Autocondenada al balbuceo, la derecha corporativo-mediática sigue sin construir un discurso verosímil. Recurre a la mentira lisa, llana, boba. Cebada por su posición dominante, miente a lo Goebbels y desafía la democracia desconociendo una ley votada por el Congreso. Con la incorporación del alimentado caniche faldero Jorge Lanata a la Corte Ernestina, el balbuceo corporativo incorporó impacto, cinismo y perversidad mórbida, pero también el regusto acre de las formas más rastreras y miserables de la genuflexión ante los poderosos.

El nuevo desembarco de la patronal Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), su encuentro con legisladores y periodistas corporativos –que tuvo lugar en el Congreso de la Nación–, y el posterior informe de la entidad pasarán a la historia argentina como un nuevo embate de las clases dominantes, como un ataque más, un apriete mafioso del poder económico concentrado, y sus empleados y turiferarios, contra las instituciones democráticas. Ocurrió en el propio Congreso, allí, en el mismo lugar donde una mayoría parlamentaria, que incluyó parte de la oposición, votó la ley que ahora llaman a desconocer.

Las declaraciones falaces allí pronunciadas deberían también pasar a la historia y ser recordadas como paradigma de las artimañas, propias del capitalismo concentrado, para desestabilizar gobiernos y aumentar el peso de los poderes fácticos. Integrarían la ya voluminosa historia de la mentira, de las infamias y tergiversaciones que vienen utilizando las corporaciones, en todo el mundo, para desconocer la democracia y la soberanía popular. En Europa, por ejemplo, hoy se padecen las consecuencias del poder de los banqueros en detrimento de la soberanía popular.

Porque lo que tan triste sainete oculta es la gran pelea de fondo que se está desarrollando en todo el mundo, y que pone en juego quién manda en verdad: las corporaciones, por un lado, o los estados democráticos, por el otro. Pero esta disputa de poder entre el mercado y las corporaciones jamás figura en los discursos encendidos de la oposición argentina, porque la dejaría sin argumentos y la desnudaría en su servilismo corporativo.

En todo el mundo se habla de “disciplinamiento del capital” como el signo de nuestro tiempo, y como el necesario, indispensable freno del poder desbocado del mercado. Pero los empleados de las corporaciones mediáticas no se animan a pronunciar semejante conjuro, que demostraría que este conflicto nada tiene que ver con el capricho de un “gobierno autoritario”, sino que, por el contrario, es, nada más ni nada menos, que la condición de posibilidad de una democracia con inclusión social. Pero no: los defensores de Goliat intentan, en vano, disciplinar a quienes osan disciplinar al capital.

El crítico literario George Steiner analiza cómo el autoritarismo y el poder concentrado engendran “un infantilismo manipulador en los medios de comunicación de masas propios de un capitalismo desenfrenado”.

Steiner no escribió esa descripción, incluida en su ensayo Gramática de la Creación, pensando en el Grupo Clarín, pero sí en el estado actual del capitalismo globalizado, sistema basado en buena medida en el poder manipulador de los medios concentrados, que mienten y mienten hasta dejar a la lengua exhausta y enferma, ya incapaz de expresar la verdad. Por eso la sentencia de Steiner resulta tan pertinente y esclarecedora, y describe a la perfección cómo las corporaciones vienen manipulando el lenguaje y la verdad en función de sus intereses corporativos y de un insaciable afán de lucro que mercantiliza todos los aspectos de la realidad y de la percepción que de ella tenemos.

En la reunión de dirigentes de la SIP con legisladores y periodistas –empleados del mes de Clarín– se exhibieron dos vertientes del actual discurso enclenque de la corporación que, desde su origen, ya desde su embrionario inicio como diario Clarín, viene siendo un escollo feroz, perverso, violento, para el desarrollo de la democracia en la Argentina.

Por un lado, resultó legible la línea Apta para Todo Público de Nelson Castro, Magdalena Ruiz Guiñazú, Alfredo Leuco y Pepe Eliaschev. Allí se cultiva un estilo más balbuciente, al borde de la tartamudez, con toques de absurdo, ingenuidad mal impostada, ignorancia verdadera y fingida, y toneladas de hipocresía.

Por otro lado, el discurso XXX de Jorge Lanata, que aporta una cuota de ironía, sarcasmo y cinismo que los otros no alcanzan a construir, acaso por problemas de sinapsis o sobredosis de agua mineral. Pero este cinismo lanatiano nada tiene que ver con el cinismo filosófico de los antiguos griegos, sino que está en sus antípodas. En la antigüedad, los pensadores cínicos –Diógenes es quizás el más célebre–, desafiaban a los poderosos y se identificaban con la absoluta humildad y sencillez de los canes. Se sentían perros de la calle, libres, rebeldes. No perros falderos, cortesanos, engordados por las migas de los banquetes de los poderosos.

