Foto: Louisa Gouliamaki/AFP/Télam.
Foto: Louisa Gouliamaki/AFP/Télam.

El resultado de las elecciones de Grecia es el esforzado producto de años de lucha de cientos de miles de griegas y griegos, en sus puestos de trabajo, en sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, en las universidades, en las escuelas, en las calles y plazas, en masivas movilizaciones reprimidas con ferocidad por la policía. Significa mucho más que un cambio de gobierno. Es la primera gran fisura del orden financiero que destruyó las ruinas del Estado de Bienestar europeo y convirtió a ese continente en la vanguardia del neoliberalismo global.

El pueblo griego le dijo basta a los ajustes, a la represión, a las campañas del miedo y las extorsiones, y a una democracia vaciada del contenido. Les dijo fuera a los cipayos capaces de hambrear al pueblo en nombre, incluso, del socialismo. Votó por recuperar derechos, dignidad, y soberanía. Votó para espantar a los buitres que lo vienen acosando sin descanso desde hace por lo menos seis años. El resultado de las elecciones visibiliza, una vez más, que el poder de los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos es enorme, pero no imbatible.

Los ajustes dejaron a un 25 por ciento de la población sin trabajo. La desocupación alcanzó entre los jóvenes un 50 por ciento, y decenas de miles de personas se quedaron sin hogar y hoy viven en refugios de emergencia, edificios abandonados o en la calle.

La democracia europea se contó entre las primeras víctimas del avance arrollador de la especulación financiera por sobre los Estados y los pueblos. Los gobiernos de la Unión Europea (UE), títeres de los banqueros, realizan crueles y reiterados ajustes, apoyados por la violencia simbólica de la manipulación mediática y la violencia física, brutal, de la policía que reprime las protestas a sangre y fuego.

En los países de la UE el voto popular fue sistemáticamente tergiversado y utilizado para legitimar lo que el pueblo nunca votó. La representatividad se hizo añicos, la política fue aplastada por los poderes fácticos. Surgieron los indignados, pero también resurgieron y se fortalecieron partidos políticos, sindicatos, y organizaciones estudiantiles y de la sociedad civil que articularon acciones políticas y se plantearon el desafío de superar los lastres de la política tradicional, pero desde dentro de la política, con más política. La victoria de Syriza es, entre otras cosas, un triunfo de la política sobre el mercado.

La victoria de la izquierda anti-neoliberal y anti-ajustes es asimismo, una reafirmación más de la importancia y la vigencia de los procesos de cambio posneoliberales que se vienen desarrollando en América latina. Los griegos siempre miraron para este lado del mundo a la hora de plantearse cómo salir del atolladero que le planteó la troika, ese trío maldito formado por la UE, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Alexis Tsipras estuvo en la Argentina y en muchas ocasiones se refirió a la renegociación de la deuda argentina como un ejemplo a seguir.

La otra posible fisura de la hegemonía financiera en Europa, la agrupación española Podemos, también se referencia con los procesos de recuperación de soberanía que tienen lugar en América latina. Por eso es que los medios hegemónicos de la Argentina y la región mantienen como un eje fundamental de su estrategia de manipulación desvincular lo que sucede en Europa con lo que ocurre de este lado del Atlántico. Porque lo que sucede en Europa y el resto del mundo los desnuda, y muestra que, por detrás de sus discursos tan cínicamente republicanos, se esconde el anhelo de una restauración conservadora. O sea, las recetas que ya se padecieron en la región y hoy se padecen en Europa.

La venganza será terrible

Tras seis años de ajustes, penurias, y un deterioro tal de la calidad de vida que muchos miembros de la clase media fueron empujados a la pobreza más absoluta, los griegos eligieron decirle no al orden hegemónico de los banqueros impuesto por la UE. Pero esto no significa, en absoluto, que de un día para otro se vayan a solucionar los muchos problemas de Grecia. Por el contrario, lo esperable es que el establishment, que viene castigando al pueblo griego, se ensañe todavía más, para castigar la rebeldía de votar en contra de las recetas neoliberales que en Europa reciben la eufemística denominación de “austeridad”.

El líder de Syriza, Alexis Tsipras, hizo referencia a la dignidad nacional y a la necesidad urgente de solucionarle a la gente los problemas básicos, de la existencia cotidiana: alimentos, vivienda, salud, transporte, servicios. En este sentido, ya marcó una enorme diferencia con las políticas de ajuste que se venían implementado.

Subvirtiendo profundamente la lógica de los ajustazos neoliberales, planteó una serie de medidas urgentes para recuperar la capacidad del Estado de intervenir en la economía a favor de los trabajadores, los jubilados, y los jóvenes.

El líder de Syriza consideró que el pueblo le dio un mandato “para reorganizar el país”, y reafirmó su voluntad de negociar con los acreedores, pero negociar, para Tsipras, no significa conceder todo lo que los banqueros exijan a expensas del pueblo. Allí está uno de los puntos fundamentales del gran cambio. Contrariamente a lo que los medios hegemónicos siguen propalando, Tsipras no es un lunático irresponsable. “El nuevo gobierno estará dispuesto a colaborar y a negociar por primera vez con nuestros socios una solución justa, viable, duradera, que beneficie a todos”, reiteró Tsipras.

