El periodista, antropólogo y psicoanalista Jorge Pinedo, ex yerno de Rodolfo Walsh afirmó este jueves que la casa de su suegro “parecía bombardeada, con sus paredes acribilladas a balazos, todo tirado y hasta el inodoro estaba en el jardín”. Fue al declarar en el juicio por la causa Esma, cuya patota asesinó al célebre militante, escritor y periodista. Y, un día después, saqueó su último domicilio, en San Vicente.

“Ahí nos dimos cuenta que algo muy grave había sucedido. Íbamos a una reunión muy feliz y volvíamos con una viuda, una huérfana y un nieto que no había conocido a su abuelo”, en referencia a quienes lo acompañaban en ese viaje, en marzo de 1977, a la casa de Walsh en la localidad bonaerense de San Vicente.

El 26 de marzo de 1977 Pinedo junto a su entonces compañera, la ex legisladora Patricia Walsh y la mujer del escritor, Lilia Ferrerya, iban a participar de un asado que Walsh había organizado en su casa para festejar el nacimiento de su primer nieto varón, Mariano, el 9 de marzo.

Un día antes Walsh fue interceptado por un “grupo de tareas” de la Escuela superior de Mecánica de la Armada (Esma), en las avenidas San Juan y Entre Ríos donde hubo un intercambio de disparos, tras lo cual fue trasladado al centro clandestino de detención que funcionaba en ese instituto de formación naval.

Pinedo fue el único testigo que declaró este jueves en el juicio oral y público que el Tribunal Oral en lo Federal 5 (TOF5) lleva adelante por delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención que funcionaba en la Esma durante la última dictadura militar.

“La relación era entrañable, era mi suegro y el abuelo de mi hijo”, dijo visiblemente molesto el testigo cuando el defensor de uno de los represores le preguntó “si hablaba” con su suegro y cuál era el contacto que ambos tenían ya que el testigo había asegurado que el escritor era un “objetivo militar”.

En esa línea el ex compañero de Patricia Walsh “quien hoy presenció la audiencia en los tribunales de Comodoro Py 2002, de esta Ciudad- narró que también fue saqueada la casa que el escritor alquilaba en el Delta del Tigre, “cuyo muelle se llamaba Liberación”.

El testigo estimó que “la seguridad de Walsh estaba sumamente comprometida porque estaba escribiendo la carta” a la junta militar que hacía un año había usurpado el poder y por ello se “camuflaba intentando aparecer como un profesor jubilado y envejecía su aspecto” simulando ser una persona mayor.

Al término de su declaración –que duró 43 minutos exactamente– pidió hacer dos “acotaciones finales” y, en ese sentido, instó al Tribunal a que se “retiren referencias religiosas” de la Sala de Audiencias, en relación a un crucifijo colocado sobre una de las paredes, ya que “pueden ser intimidantes” para los testigos.

También estimó que los “hijos y nietos de los imputados” tienen la posibilidad de decir “dónde están los cuerpos” de los desaparecidos y “la obra de Walsh” saqueada durante los allanamientos posteriores a su secuestro; y los instó a hacerlo.

Para esta jornada también estaba previsto escuchar los testimonios de Roberto Sartori y Rafael Elía, familiares de desaparecidos pero sus declaraciones fueron postergadas para una próxima audiencia, indicaron fuentes allegadas al proceso.

En la última audiencia, celebrada el 13 de febrero, el presidente del TOF5 Daniel Obligado y sus colegas Ricardo Farías y Germán Castelli, escucharon el testimonio de Yamila Orane Bulit cuyos padres Raquel Bulit y Gabriel Orane fueron secuestrados en la Iglesia de la Santa Cruz, de esta ciudad, el 8 de diciembre de 1977.

Orane Bulit, cuyos padres fueron llevados al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA y, según diversos testimonios, arrojados al mar en uno de los “vuelos de la muerte”; fue la testigo 165 en comparecer en este juicio que comenzó a fines de 2009 y en el que, se estima, resta escuchar alrededor de 80 declaraciones.

Los represores en este tramo de la “megacausa ESMA” son Jorge “el tigre” Acosta, Alfredo Astiz, Juan Azic, Carlos Capdevilla, Ricardo Cavallo, Julio César Coronel, Adolfo Donda, Juan Fotea, Manuel García Tallada, Pablo García Velazco, Alberto González, Oscar Montes, Antonio Pernías, Jorge Rádice, Juan Rolón, Raúl Scheller, Néstor Omar Savio y Ernesto Weber.

A los ex jefes navales procesados se los acusa por un total de 85 delitos de lesa humanidad, entre ellos, además de la desparición de Walsh y el apropiamiento de sus bienes, los secuestros de las fundadoras de “Madres de Plaza de Mayo” Azucena Villaflor y Esther Careaga, y de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.

Fuente: Télam.
 

 

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