El miércoles 11 de abril Dora Barrancos se quedó dormida. Con elegancia y sinceridad, la feminista y directora de Conicet –entre decenas de títulos más pidió cambiar el horario de la entrevista con el eslabón porque, dijo ella, el día anterior había quedado como una gallina desplumada. No era para menos. No habían pasado 24 horas de su participación en una jornada histórica: el primer día de las audiencias públicas que se realizan en el Congreso de la Nación, ante la presentación del proyecto por el derecho al aborto. Dora Barrancos, de 77 años, socióloga e historiadora, se plantó frente a diputados y diputadas, un abanico de ideologías y creencias, y planteó la necesidad de que el aborto sea legal. Habló de diferencias de clases y mujeres pobres que mueren: “Para nuestras mujeres de los sectores populares es evidente que existió una forma larvada de pena de muerte, porque han pagado con sus vidas esas decisiones”. Pero además marcó la cancha, poniendo en discusión, como muchas y muchos expositores después, el derecho al disfrute y al goce sexual de la mujer: “Defiendo el aborto legal para afirmar el derecho al disfrute sexual separándolo de la reproducción, porque es un derecho humano fundamental”.  

El 10 de abril no fue un día más para la agenda del movimiento de mujeres. Fue el día del al fin, del después de tanto tiempo, tanta lucha, tantas muertes, tantas incertidumbres. Fue el día que el Congreso de la Nación se abrió a un debate que ya lleva un buen tiempo golpeándole la puerta, tocando timbre, aplaudiéndole a ver si alguien se asoma, o responde. Las audiencias públicas con profesionales, militantes y referentes, tanto a favor como en contra de la interrupción voluntaria del embarazo, fueron –hasta ahora– el 10 y 12 de abril. Pero se extenderán por varias semanas más, cada martes y jueves, en dos turnos: uno para quienes están a favor, otro para quienes están en contra.

Cada martes, además, vendrá teñido de verde. Empezó el 10, con una movilización y radio abierta en la puerta del Congreso, que se replicó en todo el país. Y es que las militantes feministas de cada rincón de la patria organizaron una movida para que lo que acontece en la capital del país no pase desapercibido. La plaza San Martín es la que oficiará de sede oficial de cada martes verde en Rosario, de 14 a 18. El primero fue un éxito. El clima acompañó a la proyección de las exposiciones a favor y se transformó en un pic-nic recargado de alegría, optimismo y expectativas. Una sensación que atravesaba a todos y todas, y murmuraba algo similar a “sale, sí, la Ley sale”.

Los dos primeros días de audiencias públicas prometieron. Parece que el debate seguirá siendo digno de escuchar de la mano del mate, el pororó y las compañeras. Se escuchó de todo. Desde una Dora Barranco hasta un Luis Novaresio, a favor de la legalización del aborto. Al secretario de Salud Pública de Rosario, Leonardo Caruana, poniendo en palabras una experiencia local exitosa. Y también, a quienes compararon el aborto con la desaparición forzada de persona o quienes hablaron por el niño por nacer porque “no pueden cortar calles ni hacer lobby”. La diputada Carmen Polledo, de Cambiemos, mostró su indignación interpelando a Novaresio con una pregunta incisiva: “¿Usted es consciente de que una niña de 13 años que no puede comprar un litro de cerveza en la esquina, con este proyecto va a poder ir sola a pedir un aborto?”.

Foto: Andrés Macera.

El de todo que se escuchó incluyó más de una frase que se volvió viral. Y ahí apareció Dora Barrancos, con su pañuelo verde y un gesto aguerrido, haciendo notar la calle y los doctorados, los años de docencia en la Universidad y escribiendo y estudiando a los movimientos sociales, feministas y políticos de Argentina. Barrancos dejó los 77 años de lado, sacó las garras y manifestó con la fuerza de toda su vida esperando este día: “Defiendo el aborto legal para afirmar el derecho al disfrute sexual”. Dora no tiene redes sociales y no se enteró de que el primer día, más de una la citó, twiteó, re-twiteó. Que dio vueltas por los grupos de WhatsApp, acompañado por un “¿Escuchaste a esta mina?” o un “No se pierdan a Dora Barrancos”. Más de una exponente también se volvió viral. Más de una, después de ella, habló del goce sexual, del disfrute, del miedo al embarazo no deseado desde la primera relación sexual. Dora Barrancos no es una excepción, pero en este caso es una de las tantas que habló, que trascendió y después dialogó con este semanario. Se quedó dormida, se despertó, y entre radios y mensajes, no frenó su verborragia. Es que Dora sabe que lo que dijo se salió del libreto más válido de todos: el de las muertes. “Muchas mujeres se emocionaron, me escribieron, saben que es un punto de vista que no se menciona. A menudo, la argumentación hacia afuera parece más conmovedora respecto de las cifras de mortalidad materna. Y me parece legítimo, pero hay más”.

