“La educación sexual integral (ESI) es un proyecto ético, porque está apoyado en el respeto a los derechos humanos”, aseguró la decana de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Graciela Morgade, en una conferencia ofrecida en Rosario, el jueves pasado. Defendió la ESI como un proyecto en construcción permanente que considera al otro como sujeto de derecho, se orienta en el respeto para que cada persona pueda transformarse, en una base igualdad. “Esto es profundamente ético”, destacó sobre esa idea. La educadora –una especialista y referente de la ESI– también convocó a hacer valer esta ley ante la presión grupos que operan contra su aplicación, que niegan este derecho y constituyen sectores partidarios y políticos, con clara ambición de poder. Al referirse al vínculo entre desigualdad, educación y luchas dada por la ESI, diferenció cuatro dimensiones que surgen de esta relación. Una es la perspectiva de género: la producción crítica que quiere mostrar que lo “natural” no es tal sino que se trata de una construcción, atravesada además por relaciones de poder. Una perspectiva –continúo– fuertemente castigada por sectores que la consideran “una ideología “. Otra dimensión es la que refiere a la noción de construcción del cuerpo sexuado, donde también se discute lo natural para dar paso la idea de construcción. El cuerpo –dice Morgade–, “combina dialécticamente lo material y cultural”, en un determinado momento. La pedagogía crítica es otro de los aspectos a considerar. Así como se propone pensar que “toda educación es política”, también se afirma que “toda educación es sexual”, porque siempre se está dialogando con las identidades de los cuerpos. Morgade también profundizó en esta dimensión crítica invitando a pensar que “no toda educación sexual es integral” y en contraposición hacer valer a “la ESI con perspectiva de género y derechos humanos, como proyecto emancipatorio de justicia social”. Eso dio pie a analizar la dimensión socio histórico, cultural, biológica y fisiológica, ética, psicológica y afectiva que tiene la ESI. “La ESI es un proyecto ético, porque está apoyado en el respeto a los derechos humanos”, subrayó al decir que en este proyecto se trata, se intercambia con el otro, y a ese otro se lo considera “un sujeto de derecho”. Y esa idea de ESI “está orientada por el respeto, porque cada persona pueda transformarse, porque esa es la base de la igualdad. Esto es profundamente ético”. Apoyada en esas perspectivas ética y de derechos desarrolló el concepto de construcción permanente de la ESI. Primero al repasar que lo se votó en 2006 como ley de ESI (26.150) y en 2008 como lineamientos curriculares “tienen una historia, pero también se ha desarrollado posteriormente; lo que quiere decir que el proyecto de ESI está en construcción”. “La ESI es un tesorito que tenemos que cuidar”, valoró sobre lo conseguido hace 13 años y sobre lo que hay que seguir edificando. También resaltó a una serie de leyes y movimientos que le siguieron a la 26.150, que calificó como “hitos que fueron además llenando de contenidos a la ESI”: la ley de protección integral de violencia contra la mujer en 2009 (26.485), la ley de matrimonio igualitario en 2010 (26.618), la de identidad de género en 2012 (26.743), el Movimiento Ni Una Menos en 2015 y la marea verde por el derecho al aborto en 2018. Foto: Manuel Costa La ESI, hoy Pero esas luchas por la conquistas de derechos no se consiguen sin costos para quienes las sostienen. Morgade recordó aquí cómo el año pasado se padeció al movimiento Con mis hijos no te metas, que denuncia a la perspectiva de género como “una ideología que quiere destruir a la familia, con las que se agitan fantasmas, miedos y se logra interpelar a las personas”. Para entender de qué se trata este movimiento, mostró las similitudes de banderas, logos y consignas que se mueven detrás de Con mis hijos no te metas, en la Argentina, Perú, Costa Rica y Brasil. “Este movimiento organizado contra la ESI y la perspectiva de género entró el año pasado en el país interpelando a docentes”, señaló Morgade recordando una serie de tristes hechos en las escuelas, protagonizados por madres y padres que cuestionaban a las maestras por enseñar educación sexual integral. “Lo mejor que hicieron esas docentes fue responderles que es una ley”, apreció la decana de la UBA. Pero este movimiento no se queda vociferando en las puertas de las escuelas. “Actualmente –describió Morgade– operan por las redes sociales, es un movimiento político, organizado partidariamente, internacionalmente y con financiamiento. Hay algunos sectores de las iglesias evangélicas y de la iglesia católica también”. La educadora remarcó que “el movimiento Con mis hijos no te metas es un proyecto de poder que quiere poner diputados, diputadas y hasta presidentes”. Esto último en alusión –sin mencionarla– a la candidata Amalia Granata, quien se postula para diputada para Santa Fe y quien cosechó una buena cantidad de votos en estos sectores en las últimas Paso. O bien, el caso del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que “hasta invita a denunciar a las docentes que aludan a la perspectiva de género en sus clases”. Ante semejante panorama, Morgade apeló al profesionalismo del magisterio para defender lo conquistado desde la educación y las normas democráticamente votadas. “Pido –dijo– que tengamos la sensibilidad pedagógica de distinguir el temor genuino de las familias, la duda por desconocimiento, porque en su casa el tema sexo fue tabú, por la falta de herramientas, de estos grupos organizados, a quienes les tenemos que parar la mano sosteniendo la ley de educación sexual integral”. “La posición profesional nuestra –continuó– es conocer qué proyecto estamos sosteniendo en un marco ético, respetuoso por el otro, ante estos grupos”. Movimientos y Estado La educadora señaló que otra tarea por delante del momento actual es reconocer los diferentes movimientos pedagógicos, conformados principalmente por docentes y estudiantes, que tiene la ESI (“Comando por la ESI”, “Frente Popular por la ESI”, citó como ejemplos). La educadora invitó a valorar estos movimientos pedagógicos, feministas, de las disidencias, los de los distintos colectivos, los que se dan en los sindicatos en apoyo a la ESI, y a organizarse en tal sentido, “pero sin olvidar que la pata clave es el Estado”. “Los gobiernos nacionales, provinciales y municipales tienen responsabilidad con la ESI”, recalcó para alertar que en la actualidad el Programa Nacional de ESI, que es el que debe garantizar su aplicación, está desfinanciado por el gobierno nacional. Las reflexiones de Morgade llegaron en la conferencia de cierre de las Primeras Jornadas de Educación, género y sexualidades, organizadas por la Escuela de Ciencias de la Educación de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), la Asamblea por la ESI y el Programa Universitario de Diversidad Sexual que tuvieron lugar en Rosario, el miércoles y jueves pasado. Tal como destacó a El Eslabón la directora de la Escuela de Ciencias de la Educación, Verónica Zamudio, pasaron por los talleres, paneles y conferencias más de 900 asistentes, en tanto ya se proyectan las jornadas 2020 para seguir sumando más experiencias. “La educación sexual integral como proyecto de igualdad y justicia social”, el título que la doctora en educación Graciela Morgade eligió para esa conferencia que ofreció en el salón de actos de Humanidades, repleto de estudiantes y docentes. En su disertación planteó desde el inicio la desigualdad social, profunda del contexto actual, caracterizada por “un patriarcado homolebosbitransfóbico”, y que golpea con más fuerza a las mujeres y luego a las disidencias sexuales. Morgade definió la actualidad de la ESI como un territorio de tensiones y difíciles desafíos a superar, pero sin nunca perder la esperanza propia del oficio de educar: “Se va a caer!”, vaticinó al cierre de su presentación.