La actual gestión parecía destinada a ser la primera experiencia anarcocapitalista en el mundo. Hasta ahora es un loteo entre corporaciones que asfixian y saquean a las grandes mayorías. Los límites ya están a la vista.

El anarcocapitalismo es una rareza que rankea entre las más singulares de la oferta política global. Sustentado económicamente en la denominada Escuela Austríaca, supone una sociedad sin Estado, o al menos le reserva a éste –en una instancia inicial de la “revolución libertaria”– los roles de seguridad y defensa. Del resto se puede ocupar el mercado y los individuos que lo integran.

Según el economista Andrés Asiain, “a diferencia de otras vertientes liberales, los anarcocapitalistas llevan la idea de provisión privada de bienes y servicios a niveles extremos, eliminando el Estado en la provisión de Dinero, Salud, Educación, Seguridad, la Ley y todas las esferas de la gestión pública. Dichos servicios básicos comunes serían proporcionados por empresas privadas que se contratarían en forma voluntaria”.

Lo impracticable no sobreviene de planteos ideológicos sino de la propia dinámica del capitalismo, que funciona en sinergia permanente con el Estado. Hasta las corporaciones más extremas necesitan del Estado como último garante de sus negocios, en términos jurídicos y como prestamista de última instancia. Por lo tanto, es inútil señalar con detalles por qué ante los primeros embates del poder real nacional y global Milei debió renunciar a sus ideales.

Pero Milei tiene, de origen, un problema mucho mayor a la inviabilidad para poner en hechos sus ideas. El actual mandatario creó un sello, ni siquiera un partido político, y en apenas dos años ganó una elección presidencial. Es ostensible que nunca previó armar una estructura, y ya dio muestras acabadas de su desconocimiento y experiencia para gobernar, aquello que en la jerga se define como “manejar la botonera del Estado”. Es más, hay motivos de sobra para sospechar que sigue sin encontrarla.

Ergo, primero algunos integrantes de la fuerza que salió tercera en la primera vuelta, y luego, al ver la debilidad del armado gubernamental, las corporaciones financieras y agroexportadoras, terminaron por colonizar el sello y ahora son éstas últimas las que están llevando a cabo un programa de saqueo por etapas.

Por otra parte, durante el primer mes de gestión de Milei, el Banco Central dejó de emitir pesos para financiar al Tesoro de manera directa e indirecta, pero la base monetaria se expandió, emitiendo más de 6 billones de pesos. Ni demolición ni cierre de la entidad monetaria, pura emisión para “el pago de interés de pasivos remunerados, compra de divisas, el rescate de las Levid y la ejecución de los puts de bancos”, según cita el periódico Ámbito Financiero en su edición del miércoles 10 de enero.

Si la actual administración estaba destinada a ser la primera experiencia anarcocapitalista en el mundo, ese pronóstico quedó sepultado a las 48 horas de la asunción del actual mandatario. Sin embargo, el peligro es que las corporaciones que lotearon la gestión impongan un modelo antidemocrático que asfixie a las grandes mayorías.

DNU y Ley Ómnibus, contratos de loteo

Ningún gobierno en la historia argentina tuvo el nivel de desatino institucional como el que asumió el 10 de diciembre de 2023. Por lo anterior descripto, Milei decidió dar el salto al vacío que le brinda, al menos en términos formales, una suerte de compensación en cuanto a cumplir su ideal anarcolibertario, pero principalmente, pagar en contante y sonante el apoyo y el know how que le brindan las corporaciones que lo sustentan.

El 20 de diciembre, sin tomar nota de que se trata de una efeméride negra en la historia político social de la Argentina –o precisamente por eso mismo–, el Presidente hizo público un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) en el que explicita el modelo de país que quiere imponer. Más tarde, envió al Congreso la ya conocida Ley Ómnibus.

En sí, el DNU tiene todas las características de un contrato de locación. El propietario –en este caso el Estado– dispone las condiciones en que los inquilinos pueden hacer uso del bien inmueble. Y para cada uno de ellos hay un artículo que lo ampara. Sería un error hablar de desregulación, porque en verdad de lo que se trata es de regular cualquier intromisión que se interponga entre los firmantes y sus negocios.