Lanata, en cambio, cumple el papel del típico turiferario cortesano, un grueso caniche faldero que se restrega con fruición entre los perfumados pliegues de las faldas ernestinas, un guau-guau bien alimentado por los maculados billetes del grupo Clarín.

Cualquiera sea la cantidad de dinero que el grupo pague a Lanata, es una inversión que vale la pena desde el punto de vista corporativo. En un momento complicado de la corporación, la salita de 4 de Marcelo Bonelli y Gustavo Alfano sólo destila tristeza, desesperación, y genera grandes borbotones de vergüenza ajena. En medio de la batalla, se necesita más violencia discursiva.

«La SIP hablaba de desaparecidos mientras los Kirchner vendían departamentos en el Sur», ladró Lanata en el Congreso. Una buena muestra de la perversidad mórbida de sus operaciones discursivas.

Es cierto: en 1978, la SIP visitó la Argentina y emitió un informe en el que se expresa el asombro de los dueños de diarios del exterior por el grado de genuflexión y apoyo de sus colegas a la dictadura genocida de la Argentina. Pero esto es apenas una parte, parcial, atada a una particular coyuntura, una parte pequeña y sólo en apariencia contradictoria, de una verdad mayor, que integra un contexto que Lanata escamotea y que deja en claro la perversidad de la falacia Grand Caniche.

Caniche no dijo ni guau sobre el sistemático apoyo de la SIP a todas y cada una de las dictaduras genocidas que asolaron este continente. Esto está debidamente documentado y ningún periodista puede desconocerlo. Nada dijo de la reciente actuación de la SIP en los golpes de Honduras y Paraguay, donde colaboró con los golpistas y desconoció las desesperadas denuncias de los periodistas perseguidos y asesinados.

Sí, Lanata, la SIP habló de desaparecidos. Habló de desaparecidos con los represores, con los desaparecedores, claro, con ellos habló y habla, y hace negocios, y planea, ejecuta y apoya dictaduras genocidas.

La SIP también cambia y se adapta a los nuevos tiempos, y ahora apoya la dictadura del mercado, las corporaciones, los intereses concentrados que no necesariamente recurren a los golpes genocidas para imponerse. Pero si recurren a esos métodos tan sucios, bueno, la SIP apoya también. Entre patrones las cosas se arreglan con facilidad.

“Hay un intento de silenciar nuestras voces. El panorama es dificilísimo para el ejercicio del periodismo porque se está utilizando el estado para intimidar. Y sin periodismo, lo que peligra es la república”, aseguró Nelson Castro identificando a una corporación con “la república”. Toda una declaración de principios.

“La gente de la SIP hizo mucho más por la democracia que muchos de los que hoy se llenan la boca”, señaló Alfredo Leuco. No mencionó, seguramente por falta de tiempo, que la SIP se fundó en 1950, en Nueva York. No dijo que Jules Dubois y Joshua Powers, ambos agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) junto a Tom Wallace, agente del Departamento de Estado, son los fundadores de la SIP, que nace con una clara impronta macartista, antipopular, y antigremial, servil a los intereses imperiales y enemiga de todos los procesos de liberación de América latina.

“Se ha suplantado el término de adversario por el de enemigo. Y se está enseñando a las nuevas generaciones a odiar”, pontificó, sin sonrojarse, Magdalena Ruiz Guiñazú, que tal vez nunca haya visitado la sede central de la SIP, en el 1.801 de la Tercera Avenida, en South West, Miami Beach. El edificio se llama Jules Dubois, en honor a quien fuera coronel del Ejército de lo Estados Unidos y agente de la CIA.

Ninguno de los discursos de los saineteros disfrazados de asustados republicanistas hizo mención, por ejemplo, a los documentos de la CIA desclasificados en 2009 en los que se ofrece un detallado informe del apoyo de la SIP a todos los golpes de Estado y las dictaduras genocidas que asolaron el continente. La SIP dejó sin república a varios pueblos de América latina, pero Nelson Castro no tuvo tiempo de mencionarlo.

Por ejemplo, los documentos de la CIA “Nº 135875, 12 November 1953 y Nº 913376, 16 February 1954” ofrecen detalles contundentes de la actuación de la SIP en el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz, ocurrido en 1954, en el marco del plan de desinformación continental del imperio para sostener los golpes y las dictaduras que se sucedieron luego de esa fecha. Claro Lanata, la SIP habló de desaparecidos, es cierto.

En 1955, la SIP apoyó el golpe de Estado contra Juan Perón, tras haber realizado una intensa campaña contra su gobierno. “Los congresos internacionales de editores no son otra cosa que reuniones «sui generis» de directorio o de empleados que van a esas centrales a recibir instrucciones. El Pueblo les ha llamado con propiedad «la voz del amo» o «los diarios encadenados»”, aseguró Perón en su libro Los vendepatrias. Pruebas de una traición, que escribió poco después del golpe de septiembre de 1955, y en el que denunció el papel jugado por la SIP.

