La Edad de Eva, de la poeta Alejandra Benz (Buenos Aires, 1982) forma parte desde 2016 del catálogo de selecciones de Iván Rosado. No sabemos con precisión a qué Eva se refiere el título ni a qué edad alude. Supongamos que se refiere a la del génesis, a la mujer primera, la originaria, la madre universal y la que habita en todas y cada una por los siglos de los siglos. “A las mujeres que amo”, dice Benz en la dedicatoria del poemario. También lo advierte su editora Ana Wandzik, desde la contratapa del volumen amarillo: “Ale escribe verdaderos poemas de amor para mujeres fuertes”. Si seguimos la lógica, Eva es todas aquellas mujeres que Benz ama, y homenajea. Musas del acto vital y creador que es la escritura poética, incluida entre ellas, a nuestra Evita, la Evita del pueblo trabajador y los humildes. Pero en este libro no sólo hay mujeres, también hay experiencias como, por poner un ejemplo, planear en altura sobre un río color rosa, rumbo al sur.

La potencia maravilla es una suerte de semblanza de la artista plástica y poeta santafesina, Emilia Bertolé. “¿Ser la potencia maravilla?/ ¿Te sorprende?/ Hoy como un designio/ a todas las poetas la noche/ les ha clavado las garras/ igual siguen acá/ en la ciudad donde le echaste/ llave a la puerta”.

Si Evita bebiera es un doble guiño que reversiona el relato del gran Néstor Perlongher, Evita vive. Así, Benz le escribe a la abanderada de los humildes, la invita a tomar una cerveza en la vereda y le cuenta –en la lengua de los millenials– que “más o menos pasaron las mismas cosas que antes/ pero a través de una pantalla que es la compu/ que miramos y opinamos/ porque juntarse es más difícil ahora./ ¿Sabés que en La Recoleta tu panteón es el único que tiene flores frescas todo el año?”, Benz cierra el poema pidiéndole a “Evita hermosa/ traelo al Juancito la próxima/ ahora se puede casar”.

Además de relatar su primer viaje en avión a Calafate, en Aerolínea de Bandera, Benz hace una aproximación sutil e íntima a la ex presidenta. “Días antes de mi viaje, soñé que le escribía un poema a Cristina/ y se lo llevaba a su casa/ me parece que era éste”.

Lleno de lirismo y ternura, la poesía Glamour tropical –dedicada a la precursora de mujeres en el mundo de la bailanta, Lia Crucet–, propone reflexionar sobre el costo de las mujeres cuando transgreden límites impuestos, bailando y cantando. “Siempre a las mujeres nos preguntan/ qué se siente hacer tal cosa/ siendo mujer/ ya pensando que nos cuesta más/ como nos cuesta a todos el amor/ eso es algo que nos iguala.”

Y así, la rubia, su amor; Marta, su madre; y sus amigas, se unen en una danza estelar con Eva Perón, Cristina Kirchner, Emilia Bertolé y Delia Crucet. Ellas son algunas de las mujeres fuertes que la autora evoca en La Edad de Eva. Como si en la fusión de rasgos etéreos y mundanos de cada una, en la singularidad de la mirada que la autora proyecta por separado, fueran un sólo cuerpo construido con el lenguaje en su mejor dimensión expresiva, la poesía. Quizás Eva a su edad, sean todas, siendo al mismo tiempo, ellas mismas.

De esta casa un hogar, de esta vida un jardín, es el poema en el que Benz escribe que “un universo se construye/ de tiempo y paciencia/ lo más lindo del amor es darlo”. También esa gran apuesta (la paciencia, el amor) está llena de pequeños actos de fe, que equilibran el mundo de lo simple. Como cortar los yuyitos que crecen en la junta, como la escritura, que “no es un acto magnánimo/ pero acá damos la vida por un adjetivo”. Las obsesiones cotidianas, el mundo de sensaciones que llevamos dentro, como “la cerveza que entra en la panza al mismo lugar donde se siente el amor”, las neurosis que bosteza una perra a los pies de un diván, y el no haber aprendido a enamorarse con canciones del ránking radial. Así, de este modo, las cosas y las experiencias mínimas que Benz describe, con preciosismo y sencillez en su libro, están envueltas en una dimensión política y ética de la vida que continúa en el trazo de la autora, como se suele decir, del contenido a la forma, y viceversa. Sobre su escritura, Julia Enriquez, poeta y editora de la ciudad, resumió: “Alejandra siempre se pregunta por todos. Cuando parece que habla de ella, en realidad busca hablar de las debilidades de las que nadie puede escapar, y de la ternura que sostiene al mundo”.

Aunque nació en Buenos Aires, Alejandra Benz creció en Esperanza, provincia de Santa Fe. Actualmente vive y trabaja en Rosario, donde cursó sus estudios de Psicología en la UNR. Benz tiene publicados Torta Alemana (Iván Rosado, 2012) y la plaqueta Un rato de diversión dentro de la revista Unión y Amistad (Ivan Rosado, 2013). También colaboró con poemas en antologías como Danke, Código Urbano, y Yo soñaba con comprarme una combi. También participó como invitada del XX Festival Internacional de Poesía de Rosario. Agustín González, escritor y amigo de Alejandra, sentenció que con este libro, “culmina la edad de oro de la poesía rosarina. Que dios se apiade de nosotros”.

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