Además de presidente y vice, se eligen 27 gobernadores, se renueva la totalidad de la Cámara Baja (513 bancas) y 27 de los 81 senadores. Si nadie obtiene la mitad más uno de los votos, se define en segunda vuelta el 28 de octubre. Fernando Haddad y Jair Bolsonaro, los favoritos.

Según los distintos sondeos de opinión el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, y el ultraderechista del Partido Social Liberal, Jair Bolsonaro, disputarán la segunda vuelta el 28 de octubre. Los demás candidatos y candidatas, que se han tratado de mostrar “entre los dos extremos” (algo así como “el camino del centro” o “la ancha avenida del medio”) no gozan, al menos de acuerdo a los números que ofrecen las encuestas, del favor de los electores.

En las últimas horas antes de las elecciones, dos de los actores fundamentales de los poderes fácticos —los medios hegemónicos y la Justicia— jugaron fuerte. Por un lado, después de semanas en que los sondeos de opinión mostraban a Bolsonaro estancado entre un 28 y 29 por ciento y a Haddad creciendo desde un inicial 9 por ciento hasta llegar a un 22 por ciento, todo cambió a partir de la última semana. Con un tono triunfalista y acompañando la euforia “de los mercados y los grandes empresarios industriales y sojeros” los medios hegemónicos dieron cuenta de dos encuestas (una de Datafolha y otra de Ibope) que asegura que el ultraderechista “repuntó” y “rompió el techo” alcanzando un sorprendente 31 y 32 por ciento según las encuestadoras, frente a un 21 por ciento del candidato del PT.

Este supuesto resurgimiento del ex capitán pro dictadura sucedió, además, tras las masivas manifestaciones de mujeres, en Brasil y en el mundo, contra el misógino, racista y homofóbico ex militar, sistemático apologista de los crímenes más aberrantes.

Según Haddad, este sorprendente repunte del candidato conservador fue el resultado de una campaña de noticias falsas en su contra a través de las redes sociales, especialmente WhatsApp, desde donde habrían sido disparados millones de mensajes difamatorios vinculándolo “a fotos de mujeres desnudas y niños siendo abusados”, denunció el candidato. Los mensajes señalan además que “si gana el PT los padres tendrán que entregar a sus hijos al Estado para que éste decida su orientación sexual”.

Bolsonaro cosecha el voto de los “indignados con la política”, que se hicieron más visibles a partir de las protestas del 2013, y tras la investigación de la trama de corrupción en la contratación de obra pública vinculada a la empresa Petrobrás conocida como Lava Jato, que comenzó en 2014.

Los poderes fácticos se jugaron por Bolsonaro, claro. Pero por descarte y como la última opción. No era su candidato ideal, al menos en principio. Ni de los mercados. Ni de los industriales de San Pablo. Ni siquiera de los poderosos agricultores y terratenientes. Pero a falta de otro candidato mejor, se conformaron con Bolsonaro. El candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Geraldo Alckmin, es el candidato preferido de los poderes fácticos y el establishment. Pero las encuestas le dan menos del 10 por ciento de intención de voto. Ante esa realidad, el poder fáctico se abrazó al impresentable Bolsonaro en un clima de incertidumbre y orfandad.

Lula lo expresó claramente en la carta que dio a conocer este lunes 1 de octubre. En medio de la orfandad de candidatos potables, los poderes permanentes se abrazaron a Bolsonaro como última alternativa para impedir a toda costa que el PT gane las elecciones. Y en este sentido, la utilización del odio y la mentira por parte de la derecha, en Brasil como en buena parte de la región, es una constante: “La derecha probó con diferentes candidatos y ahora el nombre que les resta podrá ser el de la serpiente fascista alojada en el nido del odio, la violencia y la mentira”.

Los sojeros aman a bolsonaro

“Bolsonaro tiene el apoyo casi unánime de los productores de soja”, dijo el jefe del grupo de productores de soja Aprosoja, Bartolomeu Braz Pereira.

“Los productores lo apoyan por sus propuestas sobre seguridad y propiedad de la tierra” agregó Pereira.

Brasil es el mayor exportador mundial de soja, café, azúcar y jugo de naranja, y el segundo productor mundial de maíz.

“El único candidato que habla de matar a los bandidos es Bolsonaro”, señaló el presidente de la cooperativa de café más grande de Brasil, Cooxupe, Alberto Paulino da Costa. Efectivamente, Bolsonaro les promete, según explicó el dirigente “eliminar cualquier relativismo a la propiedad privada” y permitir a los civiles el uso de armas de fuego para proteger sus propiedades.

En un principio los grandes terratenientes, como buena parte del establishment, apoyaron a Alckmin, pero lo fueron abandonando a medida que marcaban los síntomas de la crisis política, económica y social que atraviesa Brasil.

Según señala Néstor Restrivo en la nota del suplemento Cash de Página 12 publicada el domingo 30 de septiembre, directivos de grandes fondos nacionales y extranjeros mantuvieron una significativa reunión con jueces del Tribunal Superior Electoral y encuestadoras para hacer un análisis de esta preocupante situación.

