Ni soluciones mágicas ni desesperanza. Así se presenta el escenario que indefectiblemente conduce a la caída del régimen anarcocapitalista. ¿De qué factores depende ese derrumbe que millones ansían y otros tantos niegan?

Los primeros cien días de gestión de Javier Milei dejaron como saldo una Argentina arrasada en lo económico y social, sin poder domar la inflación, con las paritarias pisadas, las jubilaciones depreciadas, una caída récord en el nivel de actividad económica, un virtual desfinanciamiento de todos los programas sociales, interrupción de cuajo de la obra pública, cerrojo a las transferencias a las provincias, cesación de pagos a los importadores, licuación de los ingresos de la gran mayoría de la clase media, con la consiguiente incapacidad de ahorro en dólares, e incluso el forzoso desahorro en dólares para hacer frente a gastos corrientes.

Ésa es la Argentina Milei. En su último estudio, la consultora Suban-Córdoba arranca su análisis de este primer tramo de gobierno anarcocapitalista apelando a las peculiaridades del país respecto de otros: “En todo el mundo, los periodos de gobierno suelen estar marcados por determinados hechos o circunstancias. Uno piensa en la presidencia de Bush en Estados Unidos y piensa en las torres gemelas y la guerra contra el terrorismo, por ejemplo. En Argentina, todos los gobiernos parecen condenados a que sus propias historias se cuentan a partir de los índices económicos. Casi no hay lugar para otra cosa. La economía abarca todo y se transforma en el gran monotema que marca la gobernabilidad y el horizonte político de las gestiones”. Y es tan cierto como que el propio Milei se metió solo en ese callejón sin salida, al supeditar todo su presunto éxito o su fracaso al programa económico a todo o nada.

Los duros índices de una realidad desgarradora

Si se pudiera establecer una síntesis en números, los tres primeros meses de Milei arrojaron índices espeluznantes:

Devaluación del 118 por ciento en diciembre, apenas comenzada la gestión.

Inflación trimestral acumulada del 71,3 por ciento.

El salario promedio cayó en picada. Según la Fundación Capital, “en el acumulado de los primeros dos meses de la nueva gestión, los ingresos formales evolucionaron bien por debajo de la dinámica de los precios (38,4 por ciento promedio versus 51,9 por ciento)”. Y el análisis concluye que “se advierte una baja del 8,9 por ciento interanual real”.

Jubilaciones congeladas durante el primer trimestre. En diciembre, enero y febrero se cobró el mismo haber previsional, con una inflación del 71,3 por ciento. Los cálculos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) indican que aún con el aumento del 27,18 por ciento que estipula la ley de movilidad del gobierno anterior, “la pérdida de poder adquisitivo fue del 42 por ciento en el primer trimestre”.

Medicina prepaga, educación privada, servicios de comunicación y combustibles son los rubros que empujaron hacia arriba al Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec: desde el 10 de diciembre, acumulan un 53 por ciento de incremento.

Pymes: el Índice de Producción Industrial Pyme (IPIP), elaborado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), arrojó una caída de la actividad del 21,7 por ciento en el bimestre enero-febrero.

Capacidad instalada de la industrial: en enero el índice fue de 54,6 por ciento, más bajo que en 2020, con el parate de la pandemia de Covid 19.

Lo más perverso es que la licuación de salarios no es un efecto indeseado por Milei, es parte del plan económico de La Libertad Avanza (LLA), que intenta forzar que las negociaciones paritarias tengan un techo del 15 por ciento. Un escenario inducido, y el propio Milei lo puso en evidencia, a través de una suerte de confesión exaltada: “Hicimos que la gente tenga menos pesos para convalidar precios altos”.

Un presidente que disfruta con el daño ocasionado a los sectores más vulnerables. Ése es Milei. Alguien que llegó a decir en campaña que quería que la economía estalle. Y lo está logrando. Y hace alarde de ello.

¿Cuánto dura?

La pregunta que surge tras este panorama escalofriante es: ¿qué grado de sustentabilidad puede tener un programa de estas características? La respuesta automática es simple: ninguna. Su explicación, sin embargo, no parece tan sencilla.