“Antes de todo, el pueblo debe recobrar su dignidad, el optimismo, la sonrisa, ése es el mensaje primordial. Es un día para la vuelta de la esperanza, el fin del miedo, la vuelta de la democracia y la dignidad en nuestro país”, señaló el líder de Syriza al tiempo que destacó que retorna la Grecia del trabajo, del conocimiento y de la cultura, la Grecia que lucha y que superó a los oligarcas y los corruptos.

Tsipras intentará recuperar puestos de trabajo. Sobre este punto, crucial, planteó crear unos 300 mil nuevos puestos, entre públicos y privado. Prometió además aumentar en forma urgente la ayuda social. Buscará asimismo reactivar la economía a través de la supresión de los impuestos inmobiliarios para los pequeños propietarios o el aumento de los impuestos para los ciudadanos con ingresos que superen los doce mil euros. Aumentará el salario mínimo, que pasaría de 500 euros a 750 euros.

Tsipras señaló además la importancia de su triunfo a nivel europeo y global. “Es también la victoria de todos los pueblos de Europa que luchan contra la austeridad que destroza nuestro futuro común”, aseguró.

“No habrá desastre ni sumisión. Nuestro objetivo desde el primer día es restablecernos de las consecuencias de la crisis. Se negociará con nuestros socios europeos un plan de reformas sin nuevos déficit pero sin un superávit irrealizable”, explicó.

Los poderes fácticos no van a perdonar que Grecia levante la cabeza y quiera renegociar su deuda con dignidad. La campaña del miedo empezó hace años y se va a intensificar ahora. Desde 2010, cuando comenzaron a implementarse los ajustes más feroces, los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos vienen estigmatizando a Grecia, pisoteando su soberanía y su dignidad.

Desde medios de Alemania, por ejemplo, se ha llegado a tildar a los griegos de “vagos” e “irresponsables”. Estos ataques no son casuales. Alemania está a la cabeza de esta Europa de los banqueros y los ajustes, y la canciller alemana, Angela Merkel, es visualizada por los griegos como quien maneja los hilos de esta injusta tragedia.

Zeus y Chávez

Y más allá de las distancias, físicas, históricas, culturales, las formas de demonización que construyen las fuerzas conservadoras y los medios a su servicio recurren a las mismas falacias, los mismos fantasmas, las mismas estratagemas para extorsionar a través del miedo: Alexis Tsipras es comparado con Hugo Chávez, con Nicolás Maduro, y con la Revolución Bolivariana que tiene lugar en Venezuela, sinónimo de autoritarismo, dictadura, y todos los males existentes o por existir en este planeta. El mismo libreto, idéntico. “Desgracia”, tituló un diario español acerca del triunfo de la izquierda en la patria de Homero. “El comunista griego se robó 240 mil millones de dólares”, sintetizó un diario italiano acerca de las intenciones de Tsipras de renegociar la deuda.

El temible universo paralelo, ficción al y poco verosímil, que las fuerzas conservadoras vienen propalando para ejercer el terrorismo mediático, adquiere por estos días características que rozan el grotesco. La derecha dice ver a Chávez en Grecia y en España. El Partenón se tiñe de rojo. Hay un invitado más entre los dioses del Olimpo, y las deidades lo tratan de comandante. Y dicen que Zeus ya se expresa con acento caribeño. Por su parte, Don Quijote desechó sus viejas armaduras de caballero andante y hoy recorre España enfundando en una remera roja, al frente de una misión bolivariana para ayudar a las víctimas de los ajustes.

Como venían indicando las encuestas, la coalición de izquierda Syriza, liderada por Alexis Tsipras, ganó las elecciones generales con el 36,4 por ciento de los votos. De todos modos, no le alcanzó para obtener la mayoría absoluta y debió hacer una alianza con la derecha nacionalista para formar gobierno. Nueva Democracia, la fuerza conservadora del primer ministro saliente, Antonis Samaras, quedó segunda, con un apoyo de un 27,8 por ciento, según datos oficiales. Los neonazis de Amanecer Dorado, con un 6,3 por ciento de los votos, ocuparon el tercer lugar, en tanto que el partido centrista To Potami (El Río), obtuvo un 6,2 por ciento. Los comunistas del KKE, consiguieron el 5,4 por ciento de los votos, y el hasta ahora aliado del gobierno conservador, el Pasok socialdemócrata del viceprimer ministro Evángelos Venizelos, obtuvo un 4,71 por ciento, idéntico porcentaje que el de los Griegos Independientes, referentes de la derecha nacionalista.

A partir de 2010, la troika le prestó a Grecia 240 mil millones de euros a cambio de sucesivos ajustes que literalmente pusieron a Grecia en venta. La deuda ahora equivale al 177 por ciento del PIB. Tsipras propone una inmediata moratoria, y la posterior anulación a través de una renegociación en el marco de una conferencia sobre la deuda europea. No será fácil. La patria financiera vive de los intereses de la deuda y harán todo lo posible para conservar sus privilegios. La pulseada apenas comienza.

Artículo publicado en la edición 180 del semanario El Eslabón.

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