La euforia nacional que despertó la histórica conquista de la tercera estrella mundial, antes de Navidad y fin de año, contrasta, aunque la haga un poco más aguantable, con la desigualdad social y el deterioro en los ingresos populares que deja 2022.

En el balance de coyuntura del año económico que ya se va descuellan, en primer lugar, las directrices que trazó el Fondo Monetario Internacional al refinanciar la deuda de 45 mil millones de dólares que la actual gestión heredó del gobierno de Mauricio Macri. Es una limitación que termina moldeando el rumbo económico, lleno de debilidades y dilemas.

Hablamos del mismo Macri que en calidad de presidente ejecutivo de la Fundación Fifa fue uno de los 35 mil argentinos que tuvieron el privilegio de viajar a Qatar para ver el Mundial: un campeonato polémico y vibrante, intensivamente maravilloso e inolvidable, con el Diego en el cielo alentando a Lionel. En tierras árabes, Macri le corrió el velo a su fama de mufa, la que no impidió, como tampoco lo hizo la campaña antiargentina de los grandes medios de comunicación, que la Scaloneta se traiga la copa y el pueblo en las calles se emocione ad infinitum.

Pero, se sabe, hay otras cuestiones extra futbolísticas menos festejables. El acuerdo con el FMI firmado en marzo pasado condujo, visto desde acá, a más inflación y ajuste, con el 40 por ciento de la población argentina bajo la línea de pobreza. En medio de una interna a cielo abierto, el gobierno del Frente de Todos, con el ministro de Economía Sergio Massa a cargo del timón, cumplió con las metas impuestas por el organismo que comanda Kristalina Georgieva. Ajuste fiscal, que se extiende a otros rubros, sobre todo al órgano más sensible. Al mismo tiempo, Massa encaró el intento de reforzar reservas del Banco Central. Como marco, la guerra entre Ucrania y Rusia y su impacto planetario en precios de alimentos y energía.

La tensión alrededor del dólar, alza en las cotizaciones paralelas del billete verde, agite cambiario, presión por una resistida megadevaluación, marcaron buena parte de la agenda económica del año que termina, en un contexto de emergencias sociales y de precios salvajes. El principal problema fue/es la aceleración inflacionaria y su carrera contra salarios y jubilaciones.

Con el 4,9 por ciento de noviembre (alto, igual), la inflación parece suavizarse si se compara con el 6,3 de octubre y con el pico de 7,4 de julio, no atribuible a Massa. Sin embargo, un año atrás, en noviembre de 2021, la inflación mensual había sido la mitad: 2,5 por ciento. Hoy la inflación anual es de casi 93 por ciento y cuando el FdT recibió el gobierno a fines de 2019, la inflación que dejó el macrismo era del 54 por ciento. 

La renuncia de Martín Guzmán, el fugaz paso de Silvina Batakis y la posterior llegada de Massa al Ministerio de Economía fue un momento del año muy álgido para les argentines, que generó mucha incertidumbre política y económica. El superministro calmó, hasta ahí nomás, las aguas frentetodistas y a esa entelequia llamada los mercados.

Massa cumplió a rajatabla el acuerdo con el FMI, siguió por el camino del orden de las cuentas con achique del gasto público, a la par de la evolución de los ingresos fiscales para cumplir con la meta de reducción del déficit a pedir del Fondo.

El 2022 fue un año con suba de la actividad económica, aunque la curva se amesetó en el último trimestre. La economía tuvo una baja mensual de 0,3 por ciento en octubre y del 0,2 en septiembre. El PBI crecerá este año alrededor del 5 por ciento, contra 10 por ciento de 2021.

También hubo buenos indicadores macroeconómicos como el del mercado laboral. La desocupación fue del 7,1 por ciento durante el tercer trimestre del año, informó el Indec. El mismo período de 2021, el desempleo había sido del 8,2, mientras que en el segundo trimestre de este año fue 6,9 por ciento. “Muchos ocupados, bajos salarios y precariedad laboral. Las características de un mercado de fuerza de trabajo que presenta desafíos cualitativamente distintos a los que conocíamos hasta ahora”, opinó Luis Campos, del Observatorio de la CTA Autónoma, a propósito del informe del Indec.    

Si hay buenos números también hay que decir que se sintieron poco y nada en la cotidiana, con exorbitantes ganancias para pocos e ingresos populares corriendo detrás de la inflación, que casi llega a cien puntos en el acumulado de 2022, cuando en enero el Indec publique los datos de diciembre.

Según otras cifras del Indec en la última semana pintada de celeste y blanco, la canasta de indigencia, es decir la inflación de los más pobres, subió 101,8 por ciento en los últimos doce meses. Esto se traduce en una regresiva distribución del ingreso con creciente desigualdad socioeconómica, que viene desde el macrismo y se intensificó durante y después de la pandemia –peste que no termina de irse– y que el gobierno del FdT no pudo/supo revertir.

Foto: Manuel Costa

El costo de la canasta básica alimentaria registró en noviembre un incremento de 3,1 por ciento y mostró así una importante desaceleración con relación a octubre cuando marcó una suba de 9,5 por ciento. Economía celebró la tendencia a la baja, que, se dijo, todavía se palpa poco.

Así, una familia compuesta por dos adultos y dos menores necesitó percibir ingresos por casi 65 mil pesos para no ubicarse en situación de indigencia. El organismo también dio cuenta de que el costo de la canasta básica total, que además de los alimentos mide productos de indumentaria y servicios, aumentó 4,4 por ciento el mes pasado, por lo cual el mismo grupo familiar necesitó contar con casi 146 mil pesos de ingresos mensuales para no caer debajo de la línea de pobreza.

