El consumismo y la imposición de tradiciones europeas no lograron callar y tapar a la huella originaria. Muchas celebraciones ancestrales se mezclaron con las del otro lado del charco. El inicio del un nuevo ciclo desde otro punto de vista cultural.
Desde un confín andino
“Pasaron los incas, los españoles con sus arcabuces y cruces, luego vinieron las firmas mineras y turísticas, saqueadoras de los bienes naturales, culturales”, describe sobre la resistencia de los pueblos Clarita Lamas, de la comunidad de Hornalitas, a 17 kilómetros al norte de Humahuaca. “Ante esas invasiones, los kollas no huimos, pero al no poder enfrentarlos muchos elegimos quedarnos junto a nuestro territorio a pesar de ser sometidos por el blanco. Nos imponían su cultura, su religión. Pero aceptábamos ir a misa porque allí podíamos juntarnos con muchos hermanos de la comunidad y hablar, contarnos novedades de nuestras familias y temas colectivos”, relata a El Eslabón.
Junto a su esposo, Héctor, descendientes de los antiguos que ya habitaban el valle entre la ruta 9 y el Río Grande, hacen turismo rural y retoman con los visitantes (no les dicen turistas) las costumbres y los trabajos rurales del lugar. Cuando las personas se sienten parte del territorio y no sus dueños, la relación es de respeto y convivencia. Clarita y otros kollas, como los de otras comunidades, se quedaron en las tierras ancestrales porque allí se encontraban su identidad, sus raíces, sus hermanos. La prepotencia de la sangre y del Sol andino deshielan los olvidos, tanto que los visitantes se hospedan en sus humildes habitaciones para convivir con su sabiduría de gente de la tierra, para conocer las tareas campesinas y ese pasado que no fue quebrado por la invasión colonialista. Así, los finos hilos de ríos suelen juntarse y desbordar de identidad regional, a pesar del consumismo y la cultura foránea que se quiso imponer.
El Nacimiento del sol
Como señala Clarita, entre los mayas –resistentes a la imposición religiosa y política– se tejieron espacios de clandestinidad de su espiritualidad en plenas fiestas católicas. Así, el 23 de diciembre celebran el “Nacimiento del sol”. Entre los pueblos mayas, el catolicismo no llegó a desplazar su cosmovisión originaria. Como al desembarcar los colonizadores, los actuales mayas preservan y cultivan la celebración del Solsticio de invierno. El 24 de diciembre homenajean al Sol, considerado una fuerza motriz de la vida.
En zonas de Bolivia, Chile, Perú y noroeste argentino, las fronteras creadas por los estado nacionales poscoloniales, no pueden impedir “el retorno del Sol” (Willakakuti) el 21 de julio. La cultura aymara que lo interpreta como el arribo de energías cósmicas nuevas. Así, la cosmovisión de los pueblos indígenas aunque víctima de la invalidación, descalificación e invisibilidad, mediante los mecanismos de la colonialidad, sobrevive y se recrea.
We Tripantu
La Fiesta del Año Nuevo Mapuche o “We Tripantu”, se conmemora todos los años el 24 de Junio. La celebración, que coincide con la incaica del Inti Raimy, es un agradecimiento y se rinden honores al Sol, fuente de renovación y sabiduría.
En la noche del 23 se come en familia rodeando a un fogón, los ancianos relatan viejas historias y al amanecer se buscan las aguas frías para purificar cuerpos y espíritus, como también se purifican ríos y tierras preparándolas para el nuevo ciclo natural. El mapuche sostiene estas festividades de fin de año que no coinciden con las del cristianismo y a la vez se vincula con la convivencia y transmisión de costumbres relatos y costumbres ancestrales.
La tierra sin mal
Para los guaraníes, el Año Nuevo se festeja con el arribo de la primavera, con el nuevo ciclo del florecimiento y la abundancia, es por eso que celebran cada 21 de septiembre el Año Nuevo Mbya.
En lo cultural se debe señalar que los sacerdotes jesuitas apenas llegaron a territorios habitados por guaraníes, se preocuparon por hablar esa lengua para comunicarse. Por ello, allá por 1589, la corona española les depositó la misión de cristianizar y asegurar el dominio hispánico en la región, ante los avances portugueses. Y mientras tanto, en las reducciones, le enseñaban a trabajar para ellos, mediante la agricultura. Además, los instruian para entonar melodías tranquilas. La “Santa Cruz” les imponía mansedumbre y obediencia, pero aún así no pudo evitar levantamientos y resistencias.
Ritos europeos
Sin tanto consumismo, respetando sus costumbres, sin arbolito de plástico ni lucecitas, los pueblos originarios resisten con sus culturas. Pero las antiguas comunidades europeas como también las latinoamericanas celebraban el inicio de cultivos ciclos naturales, generalmente vinculadas al fuego y al solsticio invernal.
Así la colonización también llegó a las naciones europeizadas.
Cuando el cristianismo comienza a imponerse en Europa transforma las fiestas solsticiales con sus ritos y símbolos, y la Iglesia determina que Jesús nace durante el solsticio de invierno.
Durante el Concilio de Nicea (año 325 de la era cristiana), se decide que la fecha de nacimiento de Jesús sería el 25 de diciembre y no el 6 de enero, como venía recordándose.
La experta en folklore y doctora en Letras, Olga Fernández Latour, precisó que “hay referencias históricas de que en la Edad Media había grandes libertades en los templos. Por tanto, es muy probable que los Papas eligieran el 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús con el fin de que los fieles cristianos se apartaran de las celebraciones paganas del solsticio de invierno”, entre el 17 y 23 de diciembre.
Re Culturización
Desde esta lado, Atahualpa Yupanqui retoma voces kollas y sentencia: “El hombre es tierra que anda», por lo que la cultura crece desde la naturaleza, y no sobre ella, ya que la Pachamama es la Madre Universal.
La colonización es también re culturización. Los religiosos traían sus santidades y ordenaban el bautismo, asistir en ceremonias y reeducar a los niños y jóvenes. Para ser acatadas también intentaron mezclar los conceptos y ritos europeos con las cosmovisiones ancestrales.
La colonización se inició con la evangelización, desplazando cosmovisiones ancestrales para reestructurar las culturas. Por eso el semiólogo argentino y profesor de literatura en la Universidad de Duke, Walter Mignolo apunta a “la emancipación intelectual para superar a la subalternidad e internalizar que puede haber otras formas para comprender y conocer la realidad, con otros paradigmas y desde la diversidad que incluya distintos modos de pensar, no tradicionales y transgresores del orden establecido”.
Derechos no reconocidos
Con este marco, los ataques a los derechos de pueblos originarios siguen vigentes. Facundo Jones Huala, el lonko del Lof Resistencia Mapuche en Cushamen, extraditado a Chile, donde fue condenado a 9 años de prisión acusado por ataques incendiarios y tenencias de armas, comenzó una huelga de hambre justamente el último día de 2018.
El líder político y filosófico mapuche inició la protesta por no ser autorizado por el penitenciario a realizar el 9 de enero la ceremonia de la espiritualidad mapuche en la que se «limpian» simbólicamente los malos momentos vividos por la comunidad.
Publicado en El Eslabón Nº 385