Federico, símbolo de los 113 mil desaparecidos del franquismo.
Federico, símbolo de los 113 mil desaparecidos del franquismo.

Dos poetas yanquis, uno drogado, el otro muerto 60 años antes, deambulan en 1955 por un supermercado de California, seguidos de cerca por el guardia de seguridad, y ven a Federico García Lorca debajo de unas sandías. Otro poeta, borracho, yanqui, nacido en Alemania, escribe en 1973 “el mejor poeta que conocí está muerto y abandonado en el polvo”. Federico sigue siendo uno de los 113 mil desaparecidos de la España franquista. El triunfo del Partido Popular (PP) echa una pesada palada de tierra sobre las fosas comunes, refuerza la desmemoria y aleja la conquista de la verdad y la justicia. 

1955, Berkley, California, Estados Unidos. Allen Ginsberg deambula una madrugada por un templo del fetichismo de la mercancía. Imagina a Walt Whitman a su lado: “¿Qué estás haciendo tú allí abajo, junto a las sandías?”, escribió Ginsberg en su poema “Un supermercado en California”, incluido en su libro Aullido.

1973, Los Ángeles, California, Estados Unidos. Charles Bukowski, borracho, escribe el poema “Besar sus largos cabellos negros”, incluido en la compilación La condición continua. “Allí sigue Lorca todavía derribado en el camino/ comiendo balas españolas en el polvo (….) El mejor poeta que conocí está muerto y abandonado en el polvo”. Sudando en su cocina, enfermo y con sus uñas largas, el poeta de la desolación de Los Ángeles añora la belleza de una soprano que desafina y en el turbión de imágenes aparece Federico. No en vano esos versos forman parte del poemario La condición continua. El poema que da nombre al libro habla del dolor, lo continuo es el dolor: dolor en la gente, en las avenidas, los puentes y las flores.

Federico aparece en las mentes alucinadas de los poetas de todas las latitudes. Sus versos y sus obras teatrales se presentan en cada rincón del planeta. Pero sigue sin cuerpo ni tumba. El poeta que le cantó a la sexualidad y a la vida como fuerzas naturales opuestas a la represión y la muerte, se quedó sin cuerpo ni tumba.

Federico es apenas un símbolo, un sujeto colectivo, uno junto a su pueblo, como siempre quiso ser. Lorca representa, y denuncia, los más de cien mil españoles que permanecen desaparecidos, enterrados en fosas comunes durante la barbarie franquista.

En octubre de 2009 se realizaron tareas de excavación en el paraje de Fuente Grande, localizado en el municipio de Alfacar (Granada), lugar en el que se estima que podrían estar enterrados los restos del poeta, en seis posibles fosas. Pero nada se encontró. Otros indicios señalan el barranco de Viznar, donde se enterraron más de tres mil personas fusiladas por el franquismo. También se señala El Caracolar, sitio que, incluso, formó parte del intento de investigación del juez Baltasar Garzón, que fue juzgado y suspendido por pretender hacer justicia, un hecho insólito que marca la presencia activa de los más oscuros poderes –el franquismo, el Opus Dei– en la España actual.

El más reciente capítulo de la desmemoria y la impunidad franquista empezó con el triunfo del PP en España. Los organismos de derechos humanos salieron a denunciar el retroceso que esto significa. Incluso están en peligro los tímidos y parciales avances logrados durante el gobierno de José Rodríguez Zapatero, como ser la Ley de Memoria Histórica de 2007, que incorporó un reconocimiento a todas las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura y declaró “ilegítimos” los tribunales franquistas y sus sentencias. El PP consideró por entonces que la norma era “un ataque a la transición. Ahora en el poder, los temores de los que luchan por la verdad y la justicia lucen muy justificados, como se señala en la nota de Mercedes López San Miguel, publicada en Página/12 el 18 de diciembre bajo el título “Peligra la Memoria Histórica en España”.

La nota de Mercedes López San Miguel menciona que en la agrupación La Memoria Viva existe preocupación por el porvenir de las subvenciones. “Varias organizaciones nos planteamos prepararnos para lo que se viene. Existe un peligro de regresión, porque la crisis económica es la excusa para que caigan las ayudas que recibimos”, afirma Pedro Vicente Romero de Castilla Ramos, presidente de La Memoria Viva, nieto de Wenceslao Romero de Castilla López, asesinado en 1936.

“El PP va a amputar la ley”, dice Pedro Vicente Romero en la nota de Página 12. “En las zonas de España gobernadas por la derecha no tenemos mapas de las fosas comunes. Está habiendo acciones violentas en distintas localidades. Por ejemplo, en Poyales del Hoyo, un pueblo de la provincia de Ávila, el alcalde del PP decidió sacar los restos de diez víctimas del franquismo de su panteón y fueron a parar a una fosa común, sin nombres ni apellidos. Eso fue un retroceso violento, porque afectó los cuerpos recuperados.”

La situación de España en particular, y de Europa en general, no permite ser optimistas en cuanto a la lucha por la verdad y la justicia. Es la hora de los banqueros, de los ajustadores, de los que trabajan para los grupos económicos concentrados, los mismos que se beneficiaron con el golpe de Estado y los crímenes del franquismo. Los banqueros no quieren memoria. La verdad y la justicia los dejaría desnudos, los señalaría como responsables directos o indirectos de tanta barbarie impune.

El fantasma de la desmemoria recorre los campos que alguna vez recorrió don Quijote de la Mancha. Pero el ingenioso hidalgo defendía a los débiles y buscaba justicia. Tal vez el Caballero de la Triste Figura se encuentre uno de estos días con Rajoy.

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