La inflación se aceleró con la devaluación y carcome bolsillos populares mientras asegura alta rentabilidad para empresas oligopólicas, como Arcor y Molinos Río de la Plata. La crisis de ingresos está atada al descontento electoral y a la ola de derecha.
Para “frenar a la derecha” (en las urnas y más allá) se manifiesta esencial, entre otras tantas cuestiones que urgen, atender demandas medulares del electorado argentino, que, al no ser resueltas, despiertan y amplifican malestar, bronca y desencanto social, un estado de situación que parece desbordar por derecha. “Frenar a la derecha” es “frenar” la carrera inflacionaria, la voracidad corporativa, la precarización laboral y, a la par, impulsar una fuerte recomposición de ingresos y salarios de las grandes mayorías, que en promedio perdieron en el sector formal un 25 por ciento de capacidad de compra durante los últimos ocho años, en dos gobiernos diferentes. El ajuste que impone el Fondo Monetario Internacional, se ve, se siente, no desemboca en un futuro esperanzador. La restauración conservadora macrista, la vuelta al neoliberalismo de los noventa o al liberalismo económico de la dictadura de 1976 que promete la derecha (la tradicional y la ultra) tampoco.
«Los resultados electorales adversos al oficialismo (en referencia a las Paso nacionales) no pueden disociarse de la crisis de ingresos que azota a la economía argentina desde el ocaso del gobierno anterior y que el actual no logró modificar», arranca el último informe de coyuntura que publicó el centro Cifra, de la CTA que lidera Hugo Yasky. “La generación de empleo resulta impotente para revertir el bajo nivel salarial heredado del gobierno de Juntos por el Cambio en un contexto de alta inflación. De allí que en el esquema de «ganadores y perdedores» que se tendió a consolidar bajo este gobierno, los sectores populares se quedaron con la peor parte, en tanto que los grupos económicos y las empresas oligopólicas sacaron la mayor tajada”, se analizó en el reporte citado.
“Existen varios indicadores que retratan esta situación. En primer lugar, la abultada transferencia de ingresos del trabajo al capital (de los bolsillos de los trabajadores a las grandes empresas) que se cuantifica en 70 mil millones de dólares durante el gobierno del Frente de Todos y que asciende a 101 mil millones si se incorporan los resultados de la gestión de Macri. En segundo lugar, la fuerte tendencia a la elevación de la rentabilidad de las grandes empresas oligopólicas y, en especial, las que detentan la estrategia de la conglomeración empresarial, en base a su capacidad de imponerse en la carrera de precios”, continuó el informe de Cifra elaborado por los economistas Pablo Manzanelli y Leandro Amoretti.
“Hay diablos que aumentan los precios”, había dicho el presidente Alberto Fernández en marzo del año pasado, después de declararle “la guerra” a la inflación. Pero siempre prevaleció el pacto de caballeros, sin conseguir disciplinar a los dueños de la comida. Los (de)formadores de precios meten la cola… y remarcan, como se rió el presidente de la cadena de supermercados La Anónima Federico Braun. Las subas desproporcionadas con las que se despachan grandes compañías productoras y comercializadoras de alimentos, entre otros rubros, son en buena parte para mantener márgenes de ganancia exorbitantes y poner contra las cuerdas al gobierno en medio del proceso electoral.
Entre 2016 y el primer semestre de 2023, los precios de las ramas altamente concentradas ascendieron 15 por ciento por encima de los precios al consumidor y los de las ramas concentradas con predominio de grupos económicos lo hicieron 26 por ciento por arriba, cuando sus costos salariales cayeron 24 y 33 por ciento, respectivamente, según se señaló en el estudio de Cifra.
“También se advierte en la elevada rentabilidad sobre ventas que declaran en sus estados contables de la primera parte de 2023 empresas como Ternium (30,3 por ciento, el mayor fabricante de acero de la Argentina, del grupo Techint), Aeropuertos Argentina 2000 (28,3 por ciento, una compañía a cargo de 35 aeropuertos en el país perteneciente a Corporación América, el holding de Eduardo Eurnekian, donde trabajó y desde donde saltó a la TV y a la arena política el economista Javier Milei), y las alimenticias Arcor (12,8 por ciento) y Molinos Río de la Plata (9,6)”, se detalló en el documento de investigación que puso el foco en la casta empresarial-inflacionaria, un poder económico que abusa de su posición dominante en el mercado.
