food trucks

El Concejo trabajó muy duro para aprobar dos ordenanzas que tendrán impacto en la vida cotidiana de los rosarinos. Una, la reducción de las bolsitas de plástico de los súper y otra, la autorización de los nuevos camiones de comidas, o para decirlo más cool: los “food trucks”.

Hubo argumentos fuertes a favor y en contra de “los camiones de comidas” (food trucks) como los llamó la concejala Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular, para eludir la colonización idiomática y de la reducción gradual de las bolsitas de plástico al que todos echan mano después del mercado para sacar la basura. Y a pesar de los cuestionamientos, ambos proyectos obtuvieron los votos necesarios.

Al aprobar los coloridos camioncitos, se habló de derechos, privilegios, progreso, atraso, discriminación, colisión de intereses y hasta inconsistencia técnica ya que el tema vio la luz a través de la modificación de la ordenanza 7.703, que en la actualidad regla el comercio ambulante que incluye, la venta de comida.

Todo sea para que en un día soleado, en algún lindo parque, se pueda comer una hamburguesa de berenjenas, como citó el concejal del PRO, Rodrigo López Molina, que rompió una lanza a favor de la competencia.

Este último, justamente, fue el ariete de quienes votaron en contra de la nueva atracción que tendrá Rosario, los “food trucks”, que están presentes a nivel mundial, en toda ciudad que se precie de tal.

No hubo caso para quienes intentaron defender a los modestos carritos que humean choripanes o exhiben los dulzones copo de algodón rosado, frente a otro paladares; no tuvieron éxito.

“Venimos a crear un tercer ítems que son los camiones gourmet, que van a ofrecer comida elaborada, con título de cocina expendido por una institución de Rosario, escuchamos a la Cámara de Gastronómicos y Hoteleros, hemos incorporados muchas de sus inquietudes, varias veces”, arrancó el concejal de UCR 1983, Martín Rosúa, que compartió la paternidad del proyecto con Jorge Boasso, del bloque Radical y Carlos Comi, Coalición Cívica- Ari.

Pero ¿qué son los food trucks que desataron tanta polémica? Vehículos tipo camioneta, de mediano o gran porte, adaptados para la venta ambulante de comida gourmet que “han ido surgiendo en las grandes ciudades del mundo para dar respuestas a la mayor demanda de comida sana, económica y de calidad, adaptándose a las condiciones de rapidez con las que se mueve la vida moderna en las grandes urbes”.

Desde el Frente para la Victoria, Norma López abundó contra la aprobación de los camioncitos de comida desde varios frentes: competencia desleal para la economía informal ya que enfrenta el concepto de negocio con el de subsistencia que suele movilizar a los vendedores ambulantes. Además, dijo que “a nivel de técnica legislativa deja mucho que desear”.

Fue Héctor Cavallero, de Partido del Progreso Social (PPS), el que trajo una inesperada mirada a la discusión: la inseguridad y la nocturnidad, como marco del proyecto en discusión y fue en la misma dirección que López, al cuestionar que los food trucks, lograran entrar en la discusión a través de una ordenanza vigente, “es un parche y eso siempre trae contradicciones”, dijo el Tigre, y envió un flechazo por elevación a las escuelas de gastronomías que funcionan sin la supervisión de las autoridades educativas.

A la hora de la votación, que fue nominal, hubo 15 votos por la positiva, además de los tres autores de la iniciativa, los bloques PRO y Socialista, Diego Giuliano (Rosario Federal), Carlos Cossia (Peronismo Solidario), Aldo Poy (Demócrata Progresista), María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale (Radicales Progresistas).

En contra se levantaron 7 manos, además de Cavallero, López y Gigliani, Lorena Giménez (PPS), Roberto Sukerman, Osvaldo Miatello (Compromiso por Rosario) y Miguel Zamarini (Socialismo).

Bolsitas

Quién diría que las modestas bolsitas de plástico que entregan en los comercios, y que tienen un fin seguro como colectora de residuos o para llevar a componer algún par de zapatos, tuvieron un capítulo diacrónico en el Palacio Vasallo. Según las exposiciones que se escucharon en la sala de sesiones, el asunto lleva meneándose unos 17 años, es decir que se tragó un par de generaciones de ediles, téngase en cuenta que son ciclos de cuatro años.

El Concejo aprobó una reducción lenta, casi tanto como lo biodegradable que resultan las bolsitas, en lugar de la prohibición rotunda como anhelaban algunos ediles. Ese fue el nudo del debate que también tomó un par de horas de la de por si, prolongada sesión que arrancó a media tarde y concluyó 15 minutos antes de las 22.

“La reducción del uso de bolsas plásticas es un paso fundamental para el cuidado del medio ambiente en Rosario, hemos dado un salto cualitativo de importancia tras muchos años de discusiones y debates, con una normativa que inducirá a los rosarinos, de manera progresiva y racional, a ir dejando el uso de un elemento que es indudablemente nocivo para el medio ambiente”, arrancó con calma la presidenta de la Comisión de Ecología, María Julia Bonifacio, impulsora de la idea.

Lo que siguió fue un repaso de los contras de esa decisión, diciendo que se estaba desperdiciando la oportunidad de sencillamente prohibir su uso, de manera categórica, y a partir de allí, esperar un desarrollo de la conciencia ambiental. Este argumento no logró consenso. Así que ahora habrá que tener algún recaudo para ir al supermercado, o volver con los sachet de leche en las manos.

¿Qué se votó? Durante un año, los comercios podrán entregar cuatro bolsas de plástico por cliente, de mayor tamaño y gramaje que las comunes. Después de este entrenamiento ambiental, sólo serán dos y al tercero, ninguna. El cliente que requiera bolsitas deberá pagarlas. Atención, que habrá “cajas verdes” para abonar, en las que no se entregarán ninguna bolsita, esperando que madure la responsabilidad con el medio ambiente.

Piripincho

En medio de tanto jaleo argumental, en el Palacio Vasallo hubo lugar para la sonrisa. Quién no miró alguna vez a Héctor Ansaldi y a su dientudo personaje. “Hoy rescatamos a un actor de raza. Ha sido una propuesta que representa a la comunidad del teatro en general, a la historia del teatro rosarino, a un personaje que mantiene un compromiso con la ciudad”, dijo la concejala Norma López, al presidir el acto en el que se lo declaró, artista distinguido.

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