El promocionado preacuerdo entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea que el presidente Mauricio Macri se apuró a divulgar, en plena campaña por su reelección, cosechó pocos elogios y muchas críticas. Más allá del frágil pacto entre ambos bloques, desde el oficialismo se destacó el respaldo “del campo”. Pero, ¿todo “el campo” apoya el convenio con la UE? En provincias agrícola-ganaderas, como Santa Fe, Córdoba y La Pampa, el PRO perdió las elecciones, lo que da la pauta de que pequeños y medianos productores desconfían de Cambiemos y sus anuncios rimbombantes.
La actividad más beneficiada por el tratado en veremos, la agroexportación, un sector súper concentrado, con potencial económico y, a la vez, poco representativo de las mayorías de pequeños y medianos ruralistas, llevó la voz cantante en este tema y destacó el impacto favorable que les generará colocar materias prima agrícolas en Europa con flexibilización arancelaria, siempre y cuando se homologue el acuerdo de libre comercio.
La Mesa de Enlace, capitaneada por la Sociedad Rural Argentina, habló de “camino al éxito”. La palabra más ruidosa fue la del agroempresario Gustavo Grobocopatel, también conocido como Señor Soja, que destacó las supuestas oportunidades que el tratado abriría para el campo, además de llenar de elogios a Macri y saludar la “desaparición” de sectores industriales perjudicados por el acuerdo, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo. Sus dichos se ganaron el repudio generalizado de pequeños, medianos y también algunos grandes empresarios vinculados al sector fabril. Y retomando las clases de coloniaje cultural, Grobo, en declaraciones periodísticas, dijo que sería bueno que “Argentina sea cada vez más Europa”.
La Mesa de Enlace de las entidades agropecuarias y Sojaman se adjudicaron otra vez la representación de todo el campo, tan bucólico como variopinto. En el llamado campo, lejos de las elites agropastoriles, hay diferentes realidades y necesidades. Muchos de estos sectores fueron perjudicados por las políticas de ajuste del macrismo, con insumos dolarizados, tasas de interés exorbitantes, suba constante del combustible, una inflación galopante y caída del mercado interno. La intención de la política económica neoliberal del macrismo parece ser que la Argentina tenga cada vez menos industrias y se desarrolle en el sector agrícola, con eje en el polo agroexportador.
El sector agrícola representa alrededor del 60 por ciento de las exportaciones totales del país y espera ganar terreno con el acuerdo en cuestión. Algunos economistas e historiadores opinaron que el tratado de libre comercio, así planteado, retrasa más de un siglo, retoma la lógica de la Argentina como “granero del mundo”, reprimarizando las exportaciones agrícolas, cuyas consecuencias se sienten luego en el mercado laboral, bastante ya golpeado.
La falsa dicotomía de industria versus agro que reinstala el gobierno de Cambiemos debería ser superada por el análisis de beneficios y contras que podría traer un acuerdo de estas características para nuestro país, y si es conveniente o no para establecer un plan de desarrollo equitativo que incluya a grandes mayorías.
Del otro lado del océano, en Europa, la noticia cayó mal entre productores rurales franceses y españoles, que enseguida rechazaron el acuerdo y organizaron protestas. En ciudades de Francia, incluso, hubo movilizaciones contra el posible incremento de importaciones agrícola-ganaderas de Sudamérica. En el caso de Argentina, el potencial acuerdo comercial beneficiaría a sectores ligados a la actividad rural y, a decir de los propios empresarios pymes, perjudicaría a los industriales.
Por eso, desde la Unión Industrial Argentina dispararon contra el acuerdo Mercosur-UE y, en especial, contra el líder del grupo Los Grobo, que fue blanco elegido por las críticas. Industrialistas advirtieron que resistirán el pedido de “desaparición” de algunos sectores fabriles, como auguró Grobocopatel.
Es evidente que el gobierno argentino aligeró el anuncio del acuerdo, todavía atado con alambre, en plena campaña electoral, buscando generar un efecto político, presentado como un “logro” de política exterior bajo el eslogan “volvimos al mundo”, mientras la economía local no sale de la grave crisis como consecuencia directa de las políticas que aplicó Cambiemos tras su llegada a la Casa Rosada. Con el anuncio del acuerdo comercial, el gobierno argentino también busca seducir a mercados internacionales y potenciales inversores, y dar una buena imagen ante los prestamistas.
Pasados varios días después del anuncio, recién el oficialismo convocó a empresarios y sindicalistas para explicarles la letra chica del acuerdo, aunque faltan firmas y aprobación legislativa. El presidente recibió en Olivos a los representantes de las cuatro entidades rurales para “explicarles los beneficios que tendrá el agro”. El gobierno, en tanto, también se comprometió a convocar a gremios por sectores para analizar las implicancias del acuerdo entre el Mercosur y la UE, con el fin de que apoyen el tratado y salgan a defenderlo.
“Golpe de gracia”
Guillermo Moretti, vicepresidente de la Unión Industrial Argentina, aseguró estar “preocupado” por el acuerdo Mercosur – Unión Europea, y recordó que los países “que hicieron un tratado están en déficit con la Unión Europea”.
Para el empresario santafesino, crítico de la política económica del macrismo, el acuerdo “impacta tremendamente en nuestro mercado interno. El gobierno no tiene conciencia de que el 80 por ciento de nuestro PBI es el mercado interno”, sostuvo Moretti en declaraciones radiales, y completó: “El PBI de la Unión Europea quintuplica al del Mercosur y registra diez veces más patente que nuestra región. No sabemos si se respetan las asimetrías que tenemos entre los dos mercados”.
Al difundirse la noticia de la firma del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, “se vio una llamativa escena del ministro de Relaciones Exteriores llorando de emoción”. En este sentido, “desde la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme) les hacemos notar al funcionario y al gobierno que hay muchos motivos para llorar en la Argentina, pero de tristeza”.
“El desplome de la actividad económica, el fuerte aumento de la pobreza y la desigualdad social, la continua caída de la industria manufacturera, que perdió 141.100 empleos desde 2015; la destrucción del mercado interno, con un 57,3 por ciento de inflación acumulada y una caída del salario real de 11,3 por ciento; el cierre de 50 pymes por día, son las consecuencias del modelo económico desregulador y aperturista que