Con el objetivo de reclamar políticas de Estado para abordar la problemática de las adicciones, la JP Evita y la Ctep (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), organizaron un torneo de fútbol que reúne a pibes y pibas de ocho barrios de la ciudad.

Con el deporte y la cultura como bandera, jóvenes militantes del Movimiento Evita y la Ctep vienen laburando desde hace tiempo en distintos barrios carenciados de la ciudad. “Son las herramientas que utilizamos para abordar un montón de cosas”, dice Pablo Basso en un amplio salón ubicado en el corazón de Saladillo, bien al sur de la ciudad, y agrega: “Ahora aprovechamos que es el año del Mundial, que todos están eufóricos con eso, y hacemos visibles los espacios en los que laburamos armando un mundialito de los barrios, que se llama Mundial por la Dignidad”.

“Es un espacio de contención porque acá juegan todos los días, entre ellos, pero ahora salen y conocen otros barrios, otros chicos”, se engancha Mariano Romero, otro de los jóvenes que le pone el hombro a la movida, y detalla: “Participan Saladillo, La Lagunita, Zona Norte (barrio Industrial), La Sexta, Centeno, Alvear, Acindar, Las Flores y Tío Rolo, presentando 8 equipos de varones y 6 de mujeres”.

Las y los jugadores tienen entre 16 y 30 años, aproximadamente, aunque siempre hay excepciones. “Se apunta a esa franja porque es la que mayores problemas con el consumo tiene”, explica Romero, y adelanta que el certamen se disputará durante 4 sábados: “Arranca el 14, en La Lagunita, después en Centeno y Las Flores, y el último, la final, en La Fábrica (Juan José Paso 2067)”.

La historia de los Mundialitos

Bajo las banderas de la campaña Deporte y cultura por la dignidad, este grupo de militantes políticos se entusiasmó con un campeonato barrial largo organizado dos años atrás, y fue por más. “A partir de laburar de esa forma, fuimos descubriendo muchas falencias y ausencia del Estado, que nos llevaron a reflexionar sobre la falta de espacios que aborden integralmente el problema de las adicciones en los pibes. Sí, hay políticas de seguridad con las que se vende un poco de humo, como Argentina sin narcotráfico, que lanzó el gobierno nacional”, recuerda Basso.

Como en estos tiempos el Estado se aleja cada vez más de quienes lo necesitan, “se reclamó para que se declare la emergencia en adicciones a nivel nacional, que es demandar que haya políticas más activas para intervenir en la problemática, en los espacios de acompañamiento y de prevención, como lo hacemos desde las organizaciones que laburan en los barrios, pero con más herramientas aportadas por el gobierno”, explica el joven.

Hijo de aquella primera experiencia, el Mundialito que se pondrá en marcha desde el sábado 14 se disputará en varias sedes. “Arreglamos un poco el potrero. La organización no nos demanda demasiado, ya que son los propios pibes los que se ponen las pilas porque les encanta”, aclara Romero.

Los encargados de impartir justicia y parte del traslado del piberío estará a cargo del programa municipal Nueva Oportunidad, que aportará árbitros y traffics. “En otros casos, los mismos pibes se bancan la tarjeta del bondi, que para ellos es común porque la usan todos los fines de semana”, aporta Pablo, que destaca “el vínculo que queda entre los distintos barrios que juegan el torneo”. Y subraya: “Muchos de los referentes de nuestra organización salieron de este tipo de actividades. Se van comprometiendo cada vez más, tomando mayor protagonismo”.

El Mundial de los barrios de la ciudad “mueve mucha cantidad de pibes”, según comenta Mariano, que saca cuentas en el aire: “Serán unos 10 por equipos, pero de una fecha a otra van cambiando. En total participan unos 200. Además, las familias son de acompañar, sobre todo al que hace de local”.

La jornada futbolera contará con talleres para refleccionar sobre la cuestión de adicciones, aunque “eso es más bien un disparador para charlar varias cosas”, de acuerdo a lo que comentan los organizadores.

