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Yo no sé, no. Cuando parte de nosotros íbamos a la escuela Acindar, cruzando el campo hacia el barrio Triángulo, el territorio de disputa era el caminito, porque estaba seco. A la mañana el pasto estaba mojado y se te ensuciaban las zapatillas, así que era una guerra constante entre José Carlos y el hermano ir por ese caminito seco.

Cuando hubo un triangular, justamente ahí en barrio Triángulo, nos pusimos las re pilas y se terminó la contienda porque había que ganarlo. En esos tiempos había triangulares de verano con un par de equipos de Buenos Aires y uno de acá, o al revés. En el mediocampo, en ese tiempo se nombraba al 8 al 5 y al 10, cuando formaban un triángulo de talento, ese era el equipo especial.

Todo se cocinaba cuando ponían ese mediocampo que pocos cuadros lo tenían así tan equilibrado, con el 10 habilidoso, el 5 casi todo terreno, y el 8 que subía y bajaba como un motorcito. Era el triángulo perfecto.

En la Argentina, cuando íbamos a la escuela, el mapa de Sudamérica era un triángulo perfecto: la Patria Grande. Apenas comenzados los años 70, había un triángulo de democracia fuerte en el sur de esta Patria Grande que eran Uruguay, Argentina y Chile, pero el Imperio no soportó tanto triángulo con voluntad popular. Así que primero fue Uruguay, con un autogolpe de derecha; después Chile, cuando derrocaron a Allende; y luego Argentina, en esa etapa tan negra que arrancó en el 76.

Pero me cuentan que por la 8, el primero de abril del 82, un tipo de Buenos Aires dijo que “a lo mejor mañana la patria es más grande”. Y Pedro reflexiona y reivindica las islas, que son nuestras, y se saca el sombrero por los caídos. Pero decía, ¡pucha! estos tipos negaron siempre el gran triángulo de la Patria Grande, y siempre se comieron las divisiones.

Pedro dice que, a pesar de los tiempos presentes, por vía endeudamiento o juicio destituyente, quieren desarticular el sueño de la Patria Grande, ese triángulo inmenso que sigue vigente desde el Caribe hasta la Antártida, incluyendo las Malvinas y todas esas islas de alrededor. Y ya lo están diciendo las resoluciones de las Naciones Unidas, sólo que al Imperio le duele. Y no lo reconoce pero el sueño sigue vigente. Y más tarde que temprano, o al revés, vamos a estar caminando por esa gran patria.

Fuente: El Eslabón

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