“Estuve atravesada por muchas sensaciones. En primer lugar, yo te diría que había mucha emoción. Imaginate, esta ha sido una jornada que esperábamos, y esperábamos, y esperábamos, tantos años, tantas luchas, tantas imprecaciones….”, dice Barrancos, casi 24 horas después de esa jornada histórica. Nunca termina una frase. Siempre hay algo que agregar, una razón vital para irse por las ramas. “Vos imaginate. Todos estos años, cada vez que se muere una mujer, cuando hemos sabido de las brutales condiciones en que abortan las mujeres de los sectores populares, cuando hemos visto la monstruosa diferencia de clase que se subraya. Hay una inequidad básica en nuestros países sobre el estatuto de las mujeres de clase media, que hemos podido hacernos abortos en condiciones sanitarias y en solemne silencio. En cambio, las mujeres de sectores populares se autointervienen o son intervenidas por amigas o por clínicas absolutamente irresponsables. El destino de esas mujeres es la muerte. Y todos estos años, toda esta espera, y esta jornada, eso ha estado muy presente y es lo que intentamos decir. Porque en 7 minutos…”.

En Rosario, el inicio de las audiencias en el Congreso nacional, se siguió por pantalla gigante. | Foto: Andrés Macera.

—¡Yo pensaba en eso! Esperas toda la vida por este momento y tenés sólo 7 minutos.
—(risas) Yo decidí tomar una serie de cuestiones fundamentales para mí. Primero, la advertencia de la tremenda ilegalidad, y que esa ilegalidad a veces significa pena de muerte para una muchacha, pero por otro lado la enorme legitimidad social. Es la ilegalidad flagrante pero a la vez ese contraespejo que es la legitimidad para sectores medios y altos. Eso también debía ser dicho, para sacudir las vísceras más hipócritas. La otra cuestión que yo esgrimí fuertemente es el derecho a la sexualidad de las mujeres. Esto es un derecho humano inalienable. ¿Cómo puede ser que tengamos que discutir que las mujeres tienen derecho al goce sexual y que lo tienen que tener sin el acompañamiento fantasmático de que van a quedar embarazadas por el coito?

—Y que van a ser madres por haber quedado embarazadas…
—Claro. En gran medida, el embarazo es una contingencia y no se puede construir como fatalidad. Y eso es lo que hicieron los países en la Unión Europea y demás. Todo eso se llama derecho humano fundamental.

—¿Por qué le pareció que era importante en esos pocos siete minutos hablar del derecho al goce sexual?
—Porque es elemental. Porque se habla de estas cuestiones como si no hubiera relaciones sexuales, como si no hubiera penetración o coito. Es absurdo. Es cierto que con las tecno-mediaciones médicas hoy se puede quedar embarazada a voluntad de la gestante. Pero parece mentira que no se hable de la esfera de la sexualidad, que es absolutamente in-cita. No viene por añadidura, es de constitutividad. Entonces me parece que si no se habla de esto, no se habla con entera propiedad del derecho pleno a la humanidad de las mujeres.

—Después del debate muchas destacaban una frase suya: “Defender el aborto legal para afirmar el derecho al disfrute sexual”. ¿Por qué le parece que las mujeres destacan eso? Es similar a cuando empezamos a remarcar que además de vivas nos queremos deseantes…
—Exactamente. Yo no tengo redes sociales, entonces no sabía eso. Me pierdo una gran parte de la vida cotidiana y me emociona mucho lo que ocurrió después. Me parece que todas las mujeres saben que es un derecho que les ha sido cercenado de alguna manera. Sobre todo, a lo largo del siglo 19. Hubo una construcción muy patriarcal. ¿Quién goza? El varón, las mujeres son pasivas. Esos constructos son patriarcales, están muy arraigados y son muy indecentes desde el punto de vista de la integridad de las mujeres.

En Rosario también hubo pañuelazo. | Foto: Andrés Macera

¿Por qué indecentes?

