Yo no sé, no. Una de las tres bombitas de la cuadra, la que estaba en Iriondo y Riva, a eso de la tardecita empezó a ser invadida. Primero, por unas pequeñas mariposas que se asemejaban mucho a las polillas, luego por una banda de alguaciles. En un momento por cascarudos que empezaron a golpear con sus cabezas la chapa que protegía la bombita, luego por unas coloradas hormigas voladoras. Cerca de las 11 aparecieron los mosquitos, pasaban cerca de la lámpara y proyectaban una sombra que los hacía mucho más grandes. Carlos señaló: “Parecen aviones japoneses a punto de ir por un portaviones yanqui”. Días atrás, en el pasaje Independencia y Cafferata, a eso de las ocho, cuando la luz mermaba y terminábamos un picadito, vimos cómo desde un nuevo mercado de productores salían a gran velocidad unos murciélagos que se elevaban y volvían hacia la gran nave principal del mercado. Iban de a tres. Uno de nosotros dijo que estos murciélagos no eran del campo, a otro le parecía que era probable que vinieran del mercado que hacía poco funcionaba en Mitre y Pasco.

Manuel estaba intranquilo pues para él todos o casi todos los murciélagos eran parientes de Drácula o discípulos del príncipe de las tinieblas. Además, lo que estaba ocurriendo alrededor de las lámparas del alumbrado no era normal. Carlos dijo, a lo mejor para asustar más a Manuel, que las pequeñas mariposas eran polillas que venían por nuestra ropa. Juancalito dijo que las hormigas venían para llevarse todo el azúcar y que tendríamos un año amargo. Tiguín dijo que los alguaciles anunciaban lluvia para todo el año. Igual, la mayor preocupación que tenía Manuel eran esos tres murciélagos. En un momento se levantó y nos dijo: “¡Miren, estamos a horas de la noche de Reyes y es probable que esta cuadra sea escenario de un gran enfrentamiento: atacarían a los que vienen desde Belén, y los atacantes serían esos tres enviados desde Transilvania!”. En ese momento, Raúl, mientras le pegaba la última pitada al último L&M, se levantó y nos dijo: “Aguanten, que en un toque vuelvo”. 

Al rato llegó con un flaco de Carlos Casado que habíamos visto un par de veces en la cancha de Nacional. Le decían Pájaro nocturno, porque el loco en los partidos nocturnos con la redonda parecía volar. Raúl lo presentó y nos dijo: “Pregúntenle a él”. Pedro lo convidó con un Jockey y le preguntó: “¿Pájaro, como viene la mano con esos murciélagos?”. El Pájaro tiró un par de bocanadas de humo y después de mirar un rato el vuelo rasante de esos bichos, nos dijo: “Va a estar todo tranqui”. 

El humo de cigarro se agrandó hasta convertirse en una neblina. Sentimos el último vuelo rasante que pasó cerca nuestro, y el cielo le dio lugar a un par de nubes que dejaron caer cuatro gotas.

Luego el cielo se despejó. 

Ya en la noche de Reyes, Manuel estaba tranquilo y se durmió esperando ver la camiseta de Chacarita con el número 8 en la espalda de Ángel Marcos (capitán y goleador del funebrero). Manuel y todos sabíamos que por la cuadra parecían buenos vuelos y por ahora estábamos a salvo del príncipe de las tinieblas.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 06/01/24

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