Hay algo de hoplitas lacedemonios contra persas en todo esto.
Hay algo de hoplitas lacedemonios contra persas en todo esto.

“Take this!”, vociferó Dimitris en inglés, señalándose los genitales en griego. La expresión, traducible por “Tomen esto” fue proferida durante una tranquila mañana, frente al mar, siempre calmo y turquesa. Estaba dirigida a los banqueros que respiran aliviados mientras Grecia se asfixia. “Si no les vamos a poder pagar, qué pretenden”, agregó. La relativa paz que tras la batalla se enseñorea por estas horas en Atenas luce cada vez más frágil, y los "aganaktisméni" (indignados) siguen copando plaza Syntagma.

Los banqueros y empresarios de grandes multinacionales que se alojan en los versallescos hoteles Gran Bretagne y King George Palace, justo frente a plaza Syntagma, estarán obligados, al menos por unos días, a caminar apoyando sus pies sobre materiales innobles, acaso indignos, como si fuesen simples mortales bajados del Olimpo a piedrazos. Si es que se animan a regresar tras el éxodo del miércoles 29 de junio, que no fue conducido por Moisés ni Belgrano: apenas una huida, rabo entre las piernas, trajes Armani sulfurosos, transpirados y tembleques hacia Mercedes Benz negros, blindados contra la furia de Aquiles colectivo.

Las fastuosas, ahora maltrechas entradas a estos hoteles forman parte del paisaje de devastación que quedó después de la batalla que estalló cuando se aprobó el nuevo ajustazo. Hubo fuego al por mayor aquel largo día, y una frenética búsqueda de mármol para vulnerar a golpes los escudos de los policía antimotines.

Trozos de mármol surcado el aire, como símbolos del pasado y el presente de la Hélade y, al mismo tiempo, como armas bien concretas para arrojar contra las fuerzas de la represión al servicio de los nuevos invasores de Grecia. “Peores que los persas, peores que los romanos, peores que los fascistas de Mussolini y que los nazis”, vociferó Vasilis mientras esperaba un taxi frente a la Iglesia Agía Panagitsa, en el barrio Paleo Faliro.

Desde su platea privilegiada en la Acrópolis, símbolo de un poderío que alguna vez se pensó inexpugnable, seguramente Palas Atenea observó la tan triste brega entre ciudadanos desesperados y estólidos policías que actúan “como perros que defienden a sus poderosos amos”, según describen los cánticos de los manifestantes.

“Nosotros ya habíamos construido el Partenón cuando los usureros que ahora nos extorsionan vivían en los árboles”, señaló Nikolas con relación a franceses y alemanes, repitiendo un concepto que se escucha mucho por estos días en cada rincón de Atenas.

King George quedó desnudo, con las entrañas al aire, como colgajos de tripa y bosta, sin las nobles vestiduras. Pero ya un apresurado equipo de expertos albañiles intenta devolverle al rey sus atributos de piedra para hacer honor a los empresarios y dirigentes y las sutiles suelas de sus fúlgidos zapatos.

¿Qué se hizo de los nobles huéspedes que el muy bélico día se alojaban allí, en las tan delicadas instalaciones de los hoteles? “Los desalojaron, huyeron como ratas, protegidos por la policía”, respondió Dimitris, al tiempo que ofreció su escroto siempre presto y generoso, también, a tan ilustres evacuados. En el idioma de Aristóteles “salida” se dice “éxodos”.

Con una temperatura que en horas de la tarde supera los treinta grados, las playas de Atenas y alrededores están repletas. La preocupación de algunos griegos pasa por la dificultad de conseguir espacio y libertad: esto es, conseguir lugar para estacionar el auto, y sombrillas y reposeras libres para estacionar el cuerpo bajo el sol, sobre la arena, junto a las aguas surcadas por Ulises.

Comienzan las vacaciones y el éxodo hacia lugares de veraneo se incrementa día a día. Alcanzará su máximo esplendor en agosto, señalan los atenienses. Pero unos cuantos miles eligieron plaza Syntagma para ubicar sus reposeras, carpas y mesitas plegables. Tanto unos como otros señalan que sólo se trata de una frágil tregua, la paz que precede a las batallas.

Más notas relacionadas
Más por Pablo Bilsky, desde Atenas
  • El testigo

    El calor parecía aumentar en el local, lleno de ansiosos, humo y voces. Le dije que por es
  • Remontar el barrilete en esta tempestad

    Yo no sé, no. La tarde se ponía fresca y Pií entraba en calor dándole al serrucho. Tenía p
  • ¿De qué se cansó “la gente”?

    En medio de una hecatombe social, Malena Galmarini lanzó una piedra en aguas peronistas de
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

Salarios docentes: la Provincia ofreció un 5% de aumento

El 5% es para abril y otro porcentaje similar a mayo. Desde Amsafé y Sadop Rosario calific