Por su inequidad, porque unos tienen derechos y las otras no tienen derechos. Ahí asoma lo inequitativo, lo injusto. Ahí se confirma que hay una constitución diferente de mujeres y varones. Dicen: estos derechos no son para mujeres, no, las mujeres tienen que engendrar y parir con amor y listo. Se acabó. Nacieron para eso: reproducir.

—Usted habló de una diferencia de clase a la hora de abortar. ¿Le parece que también hay diferencia de clase en cómo pensamos el goce y disfrute sexual? ¿Se puede pensar en términos de clase?
—Podríamos, cómo no. Porque siempre hay una asociación. Se ha atenuado mucho, claro, nada es tan escandaloso como en el siglo 19. Sí se puede decir que las más desaforadas, las que todavía tienen una forma impenitentes de la sexualidad, ¿quiénes son? Las negras, las pobres… Hay todavía una asociación ilícita en materia de derechos, de conseguir derechos. Yo reitero: cambió mucho este esqueleto, pero quedaron huesitos. Por ejemplo, que las chicas de clase media son las recatadas; ese recato mayor que tienen naturalmente ciertas chicas frente a la falta de recato de otras. Eso es ridículo, absurdo y es indecente en su formulación. Crea una cuestión de disparidad de clase absurda. Entonces, reitero, se ha atenuado. Pero a veces asoma. Y asoma brutalmente, por ejemplo, cuando los medios son políticamente correctos en enunciar que la muerte de una adolescente es un infame femicidio, pero días después esa chica vuelve a ser víctima por su ropa, por sus fotografías insinuantes. Y ahí hay un diferencial de clase horriblemente subrayado frente a nada menos que la horripilancia del crimen.

Foto: _Osvaldo Fanton | Télam / AFP

—Y además cuando se dice que ese disfrute de tu cuerpo y tu sexualidad…
—¡… la llevó a eso!

—Que es su culpa
—Como que la sexualidad la condujo. Yo insisto: el telón se ha corrido mucho, pero se persiste. Hay maniobras mentales muy persistentes respecto de que la sexualidad puede ser una fatalidad inexorable para las mujeres. Así que mejor, reproduzcan. Por eso, algo que se advierte mucho en la consulta analítica, muchas mujeres re-adquieren su sexualidad en la menopausia. Porque están así liberadas de la sombra del embarazo. Todas estas cuestiones son parte de las formas argumentativas que necesitamos para que, efectivamente, las mujeres ganen el derecho humano fundamental de la autonomía.

—¿Qué le parece que aporta este debate que comenzó en Argentina a todo el escenario latinoamericano? ¿Cómo lee este proceso de adquirir derechos en un contexto neoliberal?
—Puede influir muchísimo. Ahora, hay salvedades. La situación de Brasil en este momento es muy sombría, no sólo por lo que acontece, sino por cómo han crecido las derechas energúmenas y el cercenamiento de derechos humanos fundamentales, Me refiero, por ejemplo, a la caza de homosexuales, a la victimización de personas trans. Esas cosas hacen mucho más sombría la situación de Brasil, que además tiene una bancada recalcitrante de 17 por ciento de representación de la Iglesia Neoevangélica, cuyas posiciones son mucho más graves que las que conocemos de sectores pro vida de la Iglesia Católica. Ahora bien, la verdad que el efecto demostración de lo que pasa en Argentina va a gravitar, se quiera o no, sobre todo el escenario de América Latina. Hay tres situaciones anteriores a esta. Una es Cuba, que despenalizó el aborto en 1965; otra la ciudad de México y la otra es Uruguay. Yo creo que la potencialidad de Argentina es enorme respecto a estos tres registros, y que la potenciación de Argentina y Uruguay va a ser memorable. Sobre todo porque las feministas están mucho más avivadas.

—Para terminar. Muchos y muchas sostienen que Macri abrió el debate para tapar otras discusiones políticas, entre ellas las paritarias. ¿Qué piensa usted?
—Suscribo en grado, en género no (risas). Pero sí, ha sido una maniobra. Pero a las mujeres poco nos importa. ¿Por qué? Ha sido en encrucijadas exclusivamente dictatoriales que pudimos ganar algún derecho. Durante la dictadura de Onganía, el ministro Guillermo Borda amplió los derechos civiles de las mujeres de manera notable. Así que a nosotras no nos interesa mucho la razón sustantiva. Lo que interesa es nuestra razón sustantiva, así que por eso hemos tomado este guante con toda la convicción, la fuerza y la energía que ya se ve y anda por todas partes.

Fuente: El Eslabón

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