De la vida agreste en medio del monte misionero en las afueras de Posadas, al lago artificial de Puerto Roldan que se ve desde la ventana donde se grabó esta entrevista –y frente al cual tiene su casa de fin de semana–, la historia del veterinario Carlos Cossia muestra fuertes contrastes entre pasado y presente, aunque mantiene una constante: el vínculo con los animales. Tras superar las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) del domingo pasado, y de cara a las elecciones generales de octubre para renovar su banca, el candidato que en los carteles posa con un pichicho y propone como slogan de campaña llevar a “un amigo fiel” al Concejo, mantuvo un extenso diálogo con Biopolítica. “A mi se me encuadra mucho en el tema animales, entonces cuando aparece Cossia, prácticamente aparece un perro o un gato y no me molesta, me siento feliz”, admite.
—¿Dónde ubicás el inicio de tu historia política?
—Si vos me preguntás «¿estuviste en política antes del 2013?», yo respondo que creo que siempre hice una política social. En el año ‘72 ya trabajaba en Zavalla, en una protectora que es la protectora Sarmiento, y ya íbamos a hacer una política social. Mi meta estaba donde estaban los animales. Me acuerdo que en los años 90 inventamos el primer quirófano móvil y salimos barrio por barrio haciendo una política social, trabajando para los que no podían llegar a los quirófanos o a los consultorios privados. Eso me fue abriendo un camino de conocimiento. Entonces cuando uno viene a la verdadera política, a esta que le llamamos política de elecciones, primero hago un intento en el 2001, de la mano del vicegobernador (Alberto) Muniagurria, pero no alcanzamos a poder tener una penetración en ese momento. Ya en 2013 sí, me comprometí políticamente a salir, como dicen, a la arena política. Nunca fui creyente de que hay que ser de una raza política. Yo creo que eso es todo un folklore,como que el político tiene que estar todo el día en su área, que para algunos se llama comité, para otros se llamaba básica, y la militancia, no creo mucho en esas cosas. Creo que estar en la política es un servicio, es estar pensando en el bien común y a mí me toca llegar a la política a una edad donde ya no tengo necesidades en mi vida privada. He llegado a un momento donde uno se pone a disposición de la ciudad, se pone disposición de las necesidades.
—¿En tu familia había una identidad política marcada? ¿Se hablaba de política, o esta inquietud llegó después?
—Nunca tuve un núcleo familiar político. Por supuesto que yo vengo de una familia muy humilde, tenía una madre analfabeta, un padre empleado de fábrica, nunca tuve agua corriente ni luz eléctrica, nunca. Cuando mejoramos un poco la economía llegamos a tener un molino, pero el agua era de pozo. Y estaba el peronismo. Allá en mi niñez recibí beneficios del peronismo. Juguetes, las cosas típicas que se recibían en las escuelas públicas, lo cual a uno lo hace peronista. Lo hace peronista por esa inclusión de los que menos tienen. Pero no estuve en un núcleo cerrado políticamente, así que tengo que decir que soy un agradecido a la educación pública, tanto sea en los ciclos primarios y secundarios como en la Universidad. Yo no podría estar con ustedes hoy si no fuera por la educación pública, no habría ninguna posibilidad de que papá nos pudiera mandar a universidades con grandes pagos. Siempre digo que los que no estudian es porque no quieren. Yo me recibí de doctor porque hice el doctorado. En este país no estudian los que no quieren. Las bibliotecas en las universidades están para todos, en aquella epoca habia que hacer fotocopias, hoy ya tenemos todos los sistemas electrónicos. A mi me tocó verme beneficiado por el comedor estudiantil. Yo vivía en Misiones en aquel momento y estudié en Corrientes. Comíamos bien. Prácticamente gratis. Por eso creo que hay ciertas cosas que no nos podemos olvidar, entre ellas la educación pública. Yo crecí en Misiones, en las afueras de Posadas. En una zona de monte, se llegaba por un camino de tierra que le decían el Moritán, y yo vivía en “La picada”, donde se abría el monte y después queda libre. El colectivo pasaba dos veces por día cuando no llovía, sino era imposible esa zona y había que caminar, la bicicleta era un lujo, pero si me mirabas a la cara, yo sonreía. Yo fuí feliz en la adolescencia.
