El contexto económico fusiona crecimiento de la actividad con descontrol inflacionario que estrangula ingresos frente a ganancias patronales enormes. “Ceder para crecer”, piden empresarios de Idea. Paritarias de los 90 y un bono para zafar de la indigencia.

Como reflejan estadísticas oficiales, el actual contexto económico nacional distingue contrastes y paradojas, una disociación entre indicadores positivos y negativos, con incertidumbre y una recalentada pelea por el reparto de la torta entre empresas y trabajadores, donde los últimos, en general, vienen llevando las de perder. Entretanto, la aludida estabilización se da a medias y la orientación de las políticas continúa en discusión. De fondo repiquetea el batuque electoral brasileño con miras al balotaje entre Lula y Bolsonaro y la definición por el rumbo económico que votará el vecino país y principal socio comercial.

Más al sur, en Argentina, se sostiene la recuperación pos pandemia y hay crecimiento de la actividad productiva aunque con algunos signos de moderación. El turismo y el consumo masivo, en cierta medida, están motorizados por sectores con poder adquisitivo y también por el efecto contrapuesto al “quedate en casa”. Hay una importante baja del desempleo (6,9 por ciento) y suba de la tasa de empleo, si bien más precarizado y mal pago.

Y, por otro lado, coexiste una deliberada y elevadísima inflación que incide en decisiones cotidianas, pérdida en el poder de compra de salarios e ingresos del grueso de la clase trabajadora, empeoramiento en las condiciones de vida de los sectores populares, con una pobreza consolidada y una indigencia en ascenso por las dificultades para acceder a la canasta básica alimentaria. “La plata no alcanza”, se escucha decir. Se reabren paritarias, se actualiza el salario mínimo y el Estado ataja con bonos y refuerzos en programas sociales. 

Mientras, la gestión Massa en Economía, a la caza de dólares y tratando de ordenar la macro, aplica un plan de ajuste con recortes en las cuentas públicas para reducir el déficit fiscal y cumplir con las metas restrictivas que impone el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por el pago de la deuda bomba que dejó el neoliberalismo macrista.

Por el mismo carril, el Palacio de Hacienda delineó el proyecto de Presupuesto 2023 que luego presentó y defendió en el Congreso antes del tratamiento en el recinto. En los últimos días, el diputado nacional Carlos Heller (FdT), titular de la comisión de Presupuesto, recibió varios pedidos de colegas oficialistas reclamando cambios en la denominada ley de leyes y que se destine mayor inversión en áreas como educación o política social. 

Precios exorbitantes

La aceleración inflacionaria parece no detenerse y, en la proyección anualizada, ya roza los tres dígitos. Según estimaciones privadas, el índice de precios de septiembre cerró en torno al mismo número de agosto: 7 por ciento, con fuerte suba en alimentos.

La inflación de julio había sido del 7,4 por ciento. Octubre, además de las remarcaciones inerciales y “por las dudas” de cada semana, arrancó con un incremento promedio del 6 por ciento en combustibles y empezarán a sentirse en el bolsillo los aumentos de luz y gas, con la consecuente presión, directa e indirecta, sobre todos los precios que paga el consumidor.

La dinámica de alta inflación, que parece cómodamente instalada arriba del 5 por ciento mensual, más los bajos niveles salariales imprimen un cuadro regresivo de distribución del ingreso. Esta situación combina el desastre socioeconómico que Alberto Fernández heredó del anterior gobierno de derecha, cuyas caras visibles ahora exclaman tener soluciones mágicas para todo, y la política económica moderada en términos distributivos durante los casi tres años del Frente de Todos, como se anotó en el último informe de coyuntura de Cifra-CTA.

Si bien el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania impactó en los precios de los combustibles y granos a escala mundial, la disparada de la inflación nativa coincide con el alto nivel de rentabilidad que empresas líderes, muchas extranjeras, sobre todo del rubro alimenticio, obtuvieron tanto en la crisis pandémica como en la recuperación tras la huella de la peste, haciendo abuso de la excesiva concentración económica y la monopólica formación de precios en bienes y servicios. Molinos y Arcor, por ejemplo.