De tal modo, en el “Título II – DESREGULACIÓN ECONÓMICA”, la banca nacional y extranjera se lleva un apetecible capítulo. El artículo 13 deroga la ley N° 21.799 que regulaba, entre otras cosas, el nombramiento de los directores del Banco de la Nación Argentina, que debían ser designados por el Poder Ejecutivo Nacional.

Acto seguido, en el Capítulo II – Tarjetas de crédito, se deroga la Ley N° 25.065, y entre otras cuestiones deja sin efecto el tope al interés punitorio (por demoras en el pago) que los bancos cobran a clientes o ahorristas; elimina el tope de tasa que se le cobra a comercios (3 por ciento en caso de las tarjetas de crédito y 1,5 por ciento de las de débito) y deroga sanciones a las empresas en caso de que no informen la tasa de interés.

Para sintetizar, cada corporación se lleva su premio. América consiguió que el DNU satisfaga dos de sus reclamos: elevar el tope de las tasas aeroportuarias al doble: 100 dólares, y el más apreciado por Eduardo Eurnekian: la posibilidad de enajenar los terrenos donde funcionan los aeropuertos que están en la órbita de Aeropuertos 2000, actualmente considerados tierras fiscales.

Las corporaciones que quieren quedarse con el negocio del fútbol también tienen su premio: en el DNU hay un apartado que incluye a las Sociedades Anónimas Deportivas. Si bien la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) recientemente armó un dispositivo de defensa a través del comité, el DNU contiene una artículo especial para tratar de saltarlo –el artículo 19– apunta que “no podrá impedirse, dificultarse, privarse o menoscabarse cualquier derecho a una organización deportiva, incluyendo su derecho de afiliación a una confederación, federación, asociación, liga o unión, con fundamento en su forma jurídica, si la misma está reconocida en esta ley y normas complementarias”.

Por su parte, Black Rock –y otros fondos buitre– quedan con las puertas abiertas a la adquisición de miles de hectáreas argentinas a partir de la derogación de la Ley de Tierras y a la compra de empresas públicas a precio vil con la privatización de compañías estatales, y a la compra de acciones de YPF.

Los pool de siembra y terratenientes quedan a resguardo de acciones judiciales con la derogación de la Ley de Manejo del Fuego, porque permitirá la libre quema de pastizales para la cría ganadera o la siembra pos cosecha.

Tal vez el más escandaloso de los anuncios sea el que se realizó mencionando el nombre de una corporación: Starlink, que tendrá acceso a los servicios de internet satelital, negocio por el que su dueño, el mega millonario Elon Musk, tiene en la mira a Arsat, la empresa argentina de telecomunicaciones creada por el Estado Nacional el 22 de mayo de 2006, a través de la Ley 26.092, que brinda –por ejemplo– servicios de transmisión de datos, telefonía y televisión por medio de infraestructura terrestre, aérea y espacial. Arsat ofrece acceso de alta velocidad a Internet en áreas que no cuentan con servicios tradicionales de banda ancha o cable. A través de los satélites geoestacionarios ARSAT-1 y ARSAT-2 ofrece cobertura en la República Argentina y todo el continente americano, incluyendo la Antártida e Islas Malvinas.

Con las derogaciones de las leyes de Abastecimiento y de Góndolas favorece en forma directa a las corporaciones productoras de alimentos tanto nacionales como extranjeras, y con la caducidad de la Ley de Compre Nacional deja en absoluta desventaja a innumerables sectores industriales y productivos. Asimismo, al dar de baja al Observatorio de Precios del Ministerio de Economía, se elimina cualquier vestigio de monitoreo sobre la formación de precios en un contexto de una inflación prevista con un piso de 300 por ciento anual.

El decretazo también modificará a sola firma el Código Civil y Comercial, “para garantizar que las obligaciones contraídas en moneda extranjera deban ser canceladas en la moneda pactada”. Este cambio de reglas otorga una posible vía de entrada a la dolarización de la economía que se daba por muerta.