La SIP encabezó la oposición a la Unidad Popular de Chile que llevó a Salvador Allende a la presidencia en 1970. El diario El Mercurio de Santiago de Chile fue un actor fundamental del golpe y posterior genocidio. Su director y propietario de entonces, Agustín Edwards, era el vicepresidente de la SIP cuando se dio el golpe. El documental El diario de Agustín, realizado por estudiantes de la Universidad de Chile, es esclarecedor sobre la conspiración que encabezó ese diario contra la democracia.

Según investigaciones del Senado de Estados Unidos, el llamado Comité de los 40 autorizó a la CIA a una operación secreta de propaganda el 14 de septiembre de 1970 con el fin de derrocar a Allende. Menos de una semana después, la SIP emitió en Washington un comunicado que denunciaba las amenazas a la “libertad de prensa en Chile por los comunistas y sus aliados marxistas». O sea: el mismo verso de siempre. El que todavía hoy se utiliza. Entre otras ventajas, la posición dominante permite que la derecha ni siquiera se esfuerce por renovar sus mentiras. Las repite una y otra vez.

Edwards, por entonces dueño de El Mercurio y vicepresidente de la SIP, en 1970 llegó a reunirse con Richard Helms, director de la CIA. El periodista chileno Hernán Uribe señala que “la CIA manejó la gran prensa local y a los afiliados de la SIP. El Mercurio recibió millones de dólares para librar una campaña mediática de descrédito contra el gobierno de Allende”.

En 1978 la SIP visitó la Argentina con el objetivo de relevar la situación de la prensa, e hizo públicas sus críticas. Pero no hay que confundirse ni perderse en los pliegues infinitos de las perversas maniobras discursivas de los poderes concentrados. Reponiendo el contexto, el hecho se explica y queda claro y en nada modifica el estigma golpista y antidemocrático de la SIP. La crítica actitud de la SIP respondía al dictado del Departamento de Estado de los EE.UU. y de la CIA, que había sido instruida en el sentido de respaldar la posición adoptada un año antes por la administración estadounidense de Jimmy Carter, quien dio un vuelco a la política exterior que había promovido el golpismo en la región.

Pero los principales animadores de la SIP en la Argentina de 1978, los diarios Clarín, La Nación, y La Razón, no modificaron su apoyo irrestricto a la dictadura, por el contrario. Ni tampoco dejaron de hacer jugosos negocios con los genocidas. Es más: crecieron como nunca a partir de esa fecha. El mismo año de la visita de la SIP, la dictadura otorgó la empresa Papel Prensa a los diarios Clarín, La Nación y La Razón. De la mano de la dictadura genocida, Clarín empieza a crecer hasta convertirse, sumando luego la ayuda del menemismo, en el enorme grupo corporativo concentrado que hoy, fiel a su estilo, ataca la democracia.

En el 2000 Danilo Arbilla Frachia asumió la presidencia de la SIP. Frachia había sido director del Centro de Difusión e Información de la Presidencia de Uruguay durante la dictadura de Juan María Bordaberry. Durante su estadía en el gobierno de facto se produjeron clausuras de medios, allanamientos de redacciones y se encarceló y torturó a decenas de periodistas, entre ellos al histórico dirigente de la Asociación de la Prensa Uruguaya, Rubén Acasuso, y al periodista y dirigente sindical Héctor Rodríguez.

En abril de 2002, en ocasión del golpe de Estado contra el presidente de Venezuela Hugo Chávez, la SIP se sumó a la acción mediática contra la democracia y la soberanía popular, tal como lo volvieron hacer en las últimas elecciones de 2012, sin éxito y frente al torvo hocico del Gran Caniche.

Lejos de repudiar al golpe del 2002, en las resoluciones de su Asamblea Anual, la SIP no hizo mención alguna a los episodios de abril de ese año. Pero siguió descargando su odio contra el gobierno popular repuesto, una vez derrotados los golpistas. “En un clima de hostigamiento continuo a la prensa en Venezuela se gesta ahora un proyecto de la denominada Ley Orgánica de Participación Ciudadana que contiene la creación de un Consejo Nacional de Vigilancia de los Medios de Comunicación Social integrado por asociaciones vecinales que tendrían facultades para imponer multas o decretar el cierre de cualquier medio de comunicación que infrinja sus presuntas disposiciones”, señaló la SIP.

