Garavano vs Avruj. Carrió y Sanz contra Peña. Todos contra Sturzenegger y éste contra todos. Lo único homogéneo en el gobierno de Macri es que todos forman parte de la rapiña, sólo divide aguas el estilo: unos son buitres, otros apenas caranchos.

Las rencillas en cualquier gobierno siempre están a la orden del día. Es lógico y se encuentra en la naturaleza de la política. La sociedad entre el PRO macrista, la Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica de Elisa Carrió, la accionista minoritaria de ese pacto no es la excepción.

Que el presidente Mauricio Macri y sus aliados reivindiquen y practiquen la antipolítica no quiere decir que no terminen haciendo política, y que la misma no tenga efectos sobre la realidad, como es inevitable.

Los posicionamientos que se proponen los integrantes del gabinete nacional y sus aliados legislativos o dirigenciales, sin embargo, no siempre tienen el propósito de poner en juego un internismo político con fines electorales.

El macrismo duro, sobre todo, está empeñado en consolidar posiciones de poder o avanzar sobre nuevos espacios para optimizar la rapiña, el saqueo sistemático de la riqueza nacional traducida en divisas u otras opciones financieras, que en forma metódica vienen fugando al exterior con una experticia ponderable.

El atraco de los CEOs

El latín suele ser elegante y hasta indulgente cuando se trata de aportar al origen etimológico de ciertos términos. Es el caso de la rapiña, cuya raíz es ubicable en el verbo rapere, que significa arrebatar o robar. Más mordaz –y menos exculpatorio– es la vulgata, y aún más cruel es el lenguaje jurídico, que se refugia en las definiciones académicas de la lengua actual, y es entonces que la rapiña es definida como “un cierto delito que se comete de manera violenta. Puede tratarse de un hurto o un arrebato, con delincuentes que actúan con rapidez”.

Estos tipos del macrismo, estos que desde el CEO mayor hasta el último se disputan cargos, ministerios y secretarías de Estado, son delincuentes que actúan con rapidez. Y el delito lo cometen de manera violenta.

El atraco de los CEOs a las arcas públicas derivó esta semana –entre otras medidas– en una que todavía genera fuertes encontronazos en cartera que se divide en Finanzas y Hacienda, pero que trasciende largamente ese ámbito: El Banco Central subió la tasa de las Lebacs al 25,5 por ciento en una emisión récord de 448 mil millones de pesos.

Quienes ponderan en forma conservadora la emisión de Letras del Banco Central, al fin y al cabo los instrumentos financieros que justifican la sigla Lebac y que reeditan las bicicletas financieras de las épocas de José Martínez de Hoz y Domingo Cavallo, sólo que reducidas éstas a un mero juego de infantes, consideran que el total de esos bonos compromete el 52 por ciento de toda la base monetaria.

Para que se tenga más claro: si todas las Lebac tuvieran que ser pasadas a pesos, habría que recurrir, según ese cálculo, a más de la mitad del dinero circulante en el país. Federico Sturzenegger, el titular del Banco Central, qué duda cabe, reporta en el team de los buitres.

Pero los otros responsables de la política económica, por ejemplo los ministros de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne y Luis Caputo, respectivamente, junto con el ex jefe de la cartera unificada Alfonso de Prat Gay, son responsables de la otra pata del plan de rapiña en que consiste el programa de gobierno de Cambiemos.

Según el informe del Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (Umet) el gobierno de Macri emitió en 2016 la espeluznante cifra de 53.527 millones de dólares. Y de acuerdo al presupuesto 2017, se tomará deuda por casi 60 mil millones más. “De esta manera –refiere el informe, citado por el sitio de noticias Aerom–, el país incrementará su pasivo en 110 mil millones de dólares en sólo 24 meses, lo que es un récord absoluto en la historia nacional. Esto es: 150 millones de deuda por día desde que Macri llegó a Casa Rosada”.

El paper de la Umet no deja lugar para otra cosa que el terror: “La Argentina abandonó la prudencia y se inclinó desde 2016 a un nuevo ciclo de elevado endeudamiento externo en medio de grandes incertidumbres externas sobre el nivel futuro de las tasas de interés después del Brexit y la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos”.

En la semana que lo tuvo de gira por la lejana Asia, el jefe de la banda autorizó la colocación de bonos públicos por hasta 20 mil millones de dólares a las secretarías de Hacienda y Finanzas, sin contar que se determinaron prórrogas eventuales de jurisdicciones que tienen como beneficiarios “los tribunales estatales y federales ubicados en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos de América y/o de los tribunales ubicados en la ciudad de Londres”, según reza el decreto 334/2017 publicado en el Boletín Oficial, firmado por la vicepresidenta a cargo del Ejecutivo, Gabriela Michetti; el jefe de Gabinete, Marcos Peña; y el ministro de Finanzas, Luis Caputo.

Esa disposición deja sin efecto la posibilidad de “oponer la defensa de inmunidad soberana”, una forma de dejar en la más absoluta indefensión al Estado nacional mientras se perpetra el gran saqueo.

Desencuentros entre cacos

El pasado viernes 12 de mayo, el lobbysta Marcelo Bonelli ensayó en el diario Clarín una aproximación a lo que se está generando en los intestinos del equipo económico macrista, a través de un artículo que tituló así: “El Gobierno cambió la pauta de inflación: ahora es del 20%”. Se basó en sus fuentes habituales, los ministros que responden al jefe de Gabinete Marcos Peña, y argumentó la movida de modo bastante crítico respecto del enfoque que viene sosteniendo el presidente del Banco Central con sus pronósticos de una inflación anualizada del orden del 17 por ciento durante 2017. Sturzenegger no le respondió a Bonelli, sino a los infidentes que le dieron letra: «Cambiar una meta es no tener meta».