Lucran y lloran
Enrique Martínez, coordinador del Instituto para la Producción Social, escribió un artículo cuyo título es La construcción de un zombie. “Tu reflejo puede ser votar al menos conocido, al que todavía no administró el Estado y así te parece que hay una oportunidad que no te joda. Los poderosos del sistema también imaginan eso y es normal que aparezcan personajes que prometen romper todo y dejarte libre por completo, pero que en realidad son la pantalla de los auténticos causantes del problema. ¿Quiénes son estos poderes ocultos?”, se preguntó el ex presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti).
Trascartón, se respondió: “Los que lucran con todo lo que necesitamos. Desde el cable de televisión a la leche larga vida con 200 vitaminas. Ese puñado de corporaciones que se ha apropiado de las formas de acumular dinero y cada día inventan una forma más; los que condicionan al Estado, sea cual sea el político que conduce y además consiguen que vos le eches la culpa de tus problemas”.
Estos grupos económicos, se recordó en el reporte de Cifra, integran en su mayoría la Unión Industrial Argentina (UIA), una de las principales cámaras empresariales que rechazó la suma fija que el gobierno anunció para intentar paliar los efectos de la devaluación pos Paso que le impuso el FMI como condición para poder recibir el desembolso de 7.500 millones de dólares.
En este sentido, y sobre las medidas que puso en marcha el ministro-candidato Sergio Massa destinado a compensar el salto devaluatorio, el economista y docente Ernesto Mattos consideró: “Es bueno tener una perspectiva de mejora de ingresos para trabajadores y jubilados, para pymes, pero, como va a cuenta de paritarias, en definitiva es un adelanto de sueldo. Pero cualquier ingreso subsana y es mejor que nada”.
En declaraciones radiales, Mattos ponderó que, más allá de la discusión si es suma fija o bono, “el gran dilema es qué hacemos con los Funes de Rioja de la vida (en referencia al abogado laboralista que preside la UIA, también titular de la cámara empresarial de industrias alimenticias Copal) que no están de acuerdo con el pago de la ayuda y además rechazan los acuerdos de precios. El gobierno debe ponerse un poco más firme para recomponer la capacidad de compra de sectores populares y para que cualquier aumento salarial se sienta en los bolsillos”.
Desde Cifra calcularon que las empresas mediano-grandes que deben pagar sin ayuda estatal la suma fija de 60 mil pesos en dos cuotas para los trabajadores cuyos salarios netos sean inferiores a 400 mil pesos, deberían desembolsar alrededor de 218 mil millones de pesos, que equivalen (apenas) al 1,2 por ciento de las transferencias de ingresos del trabajo al capital que tuvieron lugar durante los últimos años.
“Si a las grandes empresas le pareció demasiado elevada la suma fija, el impacto para los trabajadores registrados en el sector privado es reducido ya que la medida no apunta a inducir un shock distributivo que revierta la crisis de ingresos heredada del gobierno anterior sino a limitar los efectos de la devaluación del 14 de agosto”, se indicó.
Para Cifra, distinto es el caso de los jubilados dado que los anuncios orientados a los más de cinco millones que cobran el haber mínimo, con bono, aumento por movilidad y devolución del IVA para las compras con tarjeta de débito, “fueron significativos”. El paquete de anuncios se completó con la suma fija a empleados públicos nacionales –rechazada por gobernaciones provinciales– y una batería de medidas de menor impacto en sectores vulnerables. Según consideraron desde el centro de investigación y análisis de la CTA de los Trabajadores, los paliativos sirven para enfrentar la devaluación posterior a las Paso pero resultan insuficientes para revertir la situación previa, es decir la crisis de ingresos que derivó en un resultado electoral adverso.
El salto cambiario tras el buen desempeño de Milei en las primarias provocó un costo inflacionario que no hizo más que seguir socavando el poder adquisitivo de los sectores populares. El gobierno devaluó un 22 por ciento y llevó el dólar oficial a 350 pesos con el objetivo de reforzar reservas. Pero las arcas del Banco Central mejoran poco y la inflación se dispara mucho, con el consecuente impacto en los precios y en el malhumor social. Y el ministro de Economía es el candidato del oficialismo. Panorama complicado, que se torna un tanto más digerible en ciertos sectores cuando acechan las bestias.
Dos dígitos (guarda con la híper)
En el último informe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), titulado “El largo camino hasta noviembre”, se destacó que la devaluación “volvió a disparar los precios de la economía de forma casi inmediata y contribuyó a que, una vez más, la dinámica de precios profundice el régimen de alta inflación que estamos atravesando”. Y, frente a un proceso de creciente indexación en jubilaciones, asignaciones, salarios, alquileres, créditos, tarifas y la política cambiaria, advirtió que “el riesgo actual pasa porque esta dinámica inflacionaria no pueda controlarse y se escale hacia una hiperinflación”.
