Fabián Vidoletti, investigador de la Fundación para la Integración Federal (Funif), repasa distintos aspectos del triunfo de Obama en Estados Unidos y también los principales desafíos que afronta de cara al futuro gobierno. Aquí el artículo completo.

Las razones de Obama

Por Fabián Vidoletti, investigador de la Funif. Finalmente, luego de la campaña más larga y cara de la historia, Barack Obama se ha convertido en el 44º presidente de los Estados Unidos tras imponerse en las elecciones generales sobre su rival, el republicano John McCain. Si bien será con el correr del tiempo y la posibilidad de realizar un análisis más profundo que se podrán sacar conclusiones más precisas sobre las razones de este triunfo contundente es posible hoy por hoy adelantar algunas ideas.

Muchos son quienes hablan por estas horas de “momentum”. De que ha dado la hora señalada para un nuevo comienzo y en principio parece ser así. Ya los análisis iniciales de la composición del voto a Obama muestran un cambio de época. Las generaciones más jóvenes se han constituido en la base fundamental desde donde se ha estructurado esta victoria. Familias divididas entre padres e hijos a la hora del voto han sido una constante a lo largo del país. Y quizás el ejemplo más ilustrativo de esta realidad sea el estado de Florida donde la composición del voto en el seno de la comunidad cubana, histórica votante republicana y permanente lobbysta anticastrista en el seno del Congreso, ha visto como sus hijos y nietos se han plantado y expresado “basta de agitar la bandera de Fidel Castro, ocupémonos de nuestros problemas como ciudadanos estadounidenses tales como la salud, la educación y la igualdad de oportunidades”.

El otro dato que sobresale del resto es la participación sin precedentes del electorado. De acuerdo a los datos preliminares, cerca del 80% de los ciudadanos registrados para votar concurrieron a las urnas. De esto se desprenden dos conclusiones inmediatas: el primer lugar un realineamineto geográfico del voto. Estados que en los últimos tiempos votaron por los republicanos como Florida, Pennsylvania, Ohio, Nuevo México y Virginia, entre los más salientes, ahora se inclinaron por los demócratas. Por otro lado, el rol clave de las minorías. Cerca del 95% de la comunidad afroamericana favoreció a Obama, mientras que entre el 75 y el 80% del electorado hispano votó por el candidato demócrata.

Esto ha sido posible por la aparición de un elemento que había sido olvidado en las estrategias de campaña: la capacidad de movilización masiva de las bases sociales y políticas por parte de miles de voluntarios y organizaciones que tomaron como propia la campaña sin esperar que las líneas de acción proviniesen del cuartel general de campaña. Gente que iba de puerta en puerta incentivando a la gente a ir a votar; grupos religiosos que organizaban a sus feligreses para concurrir todos juntos a los centros de votación o montando ellas mismas sus propios centros en las parroquias e iglesias; organizaciones de base que proporcionaban información y registraban a personas para que puedan emitir el sufragio.

"No comenzamos con mucho dinero ni con muchos apoyos. Nuestra campaña no fue ideada en los pasillos de Washington. Se inició en los jardines traseros de Des Moines y en los salones de Concord y en los pórticos de Charleston. Fue construida por los trabajadores y las trabajadoras que recurrieron a los pocos ahorros que tenían para donar a la causa cinco, diez y veinte dólares. Adquirió fuerza de los jóvenes que rechazaron el mito de la apatía de su generación, que dejaron atrás sus casas y sus familiares para hacer trabajos que les procuraron poco dinero y menos sueño (…) Esta es vuestra victoria", dijo Obama en su discurso en el Grant Park de Chicago.

Con este estilo, el presidente electo ha logrado forjar a su alrededor, en todas las capas de la sociedad, un movimiento más sólido que de lo que ningún analista podía prever. Obama es el primer demócrata desde las elecciones de Jimmy Carter en 1976 que consigue más del 50% de los votos en una elección presidencial y va camino a lograr la victoria más holgada a favor de un demócrata desde Lyndon Johnson en 1964. "Ha reinventado la política", estima Paul Levinson, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Fordham en Nueva York, una revolución que es "tan profunda como las elecciones de Franklin Roosevelt en 1932 o la de John Kennedy en 1960".

A todo lo anterior se le suma la cuestión clave de que Barack Obama será el primer presidente de origen afroamericano en la historia de su nación. Un elemento de por sí de importancia histórica, pero al cual se le incorpora un dato más: el voto a Obama ha trascendido las fronteras raciales capturando una importante fracción del electorado anglosajón. Esto ha sido posible por dos factores: por un lado, porque Obama ha logrado convencer a una gran porción de aquellos preocupados por la debacle financiera y el futuro de la economía que él es el indicado para guiar al país en estos tiempos turbulentos; por el otro porque su propio discurso postracial ha aglutinado voluntades y tranquilizado a algunos que temían una presidencia revanchista.

“Esta es la respuesta de jóvenes y viejos: ricos y pobres; Demócratas y Republicanos, negros, blancos, latinos, asiáticos, indígenas, homosexuales, heterosexuales, discapacitados y no discapacitados. Estadounidenses que enviaron un mensaje al mundo de que nunca hemos sido una colección de estados rojos y estados azules; hemos sido, somos y seremos los Estados Unidos de Norteamérica”, dijo Obama, reiterando un concepto que se convirtió en una suerte de slogan de campaña.

De cara al futuro, lo que parece evidente es que Obama le intentará imprimir un cambio de estilo a su gobierno. Al presidente alejado del pulso de la gente en el que se ha convertido George W. Bush, Obama parece querer darle un perfil en el que la voz del ciudadano común tenga su importancia. Pero a la vez, que este mismo ciudadano no espere que sea el gobierno el que resuelva todos los problemas. “Les pido que se unan a mí en la tarea de reconstruir esta nación de la única forma en la que se ha hecho durante 220 años, parte por parte, ladrillo a ladrillo, mano sobre mano”.

Ahora vendrá el tiempo de pasar del discurso a los hechos. De mostrar que a su capacidad oratoria inigualable le puede sumar capacidad de gobierno. El tiempo de pensar en los desafíos que tiene por delante: una nación que enfrenta la peor crisis económica en 70 años; dos guerras que se han convertido en un pozo sin fondo; la reconstrucción de la imagen de una potencia confiable y, en ese mismo sentido, de las alianzas que se postergaron durante los pasados 8 años; la amenaza del terrorismo internacional; de un mundo al borde de una crisis energética y climática y; fundamentalmente, la reconstrucción de la confianza perdida, no sólo entre sus propios conciudadanos, sino alrededor del mundo.

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