Massa otorgó algunas concesiones a sectores concentrados de la economía para tratar de tranquilizar a las fieras devaluadoras. El dólar soja preferencial, en medio de una prolongada sequía que retrasa la siembra, llevó el precio de la oleaginosa a 100 mil pesos la tonelada en la pizarra de la Bolsa de Comercio de Rosario, batiendo todos los récords. Tal beneficio fue captado principalmente por grandes empresas agroexportadoras.         

Como se señaló, otra cuestión clave fue el tema precios. Massa lanzó hace poco más de un mes el programa Precios Justos, fijando valores de los principales productos de la canasta básica hasta marzo del 23, con presencia en grandes cadenas de supermercados. El primer dato de inflación pos Precios Justos marcó un descenso en el índice al consumidor. Massa respiró profundo, pero la gente no salió a las calles a festejar el 4,9 de noviembre ni mucho menos, ya que la elevada inflación fue carcomiendo a lo largo de todo el año el poder de compra de los bolsillos populares.  

Más allá de la moderación estadística, hay remarcaciones abusivas y oligopolizadas de parte de grandes empresas formadoras de precios. El actual programa oficial que absorbió al plan Precios Cuidados mitigó las subas, aunque habrá que ver qué pasa con diciembre, un mes de incrementos de precios. En esto Massa pone a prueba la posibilidad de ser candidato de cara a las elecciones presidenciales del año nuevo.  

Alimentos y bebidas, el rubro más importante, aumentó en noviembre 3,5 por ciento, bastante por debajo del mes anterior (6,2 por ciento). Los rubros más picantes de noviembre fueron vivienda, por la suba de tarifas de luz y gas; el servicio de telefonía e internet, aumentos avalados por la Justicia dadivosa; y el rubro esparcimiento, donde se saca provecho de la llegada de la temporada alta estival, que espera que miles de argentinos y argentinas se movilicen a los principales destinos turísticos.

El gobierno nacional anunció el pago de un bono especial para las fiestas de fin de año: un plus que va a los bolsillos de los trabajadores de menores ingresos. Un bono de 24 mil pesos para empleados del sector privado en relación de dependencia y de 13.500 pesos en dos cuotas para quienes perciben el programa Potenciar Trabajo. La mayoría de las y los dirigentes de organizaciones sociales calificaron este paliativo como “una miseria”.

La política estatal del bono extra estuvo presente durante todo el año y permitió como complemento de ingresos amortiguar pero no detener la caída del salario real, que en promedio perdió cinco puntos en el último año, sumado la poda del 20 por ciento que arrastra desde la era Macri.

Con la venia del gobierno del FdT, reconociendo la estampida inflacionaria, las paritarias 2022 fueron revisadas en reiteradas ocasiones. Unos pocos gremios grandes cerraron acuerdos por aumentos salariales que empatan o superan ahí nomás al índice de inflación. Estatales, docentes y municipales de la provincia de Santa Fe actualizaron sus respectivas paritarias, igual que muchos gremios del sector privado.

La Federación de Aceiteros volvió a patear el tablero y consiguió que las cerealeras paguen a partir del 1° de enero de 2023 un salario básico inicial de casi 320 mil pesos, situación que contrasta con otros gremios que vienen muy por debajo, ni hablar si se coteja con el presente de trabajadores no registrados y de la economía popular. En marzo de 2023, el salario mínimo vital y móvil estará en 70 mil pesos, casi un 16 por ciento en términos reales (medido contra la inflación) por debajo de diciembre de 2019.

El gobierno del Frente de Todos cumplió tres años y el presidente Alberto Fernández lo celebró en medio del Mundial y sin demasiado acompañamiento de las otras huestes que conforman la coalición gobernante. El festejo casi pasó desapercibido.  

Las fichas del tablero político se acomodan tras la negativa de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a ser candidata en 2023, bombazo que lanzó en redes sociales ni bien después de escuchar la condena en su contra en la difusa causa Vialidad, con inhabilitación de por vida a ejercer cargos públicos.

La sentencia escrita y leída por los magistrados que juegan al fútbol en la quinta de Macri se conoció dos días después de la divulgación del escándalo por los viajeros VIP a Lago Escondido, jueces y funcionarios vinculados al macrismo invitados por Clarín a una lujosa estadía en la Patagonia.

Argentina ya salió campeón del mundo, ganamos la tercera, pasó el Mundial y… vuelta a la realidad con un toque de nostalgia, con imágenes, audios y fotos pasando frente a los ojos y esperando el documental que empezará con la derrota ante Arabia Saudita y terminará de la manera más dramática y apasionante, como corresponde. 

El estado festivo tras el sufrido triunfo en la final electrizante con Francia continuará ocupando tiempo y espacio, aunque el discurso antigrieta se irá deshilachando. Quizá la onda expansiva del frenesí mundialista permita pasar un verano entre festejos, a la expectativa de algún efecto económico positivo, pero también entre reclamos frente a las urgencias sociales.

La Scaloneta fue recibida por una verdadera marea humana en caravana que inundó las calles de Buenos Aires y los jugadores terminaron dando la vuelta olímpica en helicópteros. Para más contrastes, justo el mismo día que se cumplieron 21 años de la renuncia de De la Rúa y su huida en helicóptero de Casa Rosada en medio de un estallido político, social y económico. 

No es 2001, claro. La alegría colectiva y federal por el campeonato mundial de la Selección hace de elixir para una mayoría que ve que su economía doméstica todavía no se copa.

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