Desconociendo las presiones del Fondo y sus recetas de ajuste, el anuncio oficial de un paquete de medidas busca recomponer ingresos y paliar los efectos regresivos de la devaluación. En el documento del Ceso se analizó: “El principal objetivo del oficialismo es llegar al final de mandato sin una explosión cambiaria. El siguiente, ganar las elecciones. A simple vista, objetivos que parecen incompatibles. La posición del oficialismo posiblemente sea intentar hacer equilibrio entre estos dos objetivos. La pregunta que queda entonces es, ¿alcanzan los dólares hasta octubre? Para mantenerse competitivo hasta las elecciones, el oficialismo viene atravesando un camino en el que intenta hacer equilibrio entre la fragilidad externa, las condicionalidades exigidas por el FMI y la necesidad de dar respuesta a la delicada situación socioeconómica”.
En unos días se conocerá el dato oficial de inflación que informará el Indec. Diferentes consultoras anticiparon un índice de precios al consumidor de dos dígitos para agosto, con mayor impacto en alimentos, y representará la medición mensual más alta de los últimos treinta años. La inflación de julio fue de 6,3 por ciento. Algunas estadísticas duplican el número de agosto, devaluación mediante. La Usina de Datos de la Universidad Nacional de Rosario dio a conocer que en la ciudad el costo de la canasta básica alimentaria, medida en cinco grandes cadenas de supermercados, se disparó casi un 26 por ciento en agosto, impulsado por la suba en los precios de verduras, pan y carne.
La (mi)ley de la selva
El Frente de Todos, condicionado por la herencia del endeudamiento con el Fondo, la pandemia, la guerra, la sequía, sumadas las peleas al interior del peronismo y la inacción de gobierno, terminará el mandato en diciembre próximo con mayor inflación y pobreza que el gobierno de Cambiemos, que durante su gestión reprodujo con creces esas variables sensibles.
En su último informe de coyuntura, el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía, el grupo rosarino Mate, puso de relieve otros datos imposibles de desconectar del avance de la derecha: “El salario real sigue por debajo del nivel que tenía en el final del gobierno de Macri. La pérdida acumulada por cada asalariado en la gestión de Alberto Fernández promedia los 233 mil pesos. El salario real en el sector público es 8,6 por ciento más bajo que el salario del último año de Macri y 26 por ciento más bajo que 2015”.
Milei propone resolver la inflación con dolarización (endeudamiento, recesión y mayor pulverización salarial), aunque esta propuesta, bandera de los anarcocapitalistas, quedó bajo humo, primero puesta en duda por ex funcionarios menemistas que asesoran a Milei y luego otra vez ratificada por el líder de ultraderecha, el “antisistema” para la tribuna, que habla de la casta política pero nunca de la casta (esa clase con privilegios) económica, judicial y castrense.
Que el 40 por ciento de la población argentina tenga problemas de ingresos y esté bajo el umbral de la pobreza representa una gran deuda de la democracia, sistema político que supimos conseguir pronto a cumplir cuatro décadas, después de la larga noche del genocidio (plan sistemático de exterminio de personas, asesinatos y desapariciones, robo de bebés, secuestro y tortura) que perpetró la última dictadura cívico militar, redimida por la extrema derecha, la misma que aborrece la justicia social. La Libertad Atrasa niega el terrorismo de Estado y reivindica la represión de la dictadura. El intento de avasallamiento de derechos vigentes (a los que siempre hay que resignificar) recibe como respuesta memoria histórica y repudio masivo en las calles.
Otra reacción callejera fue la de las curas villeros que celebraron una misa multitudinaria en el barrio porteño de Barracas, en las puertas de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, “en desagravio por los ultrajes” al Papa Francisco y cuestionaron con dureza al candidato autopercibido libertario tras sus constantes ataques al líder religioso.
“Creemos que endiosar el mercado lleva a la deshumanización a través del olvido de los más débiles”, afirmaron en una nueva crítica a Milei desde un punto de vista socioeconómico, y sumaron: “Si sólo despertás leones, es lógico que se coman a los corderos más indefensos”. Las reprobaciones de los sacerdotes de barrios populares de ciudad y provincia de Buenos Aires y barriadas de diferentes ciudades del país se hicieron extensivas a dirigentes políticos que “se alejaron de la vida cotidiana de los pobres”. El mensaje de los curas villeros se denominó: “A 40 años de la recuperación de la democracia, no nos dejemos llevar por el sálvese quien pueda”.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 09/09/23
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