Lo cierto es que el coconductor de A dos voces sentenció que “el Gobierno no respaldará más la pauta de inflación del 17 por ciento que utiliza el Banco Central y que justifica una política monetaria ortodoxa que no domó la inflación y frenó la economía”. Y agregó: “La decisión se adoptó frente al fracaso de Federico Sturzenegger de meter la realidad inflacionaria en un «dogma» teórico que elaboró –por su cuenta– el Bcra”.

Bonelli razonó que esa receta “no frena el alza de los precios y genera otros graves problemas: un dólar atrasado que afecta la producción y una bicicleta financiera que rinde «jugosas» ganancias especulativas”, y reveló que “la nueva y real pauta de precios que ya utiliza la Jefatura de Gabinete es ahora del orden del 20 por ciento”.

También confesó que Luis Caputo “blanqueó la trascendente decisión política. En público y ante inversores, el ministro relativizó, por primera vez, las pautas de Sturzenegger”. Y algo más: “Lo importante no es la meta del Bcra, sino que baje la inflación”.

El lobbysta de Héctor Magnetto, con mucha convicción, sostuvo que “la instrucción política precisa fue la siguiente: que la semana próxima el Bcra se abstenga de aumentar otra vez la tasa de interés”.

Pues bien, como se puede leer más arriba, esta semana que pasó, y la que Bonelli remarcó como de “abstención”, el Banco Central subió la tasa de las Lebacs al 25,5 por ciento.

Tan escandaloso fue el papelón de Clarín y de los ministros que le juegan la interna al hombre fuerte del Bcra que en su nota apostó fuertísimo: “La advertencia a Sturzenegger obedece a una cuestión: en la Casa Rosada saben que el directorio del Central estudiaba profundizar su estrategia y elevar el martes próximo –de nuevo– el costo del dinero”. Y el tipo lo hizo. Y hasta ahora nadie siquiera lo reprendió en privado. Dicen que esperan a que Macri vuelva de Asia. Se verá.

Si, como dice Bonelli, “son 7 los ministros que censuran la «sobretasa» que instrumentó el Central”, y que el coordinador del gabinete económico Mario Quintana comunicó a su equipo que “ya no hay margen para más aumentos de la tasa”, la interna está que arde.

La propia agencia de propaganda macrista Télam informó el martes pasado que “el stock total de Lebacs se ubica en 820 mil millones de pesos”, el equivalente a 53.455 millones de dólares. En el barrio dirían “agarrate Catalina”.

Listas, aprietes y delaciones

Hace algunos meses, el sitio web Política Argentina informó acerca de una reunión entre Macri y Elisa Carrió, en Olivos, “en medio de la dura pelea con (el presidente de la Corte Suprema Ricardo) Lorenzetti”.

En ese artículo se decía que “en una hora y media, Lilita le puso condiciones a Macri para las listas de este año”. Y se especulaba con que, “se acordó que Lilita sea candidata en la Ciudad de Buenos Aires”, aunque se planteó que “no fue el único pedido que buscó formalizar la diputada”.

En la Capital Federal, “el objetivo primordial será eliminar a Martín Lousteau del juego político para 2019”, pero también surgió otro de los objetivos de Carrió: el de “correr al asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba de la toma de decisiones como así también nutrir a las diferentes listas –no sólo en la Ciudad– de sus dirigentes”.

Pero en los últimos días, Lilita se agrandó y le reclama a Macri que además de ella, vayan en la lista otros dos diputados suyos, y exigió el veto al presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, y al ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo.

Los candidatos de su entorno serían Fernando Sánchez y Mariana Zuvic en Capital, ambicioso reclamo, ya que Cambiemos arriesga seis bancas en la Caba, y Macri debe contentar a sus socios Gerónimo Momo Venegas y Patricia Bullrich.

Otro pedido que protagoniza Carrió, pero acompañada por el radical Ernesto Sanz, y cuya batalla ya está casi perdida, es que Macri reemplace a Peña en la Jefatura de Gabinete, con la excusa de que el hombre de confianza del Presidente está “desgastado”. Varios colaboradores del mandatario ya les advirtieron a los operadores de ambos que si hay alguien que se irá con Macri, ese es Peña.

Por último, el macrismo explícito debe lidiar con la interna que el ministro de Justicia Germán Garavano viene teniendo con el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj. Nadie espera que las ganas que tiene el primero de que el segundo renuncie se produzca en estos días, con la experiencia del fallo del 2 x 1 de la Corte Suprema aún fresco en la opinión pública.

Garavano tiene que lidiar además con otras cuestiones. Apenas un día antes de la marcha que terminó de aniquilar al 2 x 1, “el ministro se reunió con gestores que reclamaron por las detenciones del ex militar Emilio Nani y el ex policía Luis Patti”. Así lo informaron en Perfil los periodistas Pablo Waisberg y Guillermo Peralta, quienes agregaron que Garavano recibió al escritor y lobbysta de represores Sebastián Miranda, y a Carlos Romero, titular de la “Comisión Homenaje a Policías y Ciudadanos Muertos por la Delincuencia”.

Miranda es autor de un libro de culto para los represores y genocidas, Los secretos de La Tablada, en el que desarrolla la hipótesis de que en ese ataque “la Coordinadora Radical participó en la organización del copamiento”.

Al final del encuentro, Miranda le dijo a Garavano: “Tiene la posibilidad de seguir con el relato y las acciones que dividen a los argentinos y nos empantanan en un pasado doloroso o llevarnos al destino de unidad y grandeza que todos esperamos”.

Dicen que Avruj fue la fuente de los escribas de Jorge Fontevecchia, y desde entonces, el titular de Justicia se la juró.

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