Muchos niños y niñas sin lo más elemental para retomar la escuela, familias de zonas rurales que migran a los centros urbanos “porque perdieron todo” (más las que ya son expulsadas por la realidad económica), y un panorama incierto, más que difícil en lo social para iniciar las clases en marzo, son parte de las consecuencias de las inundaciones en el norte santafesino. Los datos los aportan docentes –representantes de Amsafé– de los departamentos 9 de Julio, Vera y General Obligado, que por estos días están abocados a realizar un seguimiento permanente sobre qué pasa en cada una de las escuelas, la mayoría rurales. En charla con El Eslabón, también reclaman “políticas integrales de atención a la educación rural” en la provincia. Advierten con preocupación que el Ministerio de Educación controla la caída de matrícula de las escuelas rurales sin considerar la realidad social y económica que la ocasiona.

Hemilse Cañete es la delegada seccional de Amsafé General Obligado, del departamento homónimo con cabecera en la ciudad de Reconquista. “Estamos relevando las escuelas, sabemos que (en esta semana) hay muchos chicos que no han podido llegar al comedor escolar porque los caminos de tierra están intransitables”, dice para describir cómo las inundaciones perjudican lo más básico de la vida cotidiana.

Entre las localidades más damnificadas están Florencia, Villa Guillermina y Las Toscas, del norte departamental donde “llovió mucho en poco tiempo” y la zona quedó anegada. Asegura que desde el Nodo I de la Provincia la población ha sido atendida y recibió ayuda sanitaria, incluso –dice Hemilse– “hasta estuvo el gobernador Miguel Lifschitz” recorriendo la zona. En esto coinciden desde las delegaciones Vera y 9 de Julio: la ayuda oficial llegó, llega, como también la de las organizaciones y de la comunidad.

“Desde Amsafé venimos haciendo un seguimiento de las familias, de los niños que asisten a los comedores de las escuelas”, apunta la delegada y recuerda que en ese momento preparaban una “marcha contra los tarifazos” (para el jueves pasado) donde además pedían a quienes asistieran llevar un alimento no perecedero.

“Para nosotros es algo cotidiano”, la respuesta que no admite demora cuando se la consulta por qué asumir esa tarea que excede lo pedagógico. Una responsabilidad que Hemilse vincula con lo propio del oficio de educar y con las características del medio: “Nuestras compañeras siempre están atentas, y si bien están en el período de licencia anual, los directivos y equipos están en contacto permanente con las escuelas, verificando que todo esté bien. Eso habla de un compromiso muy claro de nuestros docentes con la educación pública”.

La situación en el departamento de Vera es también difícil y preocupante. Marcelo Cardonatti es el titular de la seccional de Amsafé y detalla que si bien en la zona dejó de llover, “el agua brota del piso” apenas caen unas gotas. “En lo que va de enero llovieron 600 milímetros, hay barrios inundados en Calchaquí, Margarita, Vera…”, detalla.

También los caminos de tierra, inundados, dificultan el acceso a los comedores escolares. Marcelo cita la zona de “Cañada Ombú en adelante” como muy complicada para llegar. Hay comunas y escuelas rurales “a las que solo se puede ingresar con un Unimog (camiones del ejército)” para acercarles comida.

También en Vera la docencia se involucró con la situación. “Se hizo un festival grande en beneficio de la comunidad. La escuela es una institución que siempre está en pie y está para todos”, aprecia.

Su relato es conmovedor. Dice que el agua ya no escurre, que la más mínima precipitación “hace que brote del piso”, lo que acarrea otras problemáticas como la contaminación derivada de las cámaras sépticas inundadas. Y, como siempre pasa, “los sectores más postergados son los más afectados”.

El dirigente se detiene en la falta de obras de infraestructura en la región (Santa Fe, Chaco y Santiago del Estero), sumados los canales clandestinos que abren los dueños de los campos. El daño del desmonte y la avaricia de la soja no están al margen.

En Vera las maestras y los maestros se reunirán otra vez en febrero para analizar cómo será el inicio de clases, aunque de antemano saben que será difícil.

