¡Qué jugador, Majul! (www.webpilar.com)
¡Qué jugador, Majul! (www.webpilar.com)

El Señor I no necesita preguntar a alguno de sus amigos que ejercen el periodismo en el diario La Capital para confirmar que por ahí rige una orden clara: repudiar la posible sanción de una ley sobre medios audiovisuales que reemplace la vigente, decretada por la dictadura. Entender el posicionamiento del diario del grupo Uno de Daniel y José Luis Manzano es sencillo: basta poner “ley de medios” en el buscador de la edición digital del diario para notar que desde el envío del proyecto al Congreso todos los títulos son en contra de la aprobación. Y claro, aunque no tan poderoso como el de Clarín, lo del grupo Uno también es monopolio. Y a los monopolios los asusta cualquier tipo de intervención del Estado, más cuando quienes están al frente del Estado no operan como empleados directos de los monopolios.

Las líneas argumentales de quienes se oponen a la sanción de la nueva ley se van perfilando con claridad y la principal pasa por deslegitimar al gobierno nacional, del que, en síntesis, pretenden que no haga nada, ya que todo lo que haga obedece, según la oposición, a la perversidad y la malicia.

Así, la oposición oculta que un marco regulatorio distinto para la actividad de los medios audiovisuales no es una idea de este gobierno sino de un amplísimo conjunto de organizaciones sociales, sindicales y políticas que vienen reclamando ese nuevo marco desde la vuelta de la democracia y no desde que Néstor y Cristina llegaron al poder institucional.

Ahí está, en La Capital, don Luis Majul firmando una columna que sintetiza el discurso opositor, centrado en la satanización de Néstor, cuyo poder sería tan perversamente enorme como para que los sectores de la sociedad que están de acuerdo con una nueva ley de medios audiovisuales resulten meros corruptos o giles.

Que tengan que haber apelado a Majul para firmar una opinión semejante en La Capital es indicio, a la vez, de las dificultades de Vila y Manzano para conseguir un empleado a sueldo directo del decano de la prensa que cumpla esa labor. Salvo Mauricio Maronna, que en su más reciente editorial dominguera se metió en el tema de refilón y lamentó el “candor” de las voces opositoras que piden que el proyecto no se trate hasta diciembre, poniendo como ejemplo de no candor a Elisa Carrió y sus apocalípticas predicciones que hasta ahora no se cumplen.

O sea, para Maronna no alcanza con pedir que se demore hasta el año que viene el tratamiento de un proyecto que importantes sectores de la sociedad reclaman desde hace 26 años. El columnista no dice explícitamente cuál sería entonces la mejor estrategia opositora, pero deja traslucir que pasaría por no tratar el proyecto jamás de los jamases, así Vila y Manzano y el grupo Clarín se quedan tranquilos y las organizaciones que reclaman el tratamiento se joden y listo.

La cuestión es que incluso los “candorosos” a los que hace mención Maronna, que hablan de esperar hasta el año que viene y de la necesidad de debatir más tiempo la iniciativa, se cagan –y con diarrea– en los debates que se dieron en el último cuarto de siglo. También ignoran olímpicamente que desde Diputados están convocando a audiencias públicas para seguir la discusión.

El Señor I cree que esta actitud de ocultar voces a favor de la nueva ley no es más que otra muestra del autoritarismo de los grupos económicos que controlan los medios más grandes. Y que justamente por eso la aprobación del proyecto que se envió al Congreso es fundamental para sentar bases que permitan avanzar hacia más pluralidad informativa y más libertad de expresión.

Hace rato que el Señor I no escucha ni mira a Majul, pero recuerda aquello que repetía como slogan: “no creas todo lo que dicen los medios, ni siquiera lo que se dice en este programa”. No Majul, no te creemos nada, menos esa pose de alentador del espíritu crítico de televidentes, oyentes y lectores.

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