Existen diferentes miradas sobre un punto que desvela a quienes sabían lo que iba a ocurrir si ganaba Milei pero nunca imaginaron el grado de crueldad e insensibilidad que le impondría a su administración el ex panelista televisivo. Se trata de intuir o especular sobre cuánto puede durar este brutal experimento.

Están los que se arriesgan a vaticinar que éste será un gobierno breve, como el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno, quien sostiene en cada uno de los infinitos programas de televisión y radio a los que asiste o en los que lo llaman que podría durar seis meses. No obstante, en las últimas semanas insiste con la brevedad pero ya sin hacer presagios certeros.

“Macri pudo sobrevivir porque se endeudó afuera y Alberto pudo sobrevivir porque se endeudó adentro. Este chico, hasta ahora, ya no se puede endeudar ni afuera ni adentro, entonces lo que hace es mandar al infraconsumo a sectores de la población y hacer pedazos el sector privado. ¿Cuánto tiempo más va a durar esta historia?”, se preguntó el ex funcionario de Néstor y Cristina Kirchner en una entrevista concedida al diario Perfil.

Para cerrar, y refiriéndose al elenco gubernamental de LLA, Moreno graficó: “Estos muchachos están mal de la cabeza, y si están mal de la cabeza no lo pueden aguantar. ¿Cuánto tiempo puede ir a una escuela y hacer chistes pornográficos? ¿Cuánto tiempo pueden estar haciendo las tonterías que están haciendo, sobre todo perturbando al capital? Es el primer gobierno que veo que se la agarra con el capital. Que se la agarren con los trabajadores vi muchos, que se la agarren con la clase media vi algunos, que se la agarren con todo no vi nunca”.

Uno de los que consideran que el proceso de consolidación o colapso de la gestión Milei no será necesariamente corto es el politólogo Pablo Touzón, quien en un reportaje radial realizado por la Agencia Paco Urondo en el canal de streaming Gelatina sostuvo que “después de Milei no hay restauración de la casta, no se vuelve para atrás, que es lo que piensan muchos”.

Para Touzón, autor del libro ¿Qué hacemos con Menem?, el riojano “se veía a sí mismo como un pacificador. Trae los restos de (Juan Manuel de) Rosas, se abraza con (Isaac) Rojas, los indultos”. Y articula ese rasgo con la actual coyuntura: “Milei lo levanta a Menem para otra cosa, para antagonizar mucho más. No hay un fin de la historia, sino una repetición de la conflictividad”.

El politólogo sugiere que con “Menem había un orden, por eso se reformó la Constitución. Esto (por la gestión libertaria) es caos. Sabe (Milei) lo que quiere desenchufar, pero no lo que quiere enchufar”. Y subraya que “Milei avanza en una especie de vacío. Cierran universidades y no pasa mucho. Hoy tiene espacio social para sus políticas. Le falta expertisse política, pareciera. Por supuesto, la economía va a ser el tope del humor social”.

Sobre ese handicap que, por ahora, ostenta el presidente libertario, el entrevistado ensaya un desenlace posible: “Eso cuánto dura. ¿Un año así? La gente quiere resultados. Hoy tiene margen, porque la gente le sigue pasando factura a lo anterior. Pero hay un tema ahí: porque uno podría decir, tuviste a toda la casta regalada, por el piso, una sociedad que banca un ajuste duro, y no te salió. Bueno, hacete cargo”.

Actores de un sainete inusual

Claudio Scaletta, además de licenciado en Economía –él prefiere definirse como economista político–, tiene una larga experiencia como periodista y colaborador en medios. Fue editor del suplemento económico Cash, de Página 12, escribe actualmente en El Destape, coordinó el área de Economía y Desarrollo Regional del ex Centro de Estudios Patagonia (CEP) y fue director de Fabricaciones Militares.

En diálogo con El Eslabón, a propósito del devenir económico, social y político de la presente coyuntura, Scaletta se mostró cauto a la hora de establecer plazos perentorios para un eventual colapso de la gestión Milei: “Los procesos de deterioro social no son automáticos, sino bastante lentos”.

