El día 29/6 el Portal de agronegocios Bichos del Campo, nos informa, con su habitual defensa de los sectores concentrados de la economía, que: “El subsecretario de Agricultura de la Nación, el cordobés Delfo Buchaillot, anunció que se estudiará un mecanismo de incentivo para los arrendatarios, que son los productores que alquilan campos para poder tener una escala competitiva”.

En el marco de una charla con periodistas en la Secretaría de Agricultura, donde los funcionarios mostraron cómo trabajan con la información y generan datos oficiales, Buchaillot informó que el 70 por ciento de la superficie sembrada está en manos de arrendatarios.

“Nosotros sabemos que el 70 por ciento de la tierra es arrendada. Así, cerca de 10.000 millones de dólares pasan del sector productor al sector dueño de campo o rentista. Todos los años pasa eso”, indicó luego en charla con Génesis Rural.

Reproduzco con extensión sus declaraciones porque toca un punto neurálgico y de los más problemáticos de la economía argentina: el problema de la Renta de la Tierra. Desde los análisis de David Ricardo, pasando por la investigación en clave marxista hasta llegar a la consigna de John Maynard Keynes de la necesidad de la eutanasia del rentista, la renta del suelo es un tema de debate candente. En nuestro país José Boglich, Guillermo Flichman y este modesto escriba, en su libro Socialismo Nacional y Renta de la Tierra en la Argentina, hemos reflexionado sobre la cuestión.  El efecto deletéreo de la misma sobre la acumulación de capital y el desarrollo de las fuerzas productivas casi no tiene discusión y sólo los apologistas del capitalismo libidinal siguen defendiendo a capa y espada el derecho absoluto de propiedad, que no es más que el monopolio de un sector de la sociedad sobre un producto de la naturaleza.

Cuando uno analiza sobre el costo de oportunidad que tendría destinar los 10.000 millones dólares, no sólo a prioritarias cuestiones sociales, sino para el desarrollo del agro mismo, se da cuenta del peso muerto que esto significa para el desarrollo social argentino. En 1964, en un notable trabajo, Jorge Enea Spilimbergo demostró la naturaleza del capitalismo dependiente  al denunciar con elocuencia, que teníamos en el agro una clase con pautas de consumo capitalistas, más no conductas de acumulación burguesa. Lo que el inglés Perry Anderson llamó muchos años después “clase capitalista, más no burguesa”, para denostar a la aristocracia terrateniente de su país, Spili-un gran olvidado- la utilizó para describir el modo de producción dominante en el agro argentino.

La renta de la tierra y sus características ha sido estudiada por Carlos Marx en el tercer tomo de El Capital: “Lo característico de la renta del suelo es que bajo las condiciones en que los productos agrícolas se desarrollen como valores(como mercancías) y bajo las condiciones de la realización de sus valores, se desarrolla también la capacidad de la propiedad territorial para apropiarse de una parte cada vez mayor de estos valores creados sin intervención suya, convirtiendo así en renta de la tierra de una parte cada vez mayor de la plusvalía”.

Y Lenin, otro gran estudioso de la cuestión agraria, define: “El capitalismo ha acrecentado en enormes proporciones el tributo arrancado por los propietarios de la tierra, la magnitud de la renta diferencial y absoluta. La inflación de la renta entorpece el desarrollo ulterior de la agricultura”. Este párrafo da en el centro del debate al hacer notar sobre el peso improductivo de la renta en una economía que quiera ser moderna. Además de crear tensiones de demanda inflacionaria que debe pagar el resto de la población, como bien plantea el investigador en temas agropecuarios Jacinto Paz.

Es importante señalar también, que la sequía ha aumentado el precio del alquiler de los campos, elevando la renta y desplazando de la producción a muchos pequeños productores que no pueden competir con el maridaje entre el capital financiero y los agronegocios en la forma de los pooles de siembra. La separación del productor directo y del capitalismo que la explota deriva en la destrucción del suelo, donde la tierra es esquilmada. Nahuel Reussi Calvo, especialista en suelos e investigador del Conicet (Diario La Capital, 27/5/ 23), nos alerta: “La falta de rotaciones con pasturas y la disminución de la frecuencia de gramíneas en la rotación, sumado al bajo uso de fertilizantes, han producido una notable disminución de los niveles de materia orgánica de los suelos de la región pampeana, y por lo tanto, hoy día solo existe el 50 % del nivel original de materia orgánica”. ¡50 por ciento menos de materia orgánica! ¡Un verdadero ecocidio que debemos parar inmediatamente!

La devastadora sequía hizo caer las exportaciones un 6 por ciento, con un impacto para el mes de mayo en la caída de la recaudación del 4.4 por ciento interanual. En este contexto es necesario que los sectores más postergados del campo no sean el pato de la boda. El Estado debe compensar a los pequeños y medianos productores. Según el informe final del Censo Agropecuario 2018, la cantidad de Explotaciones Agropecuarias alcanza en la Provincia de Santa Fe a 19.802 unidades, contra las 36.884 unidades que existían en 1988, datos elocuentes que nos dan una clara radiografía de la concentración y centralización de la propiedad en cada vez menos manos.

Necesitamos consolidar un esquema productivo que tenga en cuenta a las mayorías y desarrolle las fuerzas productivas de manera equilibrada. El desafío es poder tener una economía competitiva pero también incluyente, que contenga a los olvidados del agro argentino y frene el rapaz extractivismo que hará desaparecer en pocas décadas lo que a la naturaleza le llevó construir millones de años.

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