Sergio Toloza es el delegado seccional de este departamento 9 de Julio con cabecera en Tostado. Revive los relatos de sus propias compañeras y compañeros de trabajo sobre cómo el agua entró en Villa Minetti, hasta el centro mismo de la localidad. “A las tres de la mañana sonó la sirena de los bomberos avisando que llegaba el agua, del otro lado de la vía se sentían los llantos de los niños. Todo me recordó a cuando se inundó la ciudad de Santa Fe (en 2003, cuando gobernaba Carlos Reutemann)”, cuenta.

En Gregoria Pérez de Denis, más conocida como El Nochero, la comunidad no hizo caso a los pronósticos más optimistas y en forma colectiva armaron las defensas alrededor de la localidad. El agua no entró, pero la rodea.

Las docentes no quedaron al margen de los daños de la inundación, han recibido ayuda como el resto de la población. Y siguen atentas a lo que pasa en sus escuelas. Incluso hasta llegan a caballo para llevar comida a los parajes donde enseñan. El delegado sindical pone el llamado de atención en las poblaciones más vulnerables, que viven en el campo, que tenían una cantidad de animales suficientes para el pan diario y que perdieron todo.

“Lo que más nos preocupa es la situación social, de qué manera darles una mano a estas familias, que no van a tener ni cuadernos para empezar”, comparte la preocupación y estima que en las zonas inundadas “el 70 por ciento de los chicos no va a tener ni siquiera los útiles escolares”.

Así como en el 2003 las maestras y maestros no esperaron ninguna orden oficial para arremangarse los guardapolvos y ponerse a la altura de aquella catástrofe, lo mismo hacen ahora en el norte de la provincia. “Como siempre la escuela es la que está ahí, en el medio de la nada, siempre para dar una mano. El problema aquí es que no sabemos lo que se viene, qué va a pasar, porque todo indica que la lluvia seguirá”, confiesa Sergio con gran pesar.

El agua escurre muy lentamente, pero hay anuncios de más lluvias. La incertidumbre se mezcla con el temor del panorama desolador que deja el paso de las inundaciones. A lo que se le suma –sintetiza–, la contaminación y riesgos de enfermedades que traen los agroquímicos con que fumigan los campos, y los pozos negros desbordados.

La semana próxima la seccional de Amsafé Tostado tendrá una reunión con el delegado regional del Ministerio de Educación. La intención es evaluar la situación de las escuelas afectadas y sobre todo cómo atender el problema social que se acrecienta con las inundaciones. De todos modos, anticipan –al margen de lo que pase con la paritaria salarial– un comienzo escolar incierto: “No hay muchas expectativas de comenzar las clases como debería ser, sobre todo por lo social, los más humildes han perdido todo”.

El debate pendiente

La ausencia de una política integral que atienda a la educación rural es la demanda con la que acuerdan desde las tres delegaciones del magisterio del norte santafesino. Un debate al que Educación provincial le esquiva y la docencia demanda con razón porque lo que están en riesgo son las escuelas rurales.

Este reclamo queda en evidencia con la gran cantidad de escuelas rurales que vienen siendo “observadas” por el Ministerio de Educación. Esto es: se mira la matrícula de alumnas y alumnos, para decidir los cargos docentes, lo que en definitiva es su funcionamiento, la existencia misma de esa escuela a largo plazo.

Hemilse Cañete resume esta situación de alarma para la educación rural santafesina recordando que el año pasado le solicitaron una audiencia a la jefa de la Región II para analizar por qué no se ofrecían vacantes docentes en escuelas “observadas” de zonas rurales. El motivo esgrimido es que se informa baja matrícula.

“Nosotros hemos llevado a la paritaria la necesidad de dar un debate sobre la educación rural, un contexto muy diferente al urbano. Es un debate sociocultural y económico. Toda esta política económica que prima a nivel nacional ya tiene sus impactos. Las familias se van porque no tienen trabajo, porque no se favorece el arraigo. Y eso impacta en la matrícula escolar. Sin duda debe haber una política integral para atender esta realidad”, reclama la dirigente gremial.

Traslado

Desde los departamentos General Obligado y Vera señalan que el acuerdo de pagar el traslado de los docentes a las escuelas rurales no se cumple. Según se había convenido con Amsafé, en julio del año pasado, la provincia debía girar los fondos a las localidades para garantizar esta movilidad, algo que no se cumple en todas las regionales.

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