—¿A qué se dedicaba tu padre?
—Papá era empleado de fábrica de una curtiembre y mamá era ama de casa, nosotros éramos 5 hermanos varones y yo era el menor. Y mamá era, como dije, analfabeta. Yo la vi llorar mucho a mamá, muchas veces, porque cuando uno venía de la escuela y la maestra te decía que tu mamá te explique, yo sabía que en casa eso no se podía explicar.
—Con los años instalaste el nombre del doctor Cossia. ¿Cuánto pesó en tu salto a la arena política tu paso por los medios?
—Creo que llegué adonde llegué después de haber sembrado mucho. Hoy, y lo digo con humildad, hoy estoy cosechando lo que sembré. Eso es indiscutible. Errores y virtudes, pero yo cosecho lo que sembré. Los rosarinos siempre tuvieron las puertas abiertas, siempre tuvieron un lugar donde encontrar una atención. En mi actividad privada, personalmente conmigo, siempre tuvieron las puertas abiertas. Yo llegué acá (Rosario) en el ‘72 y en el ‘73 ya estaba haciendo televisión en blanco y negro. Empecé con el padre de (Pablo) Feldman, y me moría de envidia al escucharlo a él. Me tocaba entrar a mí y yo temblaba, el tipo tenía una cancha, era un tipo que tenía mucho manejo, y en el mismo programa estaba Horangel, que ya era viejo en esa época. Así que en el ‘73 arranque en Canal 5 primero, y después fui a la Vidriera, que era Canal 3. Después tuvimos programas de animales. Y eso me dio una exposición pública.
—Ha habido polémicas en la ciudad, sobre el tema animales, que te han tenido como un actor importante, como por ejemplo el tema de la tracción a sangre. Ante eso, hay gente que se muestra más sensible con un caballo que con una persona que busca comida para vivir ¿Qué opinión tenés de la expresión «quiero más a los animales que a las personas»?
—Vamos por partes. Yo interpreté que la gente incorpora al animal como un miembro de la familia. La fidelidad, el acompañamiento que dan los animales en aquellas personas que tienen soledad, no me deja ninguna duda. Tanto para grandes empresarios como para personas humildes, los animales ocupan espacios entre sus más grandes afectos. Aquel que no tuvo un animal en su vida, se perdió una parte de la vida. Yo digo que a mí los animales me hicieron hombre, me abrieron el corazón. Me hicieron ver lo que hay en tus ojos e interpretarte como ser viviente de la naturaleza. Los animales me marcaron la vida. Mi corazón hoy es más sensible con los humanos porque los animales me hicieron ver su sensibilidad. Cuando alguien dice sobre un animal, «lo quiero como un hijo», no me queda duda. He visto llorar a un monstruo de la ciudad, como el padre Ignacio, por un perro.
Vamos al tema de la tracción a sangre. Yo desde la función política no voy a negociar jamás con la excusa y el pretexto de que se trabaja con los animales. Los animales se pueden trabajar, pero con dignidad, no con el sufrimiento que tiene la tracción a sangre. Y cuando hablo de tracción a sangre estoy hablando de caballos, no de los humanos, que también es a sangre. No negocio con la excusa de que el animal es una herramienta de trabajo. El animal no es una herramienta, sino un ser viviente, que necesita dignidad, comer sus calorías necesarias, descansar sus horas necesarias y no ser víctima de latigazos o de hambre. Vamos al que va arriba del caballo. Desde mi gestión pública les gestioné todo lo que querían. Les llevé empresarios a la zona noroeste para poner galpones, cinta transportadora, compactadora de basura, en un cooperativismo con ellos. No les interesó. Quiero que quede claro que los carreros son explotados. Porque normalmente se alquilan la mayoría de los caballos. Acá hubo un grupo de narcotraficantes que alquilaba más de 200 caballos.
