sus dos versiones: el “poder blando” (manipulación, noticias falsas, demonización y otras formas de propaganda) y el “poder duro” (invasiones, genocidios, golpes de Estado). 

Se analiza la declinación, a partir de síntomas concretos y tangibles, pero sin perder de vista la complejidad de un proceso que está en marcha, y cuya deriva ni siquiera es imaginable. En los procesos históricos no hay determinismos, sino apenas líneas de fuerzas que responden a una lógica que está a merced de una infinidad de factores.

En Le Monde Diplomatique de junio de 2022, Esteban Actis y Nicolás Creus firman la nota titulada “Biden ante la crisis de hegemonía de Estados Unidos”. Los autores señalan, por un lado, que el proceso de declinación empezó hace varias décadas. Pero, por otro lado, señalan como causas más recientes el manejo de la pandemia, y el papel de EEUU ante la comunidad internacional y los organismos multilaterales, entre otras cuestiones que implican al gobierno de Donald Trump y el de Joe Biden. 

“Joseph Biden asumió el poder en un contexto de declinación global de EEUU, una tendencia que viene desde hace tiempo pero que el gobierno de Donald Trump, con su pésimo manejo de la pandemia, agravó. Aunque el país aún ostenta enormes recursos económicos y sobre todo militares, su poder blando se ha visto erosionado, en un horizonte geopolítico marcando la emergencia de China como nueva potencia global”, señalan los autores al tiempo que agregan que cuando se comenzaba a ver con preocupación la expansión del nuevo coronavirus, el mundo se preguntaba qué países estaban mejor preparados para enfrentar una pandemia: EEUU aparecía en el primer puesto sobre un total de 195 naciones. La potencia global, se creía, podía enfrentar mejor que nadie la irrupción de un brote.

Pero EEUU careció del intangible pero fundamental poder de liderazgo, agregan Actis y Creus. “La subestimación y el desmanejo de la crisis sanitaria por parte de la Casa Blanca fueron evidentes. Decisiones adoptadas a destiempo, falta de coordinación con los poderes subnacionales, una retórica laxa en torno a la gravedad del problema y dudas sobre la ciencia fueron tónica de la respuesta. Alcanza con recordar a Donald Trump diciendo públicamente que ingerir lavandina podría ser un remedio efectivo contra la enfermedad”, señalan los analistas.

“Algo similar ocurrió en el plano internacional: insistencia con la noción de America First (a través, por ejemplo, de una visión mercantilista sobre los insumos médicos); desapego de las instituciones internacionales (como la Organización Mundial de la Salud) y de los foros de gobernanza multilateral (como el G-20); falta de voluntad para la cooperación internacional (por ejemplo mediante el rechazo a la ampliación de los derechos especiales de giro del FMI para dar mayor liquidez global), y constantes acusaciones a terceros para desligar responsabilidades (en particular señalando a China como el principal responsable de la crisis)”, señalan Actis y Creus.

Los autores citan al economista indio Arvind Subramanian, para quien el declive es una “devastadora y acumulativa saga”. Según el economista, gran parte de la capacidad de atracción y persuasión global de EEUU no desapareció, pero erosionó. “La visión de EEUU como nación a la vanguardia de los valores democráticos y el respeto por los derechos humanos, cuna occidental de una sociedad próspera y meritocrática, se ha visto afectada”, afirma Subramanian, que considera que los dos acontecimientos sistémicos de las últimas décadas (los atentados del 11 de septiembre y la crisis financiera de 2008) minaron fuertemente el poder blando estadounidense. “Dos imágenes que recorrieron el mundo fueron emblemáticas en este sentido: un grupo de militares torturando a prisioneros en Abu Ghraib en Irak, y miles de ciudadanos estadounidenses cuestionando la concentración del ingreso bajo la consigna Occupy Wall Street”, puntualiza el economista indio.

