A dos años de la gestión Cambiemos, el plan económico hace agua. El nivel de consumo popular sigue por debajo del de 2015, mientras la inflación se dispara. El gobierno busca imponer techo paritario y asusta con más despidos. La calle se calienta. Quien dice reforma, dice “saqueo”. El cosmos nos mira… de lejos.
Al cumplir dos años de gestión, la mitad de su mandato, aunque más de una vez haya dicho que en 2019 podría buscar la reelección, el presidente Mauricio Macri reconoció en una entrevista televisiva que el actual nivel de endeudamiento, el pago de los intereses de la deuda, sumado al déficit comercial, fiscal y la descontrolada emisión de bonos “no es sostenible en el tiempo” y que esto lleva al país a estar “en una posición de altísima fragilidad”. Las principales variables económicas en el período 2015-2017 arrojan balance negativo. Todo como resultado del programa económico que despliega la alianza gobernante, que agravó problemas existentes y fabricó crisis donde no la había. Pero Macri tiene la solución. “Hay que seguir bajando el gasto público”, se autoalentó, y pidió “austeridad” a los argentinos. En ese plan oficial entra el ajuste a los jubilados y la baja del “costo laboral”, que el gobierno quiere imponer a los palazos.
De cara a 2018, la alianza de derecha que encabeza Macri se propuso seguir recortando el poder adquisitivo de los asalariados y de la clase pasiva. Buscará que ningún indicador supere la pauta de inflación que estima el Banco Central, entre 10 y 15 por ciento, según las metas oficiales o pronósticos de economistas amarillos. Para ello, el gobierno prepara otra ronda de despidos en el ámbito público, que ya empezó a hacerse notar. Cesantías en el Ministerio de Modernización, Ansés, Enacom volvieron a poner en foco el empleo estatal.
El pato fiscal que Nación firmó con las provincias (menos San Luis), donde se garantizó apoyo de gobernadores para el polémico paquete de reformas que se discute en el Congreso a cambio de apenas una promesa de pago de una parte de la deuda histórica, incluyó la condición de que tanto las administraciones provinciales como las municipales no tomen nuevos empleados el próximo año para no incrementar el gasto corriente. Cambiemos busca mantener todo en línea con la inflación que pronostican. Los dos primeros años de gestión, cabe recordar, el Ejecutivo trazó metas inflacionarias que fueron incumplidas.
Con relación a las negociaciones paritarias, el gobierno jugará fuerte para que ningún gremio perfore el techo salarial del 15 por ciento de aumento. Para conformar a los sindicalistas, según trascendió, intentará que todos los convenios paritarios incorporen la denominada cláusula gatillo (la opción de volver a disparar la negociación si la cifra pactada de suba salarial queda muy por detrás de la inflación, como ocurrió desde la llegada de Cambiemos a la Rosada). El objetivo del gobierno es que los ingresos de los asalariados queden iguales o por detrás del índice de precios al consumidor. Así, el bolsillo del trabajador no podrá recuperar poder de compra, con las consecuencias ya conocidas para todo el mercado interno.
Sin embargo, como se remarcó en la columna de la semana pasada publicada en el eslabón, la inflación acelera en este fin de año movidito y hace prever tensas negociaciones salariales bajo el fantasma de los despidos como bálsamo disciplinador.
Para la CGT, la inflación se ubica casi en el 26 por ciento y, cuando todavía falta medir el mes en curso, ya supera las paritarias. Según el Observatorio de Datos Estadísticos de la central obrera, la inflación se ubicó en 2,2 por ciento en noviembre y acumuló un alza interanual del 25,9 por ciento. Según destacó el portal infogremiales, la cifra evidenció otra pérdida de poder adquisitivo que tendrían este año la mayoría de los sindicatos que se encolumnaron detrás del techo paritario que impuso el gobierno nacional.
La suba de los combustibles, los nuevos tarifazos y los aumentos característicos de diciembre anticipan un recalentamiento inflacionario en el último mes del año. Algunas mediciones privadas adelantaron que el IPC de diciembre rondaría el 3 por ciento, con lo cual la inflación de 2017 cerraría en torno al 30 por ciento, muy por encima de las proyecciones del Banco Central y de las paritarias de los gremios más importantes, que promediaron un 25 por ciento. Algunos sectores, para evitar este retroceso en los ingresos, incluyeron en sus paritarias cláusulas gatillo o firmaron acuerdos semestrales o por tres meses.
Igual, al grueso de la población se le hace cada vez más difícil llegar a fin de mes. El nivel de consumo sigue por debajo del año 2015. Según el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala, en noviembre el indicador mensual de consumo (IMC) registró un aumento de 4 por ciento anual. En términos mensuales sin estacionalidad el consumo creció un 0,2 por ciento. Y cuando faltan pocos días para finalizar el año, el IMC acumula un crecimiento de 0,6 por ciento en 2017. Pese a la tenue recuperación, “aún no se logran alcanzar los niveles previos al cambio de gobierno, ya que el consumo se encuentra un 3,6 por ciento por debajo del nivel alcanzado en diciembre de 2015”, señaló el informe.
Los supermercados promocionan ofertas para estas fiestas, como los combos de cajas navideñas. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) muestra cómo se fue por las nubes el valor de una cena popular en las celebraciones de diciembre de este año. Con relación a 2015, el costo de una cena navideña, con picada, asado, helado y mesa dulce, se incrementó 123 por ciento. Respecto a 2016, aumentó 33 por ciento, valores muy superiores a la inflación del período. “Si se considera el salario mínimo se necesita destinar más del 30 por ciento en una sola cena y en el caso de la jubilación mínima el 38 por ciento. Además, este año no se entregará ningún tipo de bono ni a jubilados ni trabajadores como compensación de la pérdida de poder adquisitivo”, indicaron desde el Cepa.
Para colmo de males, la reforma previsional impactará de manera negativa sobre millones de jubilados, pensionados y beneficiarios de la asignación universal por hijo, ya que busca recortar 100.000 millones de pesos para tapar déficit fiscal. “No es reforma, es saqueo”, repitió un grupo de jubilados que protestó con gritos e insultos en el plenario de comisiones en Diputados contra el “reformismo permanente” que trae quita de derechos y conquistas para sectores populares, resistido en las calles con marchas y paros pese a la cada vez más expuesta política represiva de Cambiemos.
El presidente Macri participó del Foro de Inversiones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el Centro Cultural Kirchner, donde exhortó a “eliminar obstáculos al comercio” al defender su política de “apertura” al mundo, justo cuando la mayoría de los países centrales optan por cerrarse y proteger sus economías de los vaivenes de la crisis global. Esa misma política de apertura importadora fue la que destruyó empleos industriales y golpeó a las pymes. Macri y su par brasileño Michel Temer pretendían firmar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, que hasta el momento fracasó. Macri habló de un “mundo abierto”, mientras deportó periodistas y miembros de ONG europeos que querían participar de la cumbre de la OMC. La “entrada” al mundo puede esperar, el ajuste abre las 24 horas.