Saladillo tendrá dos equipos de varones que intentarán poner el nombre del barrio en lo más alto, y uno de mujeres, que saltará a la cancha por primera vez.

La casa madre

En la intersección de las lejanas Moliere y Lituania, un amplio salón se vuelve a poner de pie, gracias al laburo de los vecinos. En ese espacio, denominado Casa Pueblo, cientos de pibitos y jóvenes dejan su huella, practicando boxeo, carpintería, danza árabe, cumbia cruzada, refrigeración. Incluso, las puertas están abiertas de par en par también para los más grandes, para quienes se brinda apoyo escolar, y también los demás talleres.

“Esto es como un trabajo de hormiga. A mí me gusta mucho trabajar con los adolescentes, con los jóvenes, a pesar de tener algún que otro encontronazo. Pero así aprendemos todos”, se suma a la charla María Brito, mientras distribuye unos mates amargos con café, y un exquisito pan casero con salame, producto de sus habilidades en la cocina. “Acá viene gente de todas las edades a comer, de lunes a jueves”, describe la dura realidad, y sigue: “En el último tiempo creció mucho la cantidad de gente que viene a comer, hay mucho hambre, vienen familias enteras. Se la está pasando muy mal. Y hay otros comedores de nuestros compañeros que trabajan con más gente, incluso recorren ellos los barrios y van a las casas a servir la comida. Acá vienen alrededor de 50 o 60 chicos. Y sumado a los que le llevan a domicilio, son unos 160 aproximadamente”.

Sobre las actividades deportivas y demás disciplinas, esta referente del lugar destaca que “muchos chicos que era difícil sacarlos de la esquina, están viniendo a participar de boxeo, que es muy concurrido. Se da lunes y miércoles de 17 a 19. Y también se van a sumar algunas pibas”. Y hablando de pibas, se engancha Mariana Décima: “Hace poco empezamos a practicar fútbol, nos enganchamos por el mundialito y ya se están sumando muchas chicas. Entrenamos enfrente del Parque del Mercado, lunes, miércoles y viernes, de 14 a 16. Terminamos muertas”.

Para cerrar, Basso remarca que “uno de nuestros reclamos es que se multipliquen estos espacios, que se llaman Casas de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC), y que articula Sedronar”. Y explica: “Esto viene de una pelea de cuando asume el nuevo gobierno, que da de baja un montón de Centros Preventivos Locales de las Adicciones (Cepla), que son algo parecido a esto pero con más financiamiento. En Rosario sobrevivió uno sólo, que está en La Sexta. El acuerdo inicial era que iba a haber muchos más de los que terminaron abriendo. Incluso lo nuestro está funcionado como un pre Caac, y la verdad es que no alcanza, se puede hacer poco”.

Romero, por su parte, continúa: “Por eso la idea es meter a las CAACs en la Ley de Emergencia, para no depender del gobierno de turno y que no se haga lo mismo que hizo este gobierno con los Ceplas”.

Un picado para reclamar

Los muchachos de la JP Evita y la Ctep, acompañados por barrios en los que laburan, montaron este miércoles al mediodía una especie de canchita de fútbol-tenis en la plaza San Martín, con el objetivo de exigir la Emergencia en Adicciones. En ese partido frente a la sede de Gobernación, también se jugó el futuro de la ley que exigía un centro de rehabilitación por cada uno de los departamentos de Santa Fe, aprobada por ambas cámaras santafesinas, pero vetada por el gobernador Miguel Lifschitz. “Lo que hizo fue un veto propositivo; pero todo lo esencial, el punto sobre el que debían destinar presupuesto, lo sacaron”, asegura Mariano Romero. “Estos tipo de centros de rehabilitación tienen que ser estatales y gratuitos. Por el momento no existe ese tipo de espacios públicos”, añade Pablo Basso.

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