Sobre la desmedida ganancia de grandes compañías, que amplifican márgenes en sus balances, se pronunció la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que en las últimas semanas, con el atentado fallido en su contra, estuvo concentrada en su defensa frente a la persecución judicial y mediática en el marco de la causa Vialidad.

En Twitter, cuidando las formas, respaldando algunas labores del superministro, CFK lanzó su primera crítica a la gestión económica de Massa. Reclamó una “política de intervención” y menos conciliación a empresas líderes del rubro alimenticio frente a una inflación desmadrada. “Estamos ante una inflación por oferta y no por demanda”, opinó la ex presidenta en redes sociales poco después de que el Indec registrara en datos un limitado descenso de la pobreza y un alza de la indigencia.

Bolsillos apretados

El Indec informó que al término del primer semestre de 2022 el índice de pobreza fue del 36,5 por ciento, cuatro puntos por debajo del 40,6 de igual período (enero-junio) del año pasado. Incluso, fue un punto menos si se coteja con el 37,3 por ciento con el que cerró 2021, en el segundo semestre.

Sin embargo, la indigencia, personas pobres cuyos ingresos no alcanzan para garantizar una mínima alimentación, fue del 8,8 por ciento en la primera mitad de este año, más que el 8,2 de la medición de julio-diciembre del año anterior, aunque por debajo del 10,7 por ciento del primer semestre de 2021.

“En los últimos cinco años subió la tasa de empleo y bajó fuerte la desocupación. Sin embargo, tenemos 8 puntos porcentuales más de pobreza y 2,6 puntos más de indigencia”, comparó Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma. Sobre los ingresos, Campos señaló: “Previsible porrazo del salario real en agosto. El aumento nominal fue del 4,6 por ciento contra un IPC del 7 por ciento. La caída interanual fue del 3,5 por ciento y en comparación con diciembre de 2019 estamos un 2,4 por ciento abajo”.

En un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) que dirige el economista Claudio Lozano, se advirtió: “Los datos de pobreza dan cuenta de la interrupción del proceso de mejora en las condiciones de vida a partir del segundo trimestre de 2022 que venía manifestándose de la mano de la recuperación económica a la salida de la pandemia, cuando había encontrado un máximo del 47 por ciento a mediados del 2020”.

Una cuestión central que distinguió el reporte es que “el aumento del hambre se inscribe en un fenómeno más general de agravamiento de las condiciones de empobrecimiento de la población pobre. Es decir, la población pobre es más pobre que antes”.

Además, en el documento citado se indicó que “la aceleración de la inflación iniciada en febrero/marzo a partir de la situación internacional, que se sumó a las condiciones de inestabilidad interna, generó un abrupto deterioro del salario real y del resto de los conceptos de ingresos populares”.

“La política social, si bien reaccionó con algunas medidas como aumentar los montos de la Tarjeta Alimentar, establecer un complemento de ingresos para los/as trabajadores/as de la economía informal, entre otros, generaron un efecto muy moderado”, analizaron los economistas del IPyPP.

Y observaron: “Se entiende entonces que, en este marco de amenaza a las condiciones de vida de la mayor parte de los hogares, se haya experimentado una fuerte expansión de la informalidad laboral. La inflación es el mecanismo extorsivo que obliga a las personas a realizar su fuerza de trabajo a cualquier precio y condición”.

En el último informe de coyuntura del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate), se analizó que la pobreza “todavía se encuentra por encima del peor registro del gobierno de Cambiemos, durante cuya gestión se incrementó casi diez puntos porcentuales”.

“El bajo desempleo y la recuperación económica no alcanzan a disminuir seriamente el índice de pobreza”, se observó. En el InfoMate de septiembre se señaló que “en el sector formal el salario no se recupera y persisten los trabajadores formales pobres. En el sector informal, los ingresos se siguen desmoronando”.