“Hace décadas no veíamos semejante incertidumbre”, expresó el ex presidente del Banco Central de Brasil, Eduardo Assis, al diario brasileño Valor.

El índice de confianza que dio a conocer en agosto la poderosa Confederación Nacional del Comercio de Brasil (CNC) fue el más bajo del año.

Dos mil millonarios, la mayoría procedentes de San Pablo, fugaron la totalidad de su patrimonio en lo que va de 2018 a Portugal, España o EEUU según datos de Global Wealth Report Review, según “Brasil al momento”.

Las ventas minoristas cayeron un 20 por ciento por año desde 2016 (cuando comenzó la gestión de Michel Temer tras la destitución del Dilma Rousseff). De seis mil empresarios consultados, 4.500 dijeron que es el peor momento económico desde entonces.

Los brutales ajustes de Temer, con recortes del gasto público y privatizaciones, tampoco conformaron al establishment. “No supo hacer el trabajo que le encargamos”, consideran los que tienen el poder.

Bolsonaro intenta convencer a los poderes fácticos que él es el hombre indicado para continuar, e incluso profundizar, el ajuste de Temer. El ex militar prometió cerrar ministerios, y seguir liquidando empresas estatales. En este sentido, eligió como candidato a ocupar la cartera de economía a Paulo Guedes, un reconocido cuadro ultra-neoliberal, que intentó postularse a presidente pero luego desistió. Fundador del instituto Millenium y verdadero Chicago boy, cuando la revista “Veja” le preguntó “¿Qué va a privatizar?” le respondió “No hay límite”.

“O gano yo, o es fraude”

El proceso de vaciamiento de la democracia brasileña, que comenzó con la destitución de Dilma Rousseff en 2016 y la proscripción de Lula este año, apuntó también contra el candidato sustituto, Daniel Haddad. La idea es impedir que el PT vuelva al poder, a cualquier precio, a toda costa, como sea. Algo así como un operativo “no vuelven más”.

La Justicia, los medios hegemónicos, el Ejército (su voz, amenazante y golpista, se hizo escuchar en cada instancia decisiva del proceso a Lula) y los integrantes de la fórmula (ambos ex militares) Bolsonaro-Mourao contribuyeron para deslegitimar a Haddad.

El 4 de septiembre, tres días antes de que Lula se presente detenido, un empresario refrescó su memoria, se arrepintió y, en un momento muy oportuno, se presentó ante la Justicia para denunciar a Haddad justo cuando estaba a punto de convertirse en el hombre que reemplazaría a Lula. Ese día, el empresario Ricardo Pessoa, ex presidente de la constructora UTC Ingeniería, recordó que en 2012 le pagó a Haddad 626 mil dólares para su campaña para alcalde de San Pablo.

Fue el comienzo de un operativo desgaste para tratar de deslegitimar a Haddad. Bolsonaro, como es su costumbre, fue el más brutal. Ante el crecimiento de Haddad en las encuestas y los actos multitudinarios que encabezaba el candidato de Lula, señaló: “Se prepara un fraude, una farsa. No acepto un resultado diferente a mi elección”.

“No tenemos forma de auditar las elecciones y el PT solo ganaría con fraude”, agregó Bolsonaro.

“Brasil se va a transformar en Venezuela”, consideró el ex capitán que reivindica la tortura y la dictadura militar.

Por su parte, el comandante en jefe del Ejército, el general Eduardo Vila Boas, que ante cada instancia judicial decisiva con relación a Lula salió a hacer declaraciones para condicionar a la Justicia y amenazar con un golpe, cuestionó la legitimidad de un triunfo del PT. “Por la división de la sociedad y la inestabilidad política es cuestionable su legitimidad”, dijo el militar en actividad.

Se postula en Brasil, lo repudian en todo el mundo

Bajo las consignas “Él no”, “Él nunca” en más de setenta ciudades de diez países, cientos de miles de mujeres y hombres repudiaron a Bolsonaro, quien ha basado su carrera violenta y anti-política en una exhibición obscena de su xenofobia, racismo, machismo, homofobia y todas las formas del pensamiento retrógrado. El ex militar y actual legislador y candidato a presidente se dedica a hacer apologías de los delitos más aberrantes y llegó a recibir condenas de la Justicia.

En 2014 atacó verbalmente, en forma reiterada, a la diputada y ex secretaria de Derechos Humanos y dirigente del PT Maria do Rosario. Fue condenado por un tribunal civil a pagar una indemnización de 2.630 dólares por apología de la violación (“No te violo porque no te lo merecés”, le dijo a la diputada, fue filmado y el video se viralizó).

El grupo virtual “Mujeres contra Bolsonaro” llegó a los 4 millones de miembros en pocos días. Las mujeres constituyen el 52 por ciento del total de electores en Brasil. Y según reveló una encuesta de la empresa Ibope, la mitad de las mujeres consultadas señaló que no votaría por Bolsonaro.

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