Los hinchas canayas acudieron con ganas de darse un fiestón de fin de mala racha y darle su apoyo al equipo para la semifinal de la Copa Argentina del próximo viernes, ante los mismos tucumanos. Pero se quedaron masticando bronca.

Jornada de estrenduosos silbidos en el Gigante de Arroyito. Al Central de Paolo Montero, sólo lo mantiene a flote el próximo partido en Formosa. De local, se acostumbró a perder de una manera que preocupa y enardece a los hinchas. El técnico uruguayo se debate así entre la gloria y la hoguera.

Mientras Central avanza heroicamente en la Copa Argentina, en el campeonato ahora denominado Superliga, en su octava fecha, ocupa el fondo de la tabla apenas un punto arriba de los últimos, Temperley y Arsenal, y suma 13 partidos seguidos en el año sin poder gritar victoria.

Encima, de local, sufrió su tercera derrota consecutiva y los hinchas no lo pueden creer: el equipo –aún el de este sábado, con muchos suplentes– es una maraña de nervios que no logra hilvanar juego, se muestra impotente, desarticulado y cae sin decoro. Así, el silencio tribunero de los últimos partidos se transformó ahora en una reprobación muy dura.

El entrenador canaya, y con él varios jugadores, está cada vez más presionado por los malos resultados de local. “La verdad es que tenemos un déficit muy grande en la Superliga y más que nada jugando en nuestra casa. El nerviosismo de la gente es lógico por la situación que estamos viviendo en el campeonato y esas son situaciones que con personalidad y con jerarquía las tenemos que revertir. Fijate que nos convierten y no encontramos el juego, lanzábamos mucho cuando teníamos la chance de jugar. Entremos en el juego de ello y ahí perdimos”, evaluó el director técnico, una vez más, haciendo pirueteas en la cuerda floja.

La jugada de salir a la cancha con un equipo alternativo para priorizar la semifinal en Formosa del próximo viernes con los mismos tucumanos por la Copa Argentina, fue arriesgada. En el segundo tiempo tuvo que echar mano a Marcos Ruben y a Washington Camacho, pero no alcanzó. Para colmo, se lesionó el defensor Marcelo Ortíz, quien no podrá jugar por varias semanas.

“El responsable soy yo, estoy amargado por el resultado. Mañana ya vamos a prepararnos y pensar en revertirlo”, se animó al final el uruguayo, entre la gloria de darle otra final a Central y la hoguera de dejarlo en el fondo de la tabla del campeonato, sin el pan y sin la torta.

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