La autora rosarina, utiliza un elemento esencial de la naturaleza para titular y dotar a su tercer libro de poesías de sentidos. Tierra se editó por La mariposa y la iguana, y se presentará este 9 de septiembre en el Centro Cultural Fontanarrosa.
Alicia Salinas es comunicadora social y docente. Trabajó en el diario El Ciudadano, escribió para teatro y participó de las antologías Las 40. Poetas santafesinas (1922-1981), y Veinte años del Festival Internacional de Poesía, en 2012, entre otras publicaciones. Con la poesía, esta mujer y madre de 40 años, encuentra un territorio fértil donde trabajar su voz literaria y delimitar la esencia de las cosas de un universo que se le impone.

Este sábado 9 de septiembre a las 19, Salinas presentará su tercer libro de poesías llamado Tierra, publicado por la editorial La mariposa y la iguana, de Capital Federal, en un encuentro que servirá para que los escritores Maia Morosano y Lisandro González le hagan una devolución de su obra, como así también el fotógrafo y artista visual Maximiliano Conforti, y la cantautora Vanina Israel. El evento se llevará a cabo en la sala Irma Peirano, del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, ubicado en San Martín 1080, en la Plaza Montenegro.

En diálogo con este medio, Alicia Salinas ponderó el proceso de edición. “Fue muy lindo. La gente de La Mariposa y la iguana, Dafne Pidemunt y Leticia Hernando, se han interesado. Ellas viajan por todo el país haciendo ferias por los lugares donde circula la poesía, porque es un género marginal, marginado del mercado y, a veces, de los cánones literarios. En agosto llegaron algunos ejemplares, y por fin llega el momento de la circulación, de la bienvenida”.

Tierra es el sucesor de La Sumergida (2003) –“un libro donde habla una desaparecida, que está en el fondo del Río de la Plata, y otras dos voces, una que la condena, y la otra que la absuelve– y de Gallina Ciega (2009).

“Pasaron ocho años de ese último libro. Los de Tierra son poemas que corresponden a diferentes períodos. Fueron poemas que me esperaron a mí, que yo los esperé con paciencia, mutuamente nos esperamos”, confiesa Salinas.

“Yo empecé a escribir alrededor de la tierra, de la naturaleza, de los jardines; de lo que brota, de lo que crece. Es como que un universo se me imponía pero no solamente como temática, sino como el tono de la voz que aparecía en torno a eso. Pero lo que sí siento es que no es un sumatoria. Hay un ordenamiento, no de los tópicos sino de los ríos subterráneos que unen los poemas”.

Para Salinas, su flamante obra contiene una “nueva tonalidad de la voz, que no es tan sentenciosa ni tan hermética, que tiene cierta blandura, que -como la tierra- se puede descomponer en polvo y ser algo sutil”.

El rito poético

La escritora rosarina ensaya algunas de las palabras que va a soltar este sábado 9 de septiembre desde las 19, en el Cultural Fontanarrosa.

“La tierra empieza a multiplicarse, a reproducirse, ningún poema es exclusivamente propio o producto de una gran originalidad sino que todos estamos enraizados en una misma cosa, dialogamos los poetas entre nosotros, con los maestros, con la tradición. Y trabajamos con otras disciplinas. Y bueno, Lisandro González y Maia Morosano son compañeros poetas, y amigos de años: va a estar presente la palabra poética, el análisis. No sé qué van a decir pero confío en ellos. Todos tienen lugar para hacer una producción propia. Maximiliano Conforti hizo un ensayo fotográfico que lo va a exponer ese día, estamos viendo en qué soporte, un trabajo muy interesante, muy bello que no tiene fines ilustrativos. Él ha leído el libro, y con lo que le generó produjo imágenes, fotografía, y eso me flashea”.

El día de la presentación, tal vez, Alicia lea Ribereña, que como en otras ocasiones, juega con la distancia entre las cosas: “Años después de vivir contra el río, lo que fluye, persevera y purga. Agua siempre adelante. En la orilla se remeda todo pasado, vuelvo al ruedo. En qué cuenco el silencio de los ceibales. Desde la isla resplandece, la dentadura vertical de las torres, antes patios con jazmines. Dónde está quien espera, quien no olvida”, reza un fragmento.

“No lo vivo como una experta o como una erudita, para mí la poesía es algo experiencial, no es algo catártico. Por esto algunos poemas los tuve que trabajar, tuve que esperar que leudaran y adquirieran una forma definitiva”, cuenta Salinas, y se pregunta: “¿En este mundo tan duro, tan enloquecido, qué sentido tiene practicar este oficio? A veces me siento como tirando una piedra a la nada. Lo que sí creo es que la poesía nos deja una emoción que podemos atesorar, una experiencia de vida”.

—¿Por qué la poesía es marginal?
—Es una característica, a los poetas nadie nos está esperando. Al lado de la narrativa pareciera que no tenemos tanta importancia. La poesía es esencial a lo humano. Tal vez sea una circunstancia del momento histórico. En otras épocas los poetas tenían otra importancia en nuestro país, y en el mundo. Pero existimos. Desde ese lugar marginal, contamos el mundo igual. Y en Rosario hay muchos ciclos, presentaciones, y eventos como el festival de la poesía que cumple 25 años.

—¿Y qué significa que el libro lo haya escrito una mujer?
—Hay poemas que son fuertes en ese sentido, donde se expresa la subordinación del género. En la contratapa, yo remarco que soy mujer-madre, porque es una tarea haber dado vida y estar criando a mi hija Isabel. Leía a un autor que decía que la escritura de las mujeres tiene que ver con una afirmación de lo que antes fue negado. Lo que socialmente no se ha querido que se diga, hoy se pone de manifiesto y desde ese lugar una también escribe”.

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