Actis y Creus señalan que, si pensamos el poder como sinónimo de la posesión de recursos, la supremacía relativa de EEUU es indudable. Es la primera economía del mundo, emite la moneda reserva de valor a nivel global, tiene el sistema financiero más grande, profundo y líquido del planeta, y dispone de un entramado productivo-empresarial gigantesco. En el plano militar, agregan los analistas, las brechas son aún mayores: el gasto militar es de 732.000 millones de dólares, lo que representa el 36 por ciento del gasto militar mundial, es decir dos veces y media el del segundo país, China. EEUU es el principal exportador de armas (36 por ciento del total) y dispone de un inventario de 6.128 armas nucleares. Junto con Rusia (6.500) concentran el 90 por ciento de las armas nucleares del planeta. Por último, el Departamento de Defensa tiene desplegadas más de 800 bases militares alrededor del mundo.

“Pero, ¿qué pasa con el poder blando, aquel que no tiene que ver con la economía o la guerra sino con la persuasión, el reconocimiento y prestigio? El USC Center on Public Diplomacy, junto con la consultora Portland, elaboran desde 2016 el Soft Power 30 Index, que intenta mensurar esta forma de poder entre los países. De acuerdo a esta medición, EEUU pasó de ocupar el primer puesto en 2016 al quinto lugar en 2019”, señala la nota del Le Monde Diplomatique.

El poder blando de un Estado no sólo depende de las políticas oficiales sino también de la atracción de la sociedad civil, y está vinculado a la batalla cultural, la cultura y la educación, por ejemplo la influencia de Hollywood y el prestigio de las universidades, que siguen situando a EEUU al tope del ranking, aseguran Actis y Creus.

Cumbre de la decadencia

Otro de los hechos recientes que se considera como un síntoma de decadencia del poder imperial es el resultado de la Cumbre de las Américas que tuvo lugar en Los Ángeles, California, entre el 6 y el 10 de junio de 2022. 

“Concluida la IX Cumbre de las Américas, quedó en evidencia que Estados Unidos perdió su influencia sobre los gobiernos del continente”, señala la nota de la agencia rusa Sputnik publicada el 10 de junio de 202 con el título “La IX Cumbre de las Américas ha confirmado la declinación hegemónica de EEUU”.

“La IX Cumbre de las Américas concluyó en EEUU con la certeza de que fue un fracaso diplomático para el gobierno de Joe Biden. Los cinco días de reunión dejaron en claro que el presidente estadounidense erró en sus cálculos al vetar el ingreso de representantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, como castigo por no alinearse con los intereses del país del norte. Varios discursos presidenciales apuntaron que de ninguna manera se fortalecerá el continente a partir de la exclusión”, asegura la nota.

“Esta Cumbre ha confirmado la declinación hegemónica de EEUU. Ha perdido su liderazgo no solamente en el mundo, sino en el propio continente al que siempre ha considerado su zona de retaguardia», dijo a Sputnik Hugo Moldiz, ex ministro de Gobierno del ex presidente Evo Morales (2006-2019).

En la nota publicada en El cohete a la luna el 26 de junio de 2022 con el título “Beligerancia, desaciertos y tensiones. EEUU y una deriva declinante: impotencia en el Mar de China y Ucrania”, Ernesto López analiza la situación de la potencia en distintos escenarios.  

“Estados Unidos, acompañado en parte por la OTAN, ha pasado prácticamente sin pausa de unas guerras interminables en Oriente Medio y alrededores a impulsar una contienda bélica contra Rusia, que ha delegado en Ucrania. Lo mínimo que se puede decir es que la gran potencia del norte transita una beligerancia errática: no obtuvo resultado positivo en Medio Oriente y tampoco lo está alcanzando en el enfrentamiento en curso”, asegura López, al tiempo que agrega que en su conflicto con China minimizó su desarrollo económico y militar, y arrancó tarde en su intento de sofrenarla, lo que implica un considerable desacierto.

“Nada está del todo dicho aún en ambos casos. Sin embargo, lo que ocurre en aquellos dos escenarios da para pensar que EEUU transita una deriva declinante”, señala la nota de El cohete a la luna.