—¿Qué balance hace de la experiencia de su primer paso por el Concejo?
—No es casual que yo esté buscando renovar mi período. A mi me atrapó la política. Encontré en la política la herramienta para el bien común. A mi se me encuadra mucho en el tema animales, entonces, cuando aparece Cossia, prácticamente aparece un perro o un gato y no me molesta, cuando alguien me ve cara de animal, me siento feliz, porque yo se los valores que tienen los animales, que ojalá los tuvieran los seres humanos en la totalidad.
El primer banco de leche, sin embargo, está en esta provincia y lo saqué yo. Me costó hacer entender que no era un alimento sino un medicamento para el niño prematuro. Los jubilados fueron beneficiados por mi paso por la política. Hoy con dos jubilaciones mínimas, o una mínima y una pensión, no pagan la TGI en su vivienda única o en alquileres. Y así te puedo nombrar infinidad de proyectos, un total de 407, de los cuales algunos son muy interesantes y otros son como todo el mundo: pavadas. Si me hubieran acompañado en el Concejo, y sobre todo algunos poderes económicos, en Rosario tendríamos un mercado central. Cuando presenté que se grabara una tasa en todos los departamentos cerrados, que no son menos de 30 mil, no tuve respuestas.
—¿Cuáles identifica como los principales problemas de la ciudad?
—Los mismos que los de 2013. Hoy seguís yendo a los barrios y la seguridad está a la cabeza. El transporte público es demanda de todos los días, por la deficiencia del sistema, porque hay zonas donde no llegan por la inseguridad. Pero la inseguridad no está en el barrio, son cuatro o cinco delincuentes, el barrio está lleno de trabajadores. Presenté un proyecto de garitas seguras, con cámaras y botón de pánico que está aprobado pero no ejecutado. Hablemos del agua, las cloacas, el zanjeo. Los concejales somos los que vamos al barrio y ponemos la cara. Pero después si no hay cumplimiento, volvemos al barrio y Cossia es un mentiroso como todos. Pero siempre nos queda la tranquilidad de que ante los pedidos podemos mostrar qué gestionamos, ahora el cumplimiento no es nuestro.
—¿Qué mirada tenés con respecto al gobierno nacional?
—La otra vez, el presidente de la nación (Mauricio Macri) dijo que se pondría un 8. Yo le pondría un 10. Un 10 porque es lo que es, un neoliberal. Ahora los que quieren otra cosa, una industria nacional, buscan inclusión igualitaria, o que la balanza sea igual para los que mucho tienen y poco tienen, este no es el gobierno. Así como yo digo que yo soy cristiano, y estoy orgulloso de serlo, si yo fuera neoliberal estaría orgulloso. Pero yo tengo otra visión: de inclusión, de la defensa de la industria nacional. Yo soy empresario, somos generadores de trabajo, yo sé lo que es pagar sueldo y aguinaldo. Cuando uno tiene estas responsabilidades, uno tiene una dependencia del gobierno nacional. Este gobierno tiene una visión y la va cumpliendo al pie de la letra. Les prometió a los grandes poderes favorecerlos y los favoreció. No es una sorpresa. El tiempo dirá si lo que están haciendo es bueno o es malo.
—¿Y de los gobiernos municipal y provincial qué opinión tenés?
—Primero quisiera que al gobierno provincial se le dé lo que le corresponde. La coparticipación que le corresponde. Es sumamente millonaria para la provincia y para la ciudad. Si se tuviera el cien por cien de la coparticipación no habría por qué pensar en endeudamientos. Ahora, cuando queremos mayor obra pública y generar trabajo, o la plata viene del Estado nacional o viene del endeudamiento, porque de lo contrario saldrá de aumentar tasas. Si hay endeudamiento, debe ser con control de la universidad y no como se había planteado en Rosario. Como empresario creo que nadie puede hacer cosas si no tiene capitales. Sin plata no puede haber obras.