Además de los índices que dan cuenta de los avatares de su golpeada economía, otros ominosos porcentajes sacuden la opinión pública estadounidense: las amenazas de muerte contra el presidente Barack Obama subieron un 400 por ciento con relación a la cantidad promedio recibida por Bush, lo que significa 30 por día. Esta particular inflación incluye el meneo de armas de guerra en marchas opositoras, un desactivado complot racista para asesinarlo y hasta sermones religiosos que piden “que se muera y se vaya el infierno”.

Trabajan en una casa blanca cuidando a un señor que, por no ser blanco, es blanco de los racistas blancos. Anchos en sus trajes grises que apenas disimulan la presencia de chalecos antibalas y armas ocultas, con el distintivo en la solapa que dice “White House”, y los infaltables audífonos, los custodios de Obama están cada vez más preocupados. El Servicio Secreto del presidente, y sus recursos humanos y materiales, está en el centro de la polémica en los Estados Unidos. Porque los encargados de la custodia denuncian que son escasos los recursos con que cuentan para protegerlo, siendo que las amenazas de muerte contra el mandatario superaron todos los récords históricos en un país, para algunos “ejemplo de democracia desarrollada”, que sin embargo se ha caracterizado por despachar presidentes a los tiros. De hecho cuatro presidentes estadounidenses fueron asesinados cumpliendo sus mandatos: Abraham Lincoln (1865), James A. Garfield (1881), William McKinley (1901) y John F. Kennedy (1963).

Las amenazas de muerte contra Obama comenzaron apenas se oficializó su candidatura en 2008, y recrudecieron cuando resultó electo presidente y se convirtió en el primer afroestadounidense en ocupar ese cargo desde que Abraham Lincoln proclamó el fin de la esclavitud en 1863. Es que justamente, por favorecer la abolición, John Wilkes Booth, un actor de Maryland, residente en Virginia y simpatizante del Sur esclavista y racista, le disparó a Lincoln un tiro en la cabeza con su pistola Derringer el 14 de abril de 1865.

El índice inflacionario del 400 por ciento surge del libro publicado hace un par de semanas en los Estados Unidos, In the President’s Secret Service: Behind the Scenes with Agents in the Line of Fire and the Presidents They Protect (En el servicio secreto del Presidente: detrás de la escena con agentes en la línea de fuego y los presidentes que protegen). Su autor, Ronald Kessler, ex reportero del Washington Post, y actual redactor del sitio de Internet de tendencia conservadora Newsmax, asegura que desde que Obama asumió la presidencia el número de amenazas de muerte aumentó en ese porcentaje con relación al promedio de las recibidas por su antecesor, que registró unas tres mil anuales.

Hacen cola para matarlo

Hacen cola para matar a Obama, y no hay metáfora alguna en la expresión. La lista es larga. El componente racista es muy significativo, pero no es el único y se combina y potencia con motivos socioeconómicos. En este ranking del odio y la ignorancia apestan los “supremacistas”, como les llaman en los Estados Unidos a los racistas que preconizan la supremacía de lo que ellos denominan “la raza blanca” aunque los científicos ya hace años demostraron que no existe semejante cosa. También hieden neonazis, viejos nazis, y nazis a secas como los de la Nación Aria (Aryan Nation, con página web y todo) que reivindican a Adolf Hitler y toda su cháchara que atribuye a la “raza aria” una vinculación con los pueblos germánicos, siendo que “aria” proviene del sánscrito y el avéstico “arya” (noble). La denominación estaría vinculada a pueblos de Persia (actual Irán) y la India, y nada indica que tenga relación alguna con las tribus germánicas ni las bestias rubias que adoraba Friedrich Nietzsche.

A esta patológica mojiganga hay que sumarles los zombis con capucha picuda del Ku Klux Klan, los sectores más reaccionarios del GOP (“Great Old Party”, como se conoce al Partido Republicano”) y también el pensamiento de sectores importantes del “interior” o “los Estados Unidos profundos”, los campesinos, especialmente del sur, esos que dijeron “se lo tienen merecido, se lo buscaron”, cuando los aviones impactaron contra las Torres Gemelas en “la Prostituta Judía”, más conocida como Nueva York.

