La psicoanalista Bettina Calvi sostiene que los sectores más oscurantistas que se oponen a la educación sexual integral (ESI) lo hacen con la misma lógica que la del abusador: considerar a las niñas y los niños como objetos con los que se puede hacer cualquier cosa, sin reconocer que son sujetos de derechos. En diálogo con El Eslabón reivindica la ESI como una herramienta para prevenir abusos.

Bettina Calvi es doctora en psicología, profesora en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) donde dicta clases en el grado y en el posgrado, y autora de Abuso Sexual en la Infancia. Efectos Psíquicos (El Lugar Editorial). En el ámbito de esta facultad ha fundado el Centro de Estudios sobre Violencias y Abusos donde reciben las más variadas y heterogéneas de las consultas sobre abusos en las infancias.

En este Centro reciben consultas de instituciones y profesionales que toman conocimiento en sus lugares de trabajo de casos de abuso. “Todavía, por lo traumático del tema, encontrarse con una niña, un niño o un adolescente que sufre un abuso genera una angustia muy grande y mucho temor: tanto los profesionales como las instituciones se encuentran en situaciones muy complejas al tener que armar una estrategia, más allá de los protocolos”.

—¿Cuál es el primer consejo a seguir ante estas situaciones?
—Lo primero que pido como profesional es preservar al niño: pensar ante cada acción cuáles son las consecuencias para esa nena o nene que ese día tiene que volver a la casa, porque no siempre son inmediatas las medidas que deben tomarse. Lo que sugerimos, en el caso de que sea un docente quien se entera de un caso de abuso, por ejemplo, seguir el protocolo indicado por el Ministerio (de Educación), pero ante todo hacer conocer a los directivos de la institución lo que está sucediendo. El problema es que además hay situaciones muy peligrosas en las familias en las que viven algunos niños, entonces se torna peligroso también para la docente que interviene. Lo más importante es hacer la denuncia, eso es indiscutible. Quizás sea una moción de deseo, pero desearía que se actúe con más celeridad, que haya más articulación entre los distintos organismos, entre el Ministerio de Educación y la Secretaría de Niñez, además de seguimiento de los casos. Muchas veces hay una denuncia de abuso, el chico está fuera de su casa durante algún tiempo pero después vuelve y sufre muchas presiones, y hasta por presión de los adultos terminan retirando las denuncias, entonces callan y siguen sufriendo abusos, golpes y maltrato.

 

¿Cuál es el aporte de la Educación Sexual Integral (ESI) en esta problemática?
—La Educación Sexual Integral es la herramienta para poder trabajar estos temas con los chicos, con adultos responsables, como son las y los docentes capacitados o profesionales que trabajan específicamente los contenidos de la ESI. Es importantísima, ahí se abre un espacio donde se puede hablar de la sexualidad, de las cosas que pasan y que siguen ocurriendo en la intimidad de los hogares y son silenciadas.

Muchas veces las chicas y los chicos empiezan a hablar de lo que les pasa a partir de que la escuela habilita esos espacios.
—Claro. Hay estadísticas, hemos hecho investigaciones y ya es un dato incuestionable: la mayoría de los abusos acontecen en el contexto familiar. La mayoría de los abusadores son  familiares o gente muy cercana al medio familiar; la mayoría de los abusadores son varones por la fuerte impronta patriarcal que impregna en el discurso social, y la violencia de este discurso patriarcal. Las mujeres son tratadas como objetos. Por eso hay tanta bronca con este maravilloso movimiento que las chicas están protagonizando: el feminismo, todos los movimientos de Ni Una Menos, las marchas, el movimiento Cuéntalo, donde las chicas relataban en las redes episodios de violencias que han sufrido.

Estos movimientos, campañas sumadas a las pintadas, las remeras con inscripciones, la exhibición de los pañuelos verdes, ¿son otras formas de educar también?
—Esta es la única revolución de este tiempo. Es una revolución que cambia no solo las representaciones acerca de la mujer sino el poder que las mujeres tenemos en el contexto social. Y esto causa a la vez en el patriarcado efectos muy violentos. Todos los días escuchamos algún episodio de violencia en relación al uso del pañuelo verde, a los movimientos que las chicas están haciendo en las universidades. Creo que esta terrible reacción en contra de la ESI es una de las formas que nosotros llamamos backlash (reacción). Es decir, cada vez que hay un movimiento de recuperación de derechos se genera un contramovimiento que intenta llevar atrás lo hecho. Por un lado estamos luchando por visibilizar el abuso, por la prevención y, a la par, se busca contrarrestar esto ¿Cómo alguien podría oponerse a la ESI?

Información valiosa la que ofrece esta educación a la que no hay razones para oponerse…
—No hay argumentos desde los cuales oponerse a la ESI salvo uno y que es coincidente, común con la lógica de los abusadores sexuales, y es este enunciado que dice “Con mis hijos no te metas”. Los abusadores, en general, dicen: “Estos son mis hijos y con ellos hago lo que quiero”. Eso muestra que las niñas y los niños son objetos de los padres, en este caso, para hacer lo que quieran. No se considera aquí la vulneración de derechos ejercida, que esto va en contra de las legalidades planteadas por el Estado, que se va en contra de la Convención de los Derechos del Niño y la Ley de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes (26.061). Vivimos en una cultura que tiene legalidades establecidas, pero lo que están argumentando (no “meterse” con los hijos) va en contra de eso. Tenemos que ver qué hay detrás de estos grupos ultrareligiosos, donde hay muchos intereses en juego.  Así como a los varones les cuesta aceptar la presencia, fuerte y ruidosa de las mujeres en el campo social, también a estos grupos tan cerrados y oscurantistas les cuesta mucho aceptar la pérdida de poder, y entender al niño como un sujeto de derecho no como un objeto con el que se puede hacer lo que quiere: pegarle, maltratarlo, reprimirlo. Esta resistencia a la ESI se entiende por este contramovimiento que intenta borrar las conquistas realizadas. Es difícil y complejo pero no hay que ceder ante esas expresiones porque iríamos en contra de la ley.

A pesar de eso, muchas familias siguen pensando que la escuela puede dar “algo” de educación sexual, pero que esta educación le concierne a la familia.
—La educación sexual integral es parte de la educación, y la educación la brinda el Estado. Por tanto cada cual manejará en su casa la cuestión como le parezca pero teniendo en cuenta que la niña y el niño son sujetos de derechos y su categoría de hijos no borra este hecho.

Las imágenes pornográficas, las que resultan violentas y que niñas y niños no pueden procesar y a los que se los expone ¿no son otros casos de abusos?
—Muchas veces vienen los padres a la consulta preocupados por saber si su hija sufrió algún tipo de abuso, llegan solamente con la idea de que el abuso tiene que ver con la violación, y no es solo eso. Una situación abusiva es una situación donde la niña o el niño está expuestos de uno u otro modo a la sexualidad adulta. Un chico que ve porno está expuesto a la sexualidad adulta aunque no lo toquen; y eso que ve tiene efectos en su psiquismo que son disruptivos, en el sentido de que son del orden de la intromisión: se entromete la sexualidad adulta en un psiquismo que no está preparado para asimilarlo. Algunas veces los adultos dicen “Pero cómo mi hijo va a ver porno!” Pero ve Tinelli, que son programas donde hay una mirada invasora, colonizadora de los cuerpos, donde hay falta de respeto por el pudor del semejante.

Más información, escribir a ceivasunr@gmail.com

 

 

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