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Es notoria la sucesión de pronunciamientos de distintos sectores de la Iglesia que advierten sobre el crecimiento de la pobreza a partir de las medidas de gobierno tomadas por Mauricio Macri. Cada uno en su tono y de acuerdo con su contexto y su historia, desde los curas de la Opción por los pobres hasta los prelados de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) han expresado la preocupación por la situación social del país en la sintonía que imprime el Papa Francisco, con el eje en la consigna Tierra, Techo, Trabajo, más propia de un movimiento religioso con fuerte arraigo popular que de una institución jerárquica y dogmática en su servicio a los poderosos, tales son los perfiles que históricamente se entrecruzaron en la Iglesia. Hoy esos perfiles se exponen de modo inédito. La corriente que impulsa el compromiso social ya no se expresa sólo desde el llano, ni se rechaza ni se persigue desde las cúpulas: ahora hay un Papa argentino, peronista, que se lleva mejor con el líder boliviano Evo Morales que con la premier alemana Angela Merkel, valga la postal como contraste con épocas todavía no tan lejanas. Y ni hablar de los gestos de Francisco para con su terruño nacional: las señales de solidaridad con la dirigente social encarcelada Milagros Sala, la próxima audiencia con la Madre de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini. Símbolos papales que escandalizan a los panelistas de la tele, tan macristamente correctos ellos,

Se crea o no se crea en Dios, el dato del nuevo tiempo en la Iglesia no es menor para la coyuntura política argentina, marcada a fuego por el intento de retorno del neoliberalismo, que acá choca con un factor de poder muy difícil de neutralizar con las toneladas de kaka mediática que se vuelcan contra la oposición kirchnerista. Al menos hasta ahora, no asoma ningún Lázaro Báez con que tirarle por la cabeza al Papa en respuesta a su evidente oposición a la revolución de los globos amarillos.

Rosario es otra muestra de la partitura común que miran diversos espacios eclesiales. En estas mismas páginas se da cuenta de los testimonios de sacerdotes muy vinculados a los barrios más humildes. Pero también el arzobispo local Eduardo Martín sostuvo en declaraciones a LT8 que “la pobreza creció en los últimos meses” en la ciudad.

“Nosotros no estamos en contra del gobierno, sino que exhortamos al gobierno a que ponga todo para superar las dificultades. Hay que dar un tiempo prudente porque se venía de una situación compleja”, concedió Martin, con diplomacia obispal. Pero marcó que de acuerdo con «el índice que da la Universidad Católica Argentina, que es muy confiable, haciendo una proyección ha habido un crecimiento de la pobreza en estos meses».

Tras estas declaraciones a LT8, disparadas por la reciente difusión del nuevo documento de la CEA, Martín posó sonriente para las fotos en la reunión que mantuvo con los legisladores Marcos Cleri, Josefina González, María de los Ángeles Sacnun, Germán Bacarella y Marina Magnani, todos ellos integrantes o allegados de La Cámpora, siempre tan demonizada por las usinas macristas.

También monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la CEA, lanzó un alerta por la ¨inflación creciente¨ y abogó por más trabajo digno. ¨El país necesita honestidad, transparencia y coherencia, pero también solidaridad y equidad”, despejó Arancedo, ante tanta maraña comunicacional que quiere tapar el bosque con árboles. “Espero que esto sea transitorio, que se sepa que hay un bien común¨, dijo el titular de la CEA en declaraciones radiales levantadas por la agencia católica Aica.

En el sitio de Aica (www.aica.org) puede buscarse y leerse el último pronunciamiento de la Conferencia Episcopal, titulado “Bicentenario de la Independencia. Tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos”. Allí, en medio de los tradicionales llamados al diálogo y al acuerdo, también se exponen planteos en tono puro Francisco y con párrafos que chocan de frente con las actuales políticas nacionales, como por ejemplo la mención bien directa que “el Estado no puede desatender su tarea de asistir a los más carenciados, excluidos de hecho y sin oportunidad de integrarse”.

“La integración hace a la persona protagonista desde su propia dignidad e implica el

derecho al trabajo, la propiedad de la tierra y un techo habitable”, se señala después, en una de varias citas a dichos del Papa. Y se hace lugar también -a muy poco del gran acto de las centrales obreras por el Día del Trabajador- para “destacar el rol de los sindicatos en la medida en que promueven la solidaridad de los trabajadores y la defensa de sus derechos laborales”.

Fuente: El Eslabón

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