También desean matarlo los estadounidenses enrolados en la “cultura de las armas”, los de la Asociación Nacional del Rifle, comandados desde el más allá por John Charles Carter, más conocido como Charlton Heston. Ellos salen a manifestar contra Obama exhibiendo sus armas, muchas de ellas de guerra, ejerciendo ese derecho justo en las cercanías del lugar en que se presenta el presidente, para desvelo de la custodia.

Y siguen las firmas: los que defienden “el derecho a la vida de los niños por nacer” y desprecian ese mismo derecho de la gente ya más crecidita, denominados antiabortistas, algunos vinculados a alguna religión, también quieren matar a Obama, a quien acusan de ser un implacable matador de nonatos. Y muchos de los que se oponen a las reformas “socialistas” al sistema de salud impulsadas por Obama también suelen manifestar su democrático disenso a través del deseo de sumarlo a la lista de presidentes asesinados.

En esta escalada de odio, las iconografías que muestran a Obama como nazi o como un guasón socialista son apenas expresiones de una violencia simbólica que en cualquier momento se puede convertir en física. La preocupación de la custodia crece al ritmo que llueven las amenazas de muerte contra el presidente, y también contra su familia. Su hija Malia, de 11 años ya tiene un código que reemplaza su nombre, “Radiance”. Sasha, de 8, es “Rosebud” para la custodia. Y la primera dama, Michelle, es “Renaissance”.

Dios es amor, hermanos

Ante tanto odio y tanta violencia, qué mejor que ingresar a un templo, a un sitio dedicado a Dios, en busca de paz, amor y templanza, hermanos: “Esta noche quiero rezar un sermón que quizás nunca hayan escuchado ustedes antes. Aunque en realidad, tal vez sí, si han estado viniendo a este templo durante algún tiempo. Saben qué, este es mi sermón: Odio a Barack Obama. Ese en mi sermón esta noche, porque Barack Obama viene a la ciudad mañana”, bramó el pastor Steve Anderson de la Iglesia Bautista Palabra de Fe en Phoenix, Arizona. “Y voy a decirles algo. Odio a Barack Obama. Ustedes dirán, bueno, no le gustan sus ideas. No, yo odio a la persona. No digo que no me guste su política. No, digo que lo odio a él”, continuó el pastor. “Todo lo que va, alguna vez regresa. Si amás la violencia. Si odias todo eso que está bien. Si amás dañar a los otros. Si amás herir o matar al no nacido o al inocente o al justo, Dios te va a devolver todo eso y te lo va a echar sobre tu cabeza. Porque el hombre cosecha lo que siembra”, bramó Anderson, quien recurriendo a la lectura del psalmo 58, la “Oración pidiendo la protección de Dios contra los enemigos” en la que se reza “líbrame de los malhechores” se preguntó: “¿Por qué Barack Obama debe derretirse como un caracol? ¿Por qué sus chicos deben quedar huérfanos y su esposa viuda? Bueno, yo les voy a decir por qué. Porque Barack Obama quiere echarle sal, como al caracol, quiere abortar al no nacido. Porque así es como los abortos se hacen, amigos míos, usando sal. Por eso yo quiero ver a Obama derretido como un caracol esta noche”, señaló el religioso el 18 de agosto, a horas de la llegada del presidente a esa ciudad.

“Ustedes me dirán que yo debería rezar por ese demonio socialista, asesino, infanticida que quiere asesinar chicos a través del aborto. ¿Ustedes me dirán que debo rezarle a Dios para que le conceda a él un buen almuerzo mañana, cuando venga a Phoenix, Arizona? No. No voy a rezar por su bien. Voy a rezar para que se muera y se vaya al infierno”, dijo el pastor a sus ovejas.

Y sus palabras tuvieron efecto, porque muchas de sus ovejitas concurrieron al encuentro de Obama llevando armas. Uno de ellos, Chris Broughton, un afroestadounidense seguidor del pastor feroz, eligió sacar a pasear su fusil de asalto AR-15. “Hay un grupo de personas interesadas en ejercitar su derecho a portar armas”, manifestó en esa oportunidad, profesional y legalista, el sargento y vocero de la policía Andy Hill, en medio de la desesperación de la custodia presidencial.

“Chris es probablemente el único hombre negro de Estados Unidos que puede caminar entre un grupo de personas blancas llevando un rifle de asalto a la vista sin ser muerto a tiros”, señala el sitio de análisis político The Reid Report.

Alabado sea Dios, hermano Chris.

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