Apuesta por la guerra

La corporación Rand es una de las principales y más influyentes usinas de pensamiento de los EEUU. Su lema es “Análisis objetivos. Soluciones efectivas” (“Objective Analysis. Effective Solutions”) como puede leerse en su página oficial

El nombre de la corporación deriva del inglés “research and development”, en castellano: “investigación y desarrollo”. Está formada por un grupo de académicos e investigadores expertos en análisis y formulación de políticas. Fue creada en 1948 por Douglas Aircraft Company para ofrecer servicios de investigación y análisis a las Fuerzas Armadas de EEUU. Hoy cuenta con unos dos mil empleados, aunque la información que se dispone sobre esta usina de políticas es parcial, opaca y con muchas áreas secretas. Está financiada mayormente por el Departamento de Defensa, el de Seguridad Nacional y otros departamentos del gobierno de EEUU. También recibe fondos de corporaciones privadas, universidades, fundaciones, contribuyentes y donantes.

La respuesta de Rand a la declinación de la hegemonía de EEUU es contrarrestar militarmente a sus rivales, China y Rusia. El informe publicado en su página oficial en junio de 2022 con la firma de David Ochmanek se titula “Determinación de las capacidades militares más necesarias para contrarrestar a China y Rusia. Un enfoque impulsado por la estrategia” (“Determining the Military Capabilities Most Needed to Counter China and Russia. A Strategy”).

“Aunque EEUU, junto con sus aliados y socios, posee mayores recursos económicos generales que China y Rusia, la misión asignada a las fuerzas estadounidenses, a saber, proyectar poder rápidamente y a gran escala a grandes distancias para derrotar la agresión en el vecindario de un adversario, es más difícil que las misiones de las fuerzas del adversario. Por lo tanto, es imperativo que los líderes tomen decisiones sabias para invertir recursos escasos en capacidades que tengan el mayor potencial, para así frustrar los planes de los adversarios. Este informe ofrece un modelo para hacerlo”, señala el texto en su primer párrafo.

“La Estrategia de Defensa Nacional de 2018 reconoció tardíamente pero sin ambigüedades que el equilibrio militar entre EEUU, sus aliados y socios, por un lado, y China y Rusia, por el otro, se ha erosionado. Como consecuencia, también lo ha hecho la credibilidad de las garantías de seguridad estadounidenses. Si no se abordan, es casi seguro que estas tendencias darán como resultado una reducción de la influencia y la seguridad de EEUU y un aumento de la inestabilidad y los conflictos regionales. Por lo tanto, los planificadores de fuerzas en los EEUU y las naciones aliadas se enfrentan a la tarea urgente de reconstruir capacidades de guerra y disuasión creíbles para enfrentar a estados adversarios altamente capaces y adaptables, una tarea que requerirá no sólo desplegar nuevo hardware y software militar, sino también desarrollar nuevas posturas regionales y conceptos de guerra”, agrega el informe de la corporación Rand.

El informe llama a hacer, como máxima prioridad, una contribución significativa para mejorar la capacidad de las fuerzas estadounidenses para derrotar la agresión a gran escala de China o Rusia. 

“Es necesario generar, en forma rápida y sostenible, una fuerza letal que opere en el espacio en disputa y que sea suficiente para frenar la ofensiva del adversario. En escenarios que involucran a China o Rusia, alcanzar este objetivo implicará reducir la vulnerabilidad de las plataformas de lanzamiento en nuestras áreas de vanguardia, así como aumentar la eficacia y la sostenibilidad de los ataques lanzados desde sitios que están fuera del alcance de los sistemas de ataque enemigos. Se debe lograr la detección y la focalización para poder ubicar con precisión las plataformas y unidades más importantes de la invasión enemiga, para que así sea factible generar suficiente letalidad para dañar y destruir esos objetivos”, señala el documento de Rand patrocinado por la Oficina del Secretario de Defensa.

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