En torno del panorama que pinta en el amplio universo de la oposición peronista, el economista describió: “El discurso de la armonía de clases, de la existencia de una burguesía nacional que conduce los procesos en la etapa de la industrialización distributiva, entró en crisis, nos dimos cuenta de que esa burguesía nacional no existe”.

Scaletta apeló a algunos postulados de Antonio Gramsci sobre la funcionalidad de las clases sociales, algo que –señaló– aplican a la realidad argentina: “Están las clases hegemónicas, las subalternas y las auxiliares, que ayudaban a las primeras a sostener esa hegemonía. Bueno, con la globalización, o bien las cadenas globales de valor, como quiera definirse, con las multinacionales, nuestras clases dominantes se convirtieron en auxiliares de las hegemónicas de los países centrales y por eso no hay una burguesía con un proyecto nacional y forman parte de la conducción global de la economía”.

En síntesis, Scaletta es lapidario al considerar el fenómeno libertario: “Milei es el producto del triunfo de la burguesía en responsabilizar a la dirigencia política del fracaso en la construcción de un proyecto de país. Es el producto del fracaso de la dirigencia política en conducir a la burguesía bajo un proyecto de país y es el producto del hartazgo de la población por la persistencia de ese fracaso”.

EE: No es posible depositar esperanza alguna en ellas, entonces.

—CS: Es que esa conducción global de las multinacionales requiere libre circulación de capitales, mercancías, todo el paquete del neoliberalismo, para que no existan interferencias con sus inversiones.

EE: Eso no estaría funcionando.

—CS: Claro. ¿Qué se preveía de un gobierno de Milei? Que se iba a facilitar la entrada de capitales, que iba a aprovechar el momento de auge de determinados sectores que pudieran aportar divisas, el desarrollo de la minería, la energía, algo que lleva un período de maduración de inversiones y que esas inversiones iban a ayudar a estabilizar la economía. Bueno, eso no está sucediendo.

EE: ¿Por qué?

—CS: Porque el tipo es un loco. Y lo más tremendo es que, con excepción del peronismo, al que se lo ve más unido que con el macrismo, el resto de la clase política hubiese estado muy dispuesta a acompañar o ayudar a Milei, y el tipo no los deja. Eso es una anomalía. (el diputado nacional Miguel) Pichetto les dice “déjense ayudar”, pero no hay caso.

EE: ¿Y cuán sostenible puede llegar a ser el modelo Milei?

—CS: Mirá, el macrismo tuvo una etapa de estabilidad y crecimiento hasta comienzos de 2018, una contrapartida de la ingente entrada de capitales producto del endeudamiento externo acelerado. No era sostenible.

EE: ¿Va a producirse un choque entre los grandes grupos económicos “nacionales” y Milei?

—CS: No creo. Son multinacionales que tienen la pata fuerte en la Argentina. Arcor perdió una montaña de plata con Macri y sin embargo sigue bancando la Fundación Mediterránea, llama a (Carlos) Melconian para que les arme un plan económico. Es ideológico el tema. Son enemigas del Estado. Les gusta Milei por eso. No piensan en el funcionamiento del Estado como tal sino como un mero cobrador de impuestos. Aunque les expliques que dependen del mercado interno, que no está bueno tener la inseguridad que genera un país desigual, siempre van a elegir un modelo con menos Estado. Yo no contaría con esa “burguesía”. Incluso si Milei fracasa, se van a desencantar con Milei, con el personaje, pero no con sus ideas. No van a cambiar su mirada ideológica.

Ésta parece ser la Argentina Milei. Un país sin proyecto de Nación consolidado, que cada paso que da en esa dirección parece destinado a la zancadilla permanente de un destino antinacional que acecha todo el tiempo.

Milei da toda la sensación de querer atreverse a saldar el empate histórico entre el movimiento nacional y la antipatria. Frenar esa atropellada dependerá de la solidez que tengan el movimiento obrero organizado, en articulación con la política, los movimientos sociales y el capital nacional comprometido con el mercado interno.

No fue magia. No hay magia, ni la habrá. Milei está dispuesto, incluso, a llegar a la sangre. Es bueno saberlo.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 23/03/24

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