Otra corporación favorecida por el DNU es la que nuclea a las empresas de medicina prepaga. Al eliminarse “las restricciones de precios a esa industria”, esas empresas pasarán a competir con las obras sociales.

La interna Milei-Villarruel

Otro aspecto que resulta inquietante en este primer mes de gestión es la fisura abierta entre el Presidente y su vice. Como es notorio, Milei quebró todos y cada uno de los acuerdos anudados con Victoria Villarruel camino a competir electoralmente. Todo indica que el origen de esa ruptura hay que buscarla en el macrismo sin distinción de pelaje: tanto Mauricio Macri como Patricia Bullrich operaron para quitarle peso específico a la compañera de fórmula de La Libertad Avanza (LLA).

Ni bien Milei ganó el ballotage del 19 de noviembre pasado, quedó claro que las áreas de Seguridad y Defensa –prometidas a su vice– recaerían en otras manos. 

Gobernar con o sin consenso

Por otra parte, los grupos corporativos siguen sin entender al peronismo, lo reducen al kirchnerismo, porque no les interesa tener una mirada histórica. El peronismo lleva casi 80 años en la política nacional. Ha ganado y perdido elecciones, y siempre vuelve, debido a los fracasos sistemáticos del liberalismo, que a través de dictaduras o en democracia no puede pensar en un modelo que contenga a todos, ni se lo propone.

El peronismo puede fracasar, como ocurrió con el gobierno de Alberto Fernández, pero su objetivo es que la Argentina sea vivible por todas y todos. Entiende el poder en términos de negociación, con acuerdos, tensiones, antagonismos que pueden o no resolverse y, de acuerdo a la coyuntura, plantea el diálogo o la confrontación con los factores estables del poder económico, con la mira puesta en la distribución del ingreso y desde una perspectiva de justicia social, en la que el Estado juega el rol de árbitro de las tensiones que registra la disputa entre el capital y la fuerza laboral.

Es interesante observar que quienes ganaron denunciaron fraude antes de ir a las urnas. Ahora se llenan la boca diciendo que ganaron y que eso inhabilita a cuestionar el rumbo que comienza a tomar la nueva administración. No entienden que el peronismo cuando pierde, pierde pero no se calla. Perder no implica callarse. Es más, el liberalismo cuando pierde no se calla, ¿por qué debería hacerlo el peronismo?

Hay indicios de que los límites de este modelo están a la vista. Una muestra de ellos es el plan de lucha planteado por la CGT, que incluyó una marcha a Tribunales, un paro general con movilización para el 24 de enero, y ya cosechó un amparo judicial que detuvo en seco el capítulo que desarticulaba casi todos los derechos laborales conquistados durante décadas de lucha.

Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario

En el Congreso los movimientos de una oposición lábil, como pueden serlo el autodenominado peronismo federal y el radicalismo, y el macrismo –cómplice principal de este plan de negocios–, preanuncian que en la Cámara de Diputados el DNU y la Ley Ómnibus tienen chances de ser aprobadas. Algo más difícil es el tránsito de esos instrumentos en el Senado, pero las presiones a los gobernadores de parte del gobierno también suponen un final abierto.

Este gobierno no tiene plan económico. Tiene un plan de saqueo y negocios para muy pocos. Así es el liberalismo. El problema es que la legitimidad con que asumió Milei comienza a licuarse a apenas un mes de asumir, al mismo ritmo que los ingresos de la mayoría de argentinos, lo hayan votado o no.

La aprobación de los mamarrachos jurídicos redactados artículo por artículo por las corporaciones beneficiarias representaría un duro golpe a cualquier plan de la oposición para ponerle un tope a Milei, que no ha dudado en manifestar su inclinación a salidas más propias de una tiranía que de una república.

Nadie sabe cuánto puede durar un estado de cosas de tamañas proporciones. Lo que sí puede saberse es que todo apunta a que no puede terminar bien. Si a quienes le creyeron y le creen a Milei les hubiera importado la historia lo sabrían. Y tal vez no lo hubieran puesto donde está.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 13/01/24

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