En 2003, la consejera de Seguridad Nacional estadounidense, Condoleezza Rice, ordenó a la Asamblea General de la SIP apoyar al gobierno boliviano de Gonzalo Sánchez de Losada. En ese momento, Bolivia estaba envuelta en un gran estallido social, en el cual su pueblo exigía la renuncia del presidente tras el asesinato de más de 80 personas por la represión policial. Sin embargo, en el año 2006, la SIP señaló que “en Bolivia estaba en peligro la libertad de prensa”. En realidad, rechazaba la iniciativa del presidente Evo Morales de apoyar la formación de una red de medios comunitarias.

Tras el golpe de Estado de 2009 en Honduras, la SIP viene desconociendo sistemáticamente las denuncias de los organismos de derechos humanos y sólo ha emitido expresiones del tipo “lamentamos las limitaciones a la libertad de prensa que sufren los medios de comunicación opuestos al golpe de Estado”. Pero a la vez, en sus comunicados se refiere al gobierno de facto de Roberto Micheletti como “nuevas autoridades” o “nuevo gobierno”. Carlos Roberto Flores Facussé, ex presidente de Honduras y dueño del periódico La Tribuna, y Jorge Canahuati Larach, el multimillonario dueño de los diarios La Prensa y El Heraldo aparecen denunciados entre los conspiradores que iniciaron el proceso golpista. Desde el golpe, fueron asesinados en Honduras 23 periodistas.

En toda América latina se califica como “sipianos” a los medios que defienden los intereses corporativos más concentrados y atacan la soberanía popular y las instituciones democráticas.

Es de imaginar que si un ser de otro planeta visitara nuestro país notaría, con sólo pararse frente a un kiosco de diarios, una computadora o un televisor, que la enorme mayoría de los medios critican, insultan y deslegitiman al gobierno nacional sin límite alguno. Y comprobaría, al mismo tiempo, que esos mismos medios denuncian una presunta falta de libertad de expresión. “¿Quién entiende a esta gente?”, se preguntaría, seguramente, volviendo a la nave con premura.

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6 Lectores

  1. alvaro

    10/12/2012 en 12:48

    Infumable la nota. Corporaciones contra gobiernos democráticos. Ja. Había una vez. La corporación más grande es la del estado mismo, a mi no me engañas Pablito. Te recomiendo escribir notas más cortas, me aburrí muchísimo y además para leer ficciones largas con mucho contenido humano hay excelentes libros como Viaje al fin de la Noche, Nietosha Nezvanova, El Castillo de Kafka y un sin fin. Saludos.

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  2. Daniel Savino

    10/12/2012 en 13:04

    No se quién es Pablo Bilsky pero decir que » Nelson Castro, Magdalena Ruiz Guiñazú, Alfredo Leuco y Pepe Eliaschev, cultivan un estilo más balbuciente, al borde de la tartamudez, con toques de absurdo, ingenuidad mal impostada, ignorancia verdadera y fingida, y toneladas de hipocresía» es al menos osado, para gente que le cuesta poner los puntos y las comas. Más aún, citar números de informes es propio de lo que se aprende en los servicios de inteligencia truchos. Pablito, te falta tomar «mucho Toddy» y un poco mas de yeca. Se te nota abacanao y con ansias de mostrarte progre. Hay que comer más familiar de milanesa , hacer cordón de la vereda con los obreros, viajar por el mundo y a partir de ahí tendrás la talla de los grandes, que adjetivan menos y demuestran más.

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  3. manuel costa

    11/12/2012 en 19:45

    Danielito, a vos te falta fumarte un porrito.

    Responder

  4. Juane Basso

    12/12/2012 en 10:08

    Daniel y Álvaro. La demostración más palmaria de que no tienen más para aportar que una agresión contra quien escribe la nota, es que no pueden discutir con el contenido del artículo, ni definir por qué no lo comparten, ni plantear otro análisis alternativo; sino atacarlo por sus «formas». Y otra cosa Daniel, los que hablan de los modos de los servicios, conocen conocen su metodología y que a todas luces se esconden en el anonimato para operar en las redes, se parecen mucho a ellos. Se parecen tanto, como alvaro y Daniel Savino.

    Responder

  5. Jonatan Dvarg

    12/12/2012 en 10:15

    Gran nota del profesor Pablo Bilsky. Y como siempre muy bien escrita. Da un verdadero placer leerla. Los que conocemos de sus clases magistrales en la universidad, leemos sus notas en medios cooperativos y comprometidos con las mayorías sociales, y seguimos sus crónicas desde Los Ángeles, Palestina, Grecia y otros lares…sabemos que no le falta ni calle, ni mundo; aunque estoy seguro que un par de milanesas serían por él muy bien recibidas.
    Dejá que los giles y servilletas hablen al pedo. Y seguí escribiendo para los que leemos todos los días redaccionrosario.

    Responder

  6. Mel

    14/12/2012 en 7:44

    Muy buena nota, en parte porque dice lo que pienso, y en parte porque dice lo que sé que es cierto.

    Responder

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