El reporte económico del grupo rosarino Mate, en tanto, dio cuenta de que los salarios “no recuperaron nada de lo perdido en los cuatro años de Macri y en los dos primeros del gobierno del Frente de Todos. Si se hubiera mantenido el poder adquisitivo de 2015 (al finalizar el segundo gobierno de CFK), cada trabajador ganaría hoy más de 40 mil pesos extras cada mes”.

Paritarias XXL

Con una inflación proyectada para todo 2022 acercándose al cien por ciento, se van cerrando y abriendo rondas de negociaciones paritarias, donde los gremios con mayor capacidad de pulsear van pidiendo aumentos salariales anualizados en sintonía con la evolución de precios y su proyección, en rigor, por arriba del 90 por ciento. Cláusula de revisión, adelantos a cuenta y bonos también entran en el tire y afloje protagonizado por sindicatos, empresas y Estado.

Tras el extendido y ruidoso conflicto en la industria del neumático, donde los trabajadores lucharon por mejoras salariales y también en las condiciones laborales, en un sector con altísima concentración y rentabilidad, otros gremios fueron reabriendo paritarias para la actualización: varias fueron cerrando con el 9 adelante. Por caso, los bancarios pactaron un aumento salarial total del 94 por ciento. A su turno, el Sindicato de Camioneros, con un poco de pimienta sobre la mesa, pidió una suba salarial del 100 por ciento, más el 30 ya pactado, y cargó contra empresarios que “lloran”.

Después del fin de semana largo, se realizará la edición 58 del Coloquio de Idea (Instituto para el Desarrollo Empresarial Argentino) en Mar del Plata bajo la premisa “ceder para crecer”, que suena a un pedido que hacen hombres y mujeres de negocios a los demás actores de la economía, principalmente a trabajadores, pero sin caer en la volteada. La tradicional cumbre del establishment local hará los típicos reclamos al gobierno, empezando por… “reglas claras”.

Pese a las dificultades socioeconómicas y a contramano de la queja empresaria y de los grandes medios de comunicación, hay un relativo bajo nivel de conflictividad laboral en el país. Este año se registró el récord de convenios y acuerdos paritarios con cláusulas de paz social. No en todos los casos, claro, pero parece agotarse la instancia en la mesa de diálogo antes de iniciar medidas de fuerza, según se destacó en un trabajo del centro de investigación de la Universidad de San Martín.

Premios y parches

El plan de estabilización que el superministro de Economía Sergio Massa lanzó desde su llegada, dos meses atrás, permitió, por el momento, alejar los fantasmas de una maxi-devaluación y dejar atrás la incertidumbre cambiaria. No obstante, todo sigue atado con alambre.

Con el objetivo de acumular reservas en el Banco Central, Massa concedió el dólar soja al complejo agroexportador que retenía granos como presión devaluatoria y también habilitó el dólar tecno para compañías que venden software y otros servicios tecnológicos en el exterior, sectores que ya venían con alta rentabilidad.

Al mismo tiempo, el gobierno busca sostener transferencias a los que menos tienen. Así, se van implementando diferentes bonos de ocasión que atienden las urgencias pero sin generar un cambio de paradigma que provoque mejoras concretas y palpables para las mayorías populares. 

Parte de lo recaudado por el dólar soja iría a un bono que se pagará a los sectores más vulnerables durante el siempre caliente último trimestre del año. Al cierre de esta edición, el tema continuaba en debate. El pago de un salario básico es un reclamo establecido desde hace tiempo en la agenda de la economía popular y encontró eco en la vicepresidenta CFK, que lo viene promoviendo.

Las necesidades atraviesan amplios segmentos de la población. Entre los últimos, la realidad es crítica. Entre los anteúltimos, es alarmante. La diputada nacional del FdT Natalia Zaracho, del Movimiento de Trabajadores Excluidos, reclamó: “Seguimos esperando el refuerzo de ingresos para los últimos y las últimas. El dólar soja ya recaudó más de lo que se esperaba. Ahora toca cumplir con quienes peor la están pasando. El hambre no puede esperar”.

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