El martes 8 de mayo, Majo Poncino, militante del Movimiento Evita de Rosario, habló para miles de personas: defendió en el Congreso de la Nación la legalización y despenalización de la interrupción del embarazo. No lo hizo sola. Apenas subió, colgó en el atril su pañuelo verde de la Campaña por el Derecho al Aborto Seguro, Legal y Gratuito, parándose así, firme en una vereda que ya está colmada. “Me moviliza el solo hecho de recordarlo. No podía no estar, no levantarlo bien alto. El pañuelo representa a todas las compañeras: a las que ya no están, a las que la pelean hace muchos años y a las que se sumaron. Estábamos todas”, recordó Majo un día más tarde. El pañuelo se volvió, en los últimos meses, un símbolo masivo de militancia, sororidad, unidad y reclamo. Se usó por primera vez en Rosario en 2003, y no cesó nunca de reproducirse. La demanda, sin embargo, superó en este 2018 todas las expectativas. Sólo en esta ciudad, pasaron de recibirse 250 pañuelos cada dos meses, a producirse semanalmente mil unidades, de las cuales la mitad se reparte en poco menos de media hora cada martes.

Soledad Gorostiaga es militante de la Campaña por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito, y la encargada de llevar, cada martes, los pañuelos verdes que se entregan a las 14 en la plaza San Martín o en la sede de ATE Rosario (dependiendo del clima). Nunca puede hablar más que pocas palabras con las cientos de mujeres que se acercan a buscar un pañuelo que pagan a solidarios 30 pesos. Sí, puede mirar a cada una de esas personas. De todas destaca lo mismo: la sonrisa. “Es emocionante ver esa felicidad de al fin tenerlo”, remarcó en diálogo con El Eslabón.

Foto: Andrés Macera.

Los pañuelos verdes, contó Soledad, se producían hasta principios de 2018 en la provincia de Salta y se distribuían a todo el país. Rosario recibía entre 200 y 250 pañuelos cada dos o tres meses y si bien siempre faltaban, nunca se había considerado pedir más. Hasta que el proyecto de ley por el aborto legal llegó a tratarse en comisión. “De pronto hubo una súper demanda de pañuelos y se acordó que algunas regionales empiecen a hacerlo, Rosario entre ellas”. La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) es la encargada de producir ahora unos mil pañuelos semanales: una parte se destina para entregar los martes y otra parte es para los pedidos que se realizan a través de las redes. Soledad remarcó que se han hecho encargos de entre 20 y 300 personas (estudiantes secundarios, los más convocantes).

La “súper demanda” generó también que se establezca un punto de encuentro. Los Martes Verdes nacieron así para mirar el debate en el Congreso en vivo, encontrarse y, sobre todo, buscar el pañuelo. El encuentro se realiza de 14 a 18 y Soledad sostiene que en poco menos de media hora se entregan todos los pañuelos verdes disponibles. Las colas son de media cuadra y más de una la vuelve a hacer para llevarse otro para una amiga, su mamá, su pareja. Y aunque se hable en femenino, cabe no generalizar: todas y todos, varones, trans, mujeres, quieren el pañuelo. No hay ni género ni edad para buscarlo. El pañuelo es un símbolo que llegó para tomar las calles y triunfar: no se va más.

Por prepotencia de militancia

Libertad, soberanía, decisión. Historia, complicidad, otredad. Hacer rutina una convicción, compartir entre generaciones, visibilizar. Los conceptos abundan cuando alguna mujer o varón se pone a pensar en su relación con el pañuelo verde. Un momento compartido con una hija, una sonrisa o insulto en la calle, un gesto de una amiga vienen enseguida a la memoria. Lo cierto es que mientras el Congreso debate, en la calle toda forma de manifestarse se torna necesaria y se convierte en una realidad. Tener el pañuelo, que circule, es una de ellas.

Foto: Manuel Costa

“Es una identidad”, consideró Soledad Gorostiaga. Ella usa su pañuelo, desde hace uno dos años, atado a la riñonera. “Una nunca sabe cuando te sacan una foto y yo siempre quiero que se vea que lo tengo encima”, explicó. En su casa, tiene guardado los dos primeros que recibió, por puro cariño. Soledad forma parte de la Campaña desde hace aproximadamente un año y medio. Sostiene, sin embargo, que el reclamo y deseo del aborto legal excede la militancia orgánica e incluso el momento en que se colgó por primera vez del pañuelo verde. “Mi hija va a cumplir 18 y yo siempre cuento que cuando quedé embarazada, un médico me preguntó qué quería hacer. Y eso es lo que una desea para todas: la pregunta. Una decide, y si no querés, que en ese momento alguien te pueda acompañar, piense en vos, en lo que querés. Eso no es menor. Sentirse acompañada en la decisión no tiene precio”.

Usar un pedacito de tela verde en el cuello, atarlo a la bici o la mochila, usarlo en el pelo, la cintura o como corpiño excede ya el apoyo al aborto legal. Es una forma de pararse en la calle y el mundo, de igualarte a la gente de la tele y tus ídolas, de compartir con tus amigas pero sobre todo una forma de que el resto sepa dónde está esa piba que justo pasó por ahí. “Antes una se lo ponía, y si llegaba a algún lugar se lo sacaba. Hace apenas un año no se sabía con quién se podía cruzar, no se sentía ese acompañamiento que hoy sí. Estábamos más solas en el cotidiano de la calle, aunque se sabía que éramos un montón. Hoy el pañuelo se puede llevar porque hay otro montón que lo lleva. Te subís al bondi y hay alguien con el pañuelo. Y eso está re bueno”.

El pañuelo verde apareció en 2003, antes del Encuentro Nacional de Mujeres de ese año, que se realizó en Rosario. Nació de una conversación entre Instituo de Género, Derecho y Desarrollo (Insgenar) y las Católicas por el Derecho a Decidir. Se pensó pañuelo por el de las Madres y el que habían usado las mujeres que se movilizaban por el voto femenino a finales de los años cuarenta; se pensó verde relacionado con la defensa de la vida, conectado con el movimiento ecologista.

Foto: Andrés Macera

La periodista Sonia Tessa recuerda ese año y la primera vez que cientos de mujeres lo usaron. Fue en la marcha que cerró el Encuentro Nacional de Mujeres de 2003, que se realizó en Rosario. La Campaña por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito aún no existía, pero sí había nacido en ese encuentro una asamblea autoconvocada por el derecho al aborto. Tessa recuerda las crónicas –la suya entre ellas– de esa marcha: “Hacían hincapié en una movilización teñida de verde porque el pañuelo había nacido para eso: para transversalizar el reclamo. Cada mujer marchaba con sus columnas y muchas llevaban ese pañuelo”. Sonia admite que nunca pensó que la transversalización iba a ser tal: no sólo entre columnas, sino también en la cotidianidad. En la calle, en las bicis, en la puerta de tu casa, en la mochila, en el trabajo. “Más allá de cualquier resultado en las instituciones, ya es un triunfo que se dio por prepotencia del trabajo de miles de mujeres en todo el país”.

Fuente: El Eslabón

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