Además de intentar tapar agujeros negros que deja el actual plan económico y financiar el déficit y la fuga de capitales, con la decisión de endeudar a la Argentina por cien años el gobierno de Mauricio Macri buscó demostrar que el país recuperó “credibilidad y confianza” de “los mercados”. Sin embargo, ese postulado marketinero que busca disfrazar el millonario negocio de fondos de inversión que adquieran el bono de deuda externa centenario se desvaneció a las 48 horas tras la decisión del banco Morgan Stanley de no ascender a la Argentina a la categoría de “economía emergente” y dejarla como “fronteriza”, lo que puso en evidencia que la fragilidad del modelo que encarna Cambiemos no puede ser obviada por quienes priorizan el lucro por sobre la amistad.

Al colocar un bono de deuda a cien años, es decir, por 25 gestiones de gobierno, la alianza PRO-UCR quiere dejar su marca neoliberal indeleble, una verdadera pesada herencia sobre las espaldas de varias generaciones de argentinos. El plazo extensísimo y las condiciones desventajosas hacen que esta emisión de deuda sea en perjuicio del Estado y del pueblo. Pero es un filón para ciclistas financieros, del propio gobierno y amigos.

Es como una señal a los mercados internacionales de que Cambiemos hará todo lo posible y más para que ningún eventual gobierno populista ose practicar una nueva política de desendeudamiento que otorgue independencia económica al país. Desde el Ejecutivo defendieron la operación porque apunta, según indicaron, al “crecimiento de la economía y la generación de empleo”. La historia de la deuda externa muestra que a la corta y a la larga los resultados de la entrega de soberanía traen más pobreza y más desempleo, como ya sucede en el presente.

El gobierno de y para los ricos abrochó un negocio redondo que cuesta caro a las mayorías populares. Para el macrismo, la deuda es política de Estado. Cambiemos colocó un bono de deuda externa a cien años de plazo por 2.750 millones de dólares con una tasa de interés en dólares del 8 por ciento anual. No es el primer país que emite deuda a un plazo tan extenso, aunque lo han hecho a tasas menores. El arco opositor buscará en el Congreso establecer límites a esta política desenfrenada del macrismo de megaendeudamiento, que parece haber llegado a su máxima con lo que sería el bono más largo de la historia de la Argentina a terminar de pagarse en 2117. Los bancos que participaron de la operación son el HSBC, el Citi, Santander Río y Nomura Bank de Japón. El ritmo de endeudamiento de Macri ya superó al de la última dictadura cívico-militar, etapa oscura y sangrienta del país donde el endeudamiento trepó a velocidad turbo.

“El alto endeudamiento trae graves dificultades financieras y siempre viene acompañado de condicionamientos para las decisiones de gobierno. Macri ya es rehén de los acreedores, y ahora se encamina a subordinarse también al FMI, como en los peores tiempos del país, sin el apoyo de ningún sector popular”, advirtió el ex ministro de Economía Axel Kicillof.

En declaraciones radiales y también en su Facebook, el actual diputado kirchnerista dijo que “pese a las mentiras y el relato de Marcos Peña (jefe de Gabinete), hoy se sabe que vamos a pagar durante un siglo 196 millones de dólares de interés por año. De esta manera, nos prestaron 2.750 millones y sólo en concepto de intereses vamos a pagar casi 20.000 millones. Y después de pagar más de ocho veces lo que prestaron, se devolverá el capital de 2.750 millones. Esta deuda eterna parece un castigo bíblico que pagarán los hijos de nuestros nietos. Por eso es necesario ponerle freno a estas políticas de Macri”.

Los costos presentes y futuros del endeudamiento externo no son sólo financieros. La deuda for ever trae problemas económicos, políticos, laborales y sociales, es decir, empeora la calidad de vida de la población. Pero el gobierno está jugado a fondo con su plan económico y buscará que la “plata dulce” le permita generar alguna buena noticia para la estancada economía y así andar a la caza de votos conservadores que revaliden su gestión en las próximas elecciones legislativas.

La nueva emisión de deuda, anunciada por el Twitter del Ministerio de Finanzas, representa, como se indicó, un negocio para quienes compren el bono, grandes bancos, especuladores y buitres de Wall Street. La toma de crédito mundial forma parte de una política económica de “apertura al mundo”, con avalancha importadora incluida, contracción salarial, consumo en baja, inflación en alza, desigualdad social, ajuste y recesión económica.

Con el pago total de la deuda al Fondo Monetario Internacional como punto de partida, el desendeudamiento externo fue un rasgo distintivo de la política económica del kirchnerismo. El anterior gobierno se plantó con firmeza ante las exigencias leoninas de los fondos buitre y mantuvo a raya los movimientos especulativos del sector financiero. En cambio, el macrismo emprendió un camino totalmente inverso por la ruta del endeudamiento. La eliminación de controles cambiarios, devaluación, quita de impuestos a sectores poderosos de la economía y retorno del ciclo de emisión de deuda retrajeron problemas del pasado.

Desde que asumió el macrismo se acumularon unos 90.000 millones de dólares nuevos a la deuda externa. Para colmo de males, los billetes que ingresaron por ese sobreendeudamiento fueron a parar a los negocios financieros y a la fuga de capitales. Esos dólares no persiguen ningún fin productivo, más bien van derechito al juego especulativo que atienden CEOs del gobierno. El ministro de Finanzas Luis Caputo, encargado de darle forma a la emisión de deuda a cien años, trabajó en Deutsche Bank y JP Morgan.

“Es una locura, porque implica condenarnos a tener que hacernos cargo de esa deuda a lo largo de cien años, con una tasa de interés muy alta. Es un negocio, no hay que buscar la racionalidad en esta operatoria. El ingreso de lo que se emitió terminará, como todo lo que está ingresando, en fuga de capitales, financiamiento de gastos corrientes, y ningún otro destino que vaya a mejorar el futuro de la economía real”, advirtió el economista Agustín D´Attellis en declaraciones al programa radial Poné la pava.

Mientras en la fría mañana del 20 de junio el presidente Macri leía casi en soledad los atributos que, según su limitada interpretación, caracterizaron al patriota revolucionario Manuel Belgrano, al recordar su figura durante el acto vip y militarizado en Rosario por el Día de la Bandera, diarios, canales y portales de noticias informaban sobre la última patriada de la alianza Cambiemos: el endeudamiento del siglo.

Fuente: El Eslabón

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