“Seguimos convencidos de que el Frente Progresista necesitaba un recambio, una renovación en el mejor sentido”, aseguró Pablo Javkin, quien acaba de ganar la interna de la coalición de gobierno en Rosario a la precandidata oficial, la socialista Verónica Irizar. En una extensa entrevista realizada en Noticias Piratas (el programa de radio de Redacción Rosario) el actual concejal, de larga trayectoria política en distintos espacios del universo radical, analizó el escenario que viene y las razones de su triunfo en las Primarias. “Hubo dos modelos de campaña muy diferentes”, destacó.
—Las campañas fueron muy desproporcionadas, además de diversas en su estética. Una más clásica, la otra más a la moda que impuso Cambiemos. ¿Habían pensado deliberadamente en explotar esos contrastes?
—El abuso del márketing en la política argentina, algo que a mi entender Cambiemos lo usa muy claramente, creo que ha cansado un poco a la sociedad. Nosotros eso lo pensamos. Y dijimos, «salgamos un poco de esa cosa». Vos viste, todos con diminutivo, o sólo el nombre, las fotitos todas con fondo de parque, la camisa sin corbata. Una estética que se impuso en los últimos años muy ligada al fenómeno Cambiemos. Frente a esto, creo que se ha abierto una oportunidad de discutir un poquito más de contenido, el proyecto de ciudad. No quiere decir que uno desdeña la comunicación. Pero yo creo que hay un hartazgo de esas imágenes y frases vacías de ese duranbarbismo.
—¿Y qué te parece que pesó, desde el punto de vista de los contenidos, para que seas vos el elegido en la interna del Frente Progresista?
—Hay una agenda nueva en la ciudad. Y hasta acá el Frente transitó mucho en la idea de defender lo que tenemos. Pero los temas de la nueva agenda se imponen cada vez más. Nosotros entendimos que era muy peligroso persistir en la idea de que para defender las cosas que están bien, tiene que seguir todo igual. Eso en otros años permitió al Frente ganar al límite, pero que después no generaba ninguna expectativa que permitiera ampliar acuerdos. Me parece que la ciudad tiene que salir de esa lógica. Gane quien gane en junio, soy muy optimista de que se abre un camino de acuerdos más amplios, de no encerrarse en la propia fuerza.
—¿A qué te referís con acuerdos más amplios?
—Yo creo que en la ciudad, pero también en la Argentina, y más después de esta crisis, vamos a vivir cosas duras. Me imagino dos o tres años duros en lo social, en la niñez, en las políticas de transporte, en muchas cuestiones esenciales de la vida nacional, que no las vas arreglar solamente con un margen electoral chico. Y eso es una clave en el contenido de lo que viene. Nosotros lo pusimos por escrito, escribimos 75 medidas, que en este tiempo esperamos enriquecerlas. Pienso que ese es un camino que también se valoró porque todo el mundo percibe que la cosa está muy jodida, porque además de que la pasa mal, tiene hacia adelante una mirada de mucha incertidumbre.
—¿Estás frente al desafío tal vez más importante de tu experiencia política, pudiste en estos días pensar en perspectiva este momento?
—Hace unos días me pasaron unas fotos de una asamblea en el patio del Superior, de 1986. Me reí mucho mirando quiénes aparecían en esa imagen y la publiqué en las redes sociales porque, obviamente, me pone desde aquel comienzo ante este desafío de primer línea ante el que estamos hoy. También me pasó que me empezó a escribir mucha gente que conocí cuando estuve en la FUA, en la Juventud Radical a nivel nacional, gente que no veía hace veintipico de años, eso agrega mucha emotividad. Pero prefiero no ir más allá de eso, porque la verdad es que a mí me ha tocado muchas más veces perder. Estoy más acostumbrado a la derrota digna.
—Bueno, tu elección de 2017 fue un mala elección…
—No, fue terrible. En la primaria creo que habíamos sacado el 9 por ciento de los votos. Fue una noche brava.
—Algún exitista, que no entiende que en la política no valen los «ya nunca» o los «para siempre», te hubiera dicho “hasta acá llegaste”.
—Hay mucho apuro, hay una lógica muy del mundo del espectáculo, en la forma de discutir, en la construcción de la figura y los personajes políticos, remitiendo siempre a la idea de éxito o fracaso.
—Tras la derrota de Cristina en 2017 se decía que prácticamente había dilapidado su capital político, y fijate ahora las encuestas.
—Por eso. También hay que tener en cuenta que a veces la sociedad vota, sobre todo en elecciones legislativas, inclinándose más por un partido o una marca incluso, y probablemente en las ejecutivas mire de otra manera e incluso elija otras cualidades también. Y también hay momentos del país. Hace dos años fue pleno uso de la grieta por el gobierno, me acuerdo que votamos en medio del caso Maldonado. Recuerdo que nosotros usamos como consigna «Hablemos de Rosario», y la verdad que la conversación era otra. Eso le permitió en ese momento al PRO ganar masivamente.
—¿Se puede decir que este armado que encabezaste es como un revival de la Franja Morada, por estar con gente con la que atravesaste la militancia universitaria?
—Si, bueno, vos decís por María Eugenia (Schmuck), o Nicolás (Gianelloni). Hay un componente generacional en toda la política rosarina. En nuestro caso es muy natural. Hicimos política muchos años juntos, después a veces primaron cuestiones menores, pero luego vas aprendiendo que, para los desafíos grandes, si no te juntás, no va. Y nosotros en 2015 nos planteamos que si queríamos afrontar una interna competitiva en el Frente, teníamos que juntar toda nuestra historia, nuestro trabajo. Creo que eso pasa en otros espacios también.
—¿Y cómo se encara este nuevo tramo de la campaña?
—La mejor manera de tomarlo es pensar que es una elección nueva. Lo decía cuando nos fue mal, y lo digo ahora que nos fue bien. Pienso que a la gente le gusta ser dueña de su voto. Me parece que vamos a tener una buena oportunidad con Roberto Sukerman de discutir sobre la agenda de la ciudad, que en algunos temas prioritarios tenemos miradas muy diferentes y en otros no tanto.
—¿Y cuáles son esos temas prioritarios para vos?
—Rosario tiene sobre todo una demanda de orden, en el buen sentido. De presencia del Estado en la calle, cuidando mejor a la gente. Son temas que se pueden resolver con buenas herramientas, que van desde las políticas de niñez a la situación de los jóvenes y su inserción en el laburo. Necesitamos una mejor presencia del Estado municipal para abordar desde una respuesta al problema de las economías criminales en los barrios, hasta reglas de convivencia básicas como el tránsito o la seguridad de una mujer que está en una parada de colectivo. Me parece que esa es una agenda con distintas visiones, pero creo que interesante para afrontar. Y que está lejos de la tolerancia cero o de militarizar la ciudad con fuerza federales.
También hay una agenda de los servicios públicos. Creemos en la posibilidad de recuperar los trenes urbanos, eso cambiaría mucho la vinculación de la ciudad con su región. El tema transporte va a ser muy difícil si la política nacional sigue siendo esta.
La ciudad también tiene cuestiones en términos urbanísticos, que exigen, no digo igualarla, pero al menos poner pisos más altos en los lugares más difíciles. Desde el pavimento definitivo hasta los procesos de urbanización en algunos barrios. Es una agenda local que por supuesto no puede estar desprendida de los debates y los escenarios nacionales, pero nuestra responsabilidad es abordarla.
—¿Cómo describís ese escenario nacional?
—Argentina tiene una combinación muy particular. Tenemos caída de la economía, del empleo, altísima presión tarifaria, sobre todo sobre sectores productivos chicos y medios de la sociedad, alta inflación y alto endeudamiento. Yo lo veo muy difícil, especialmente por los condicionantes de ese endeudamiento.
—¿Y cómo se para Javkin ante el panorama político nacional, cuál es tu referencia de cara a las elecciones presidenciales de octubre?
—No la hay. La verdad me excede hoy. Yo creo que la Argentina debería poder construir alternativas, romper la grieta. Si el imaginario es un ballotage entre Macri y Cristina, donde uno de los dos gane por unos pocos puntos, veo un panorama muy complicado para el que gane.
—¿Y cuál sería tu voto en ese ballotaje?
—Por la duda, la incertidumbre que me genera ese escenario, te voy a fallar en la respuesta. Lo que haría a priori es no comprar la lógica del mundo del espectáculo, que empieza por buscar los nombres propios. Me parece que se podría transitar un acuerdo más transversal. A mí me preocupa más la agenda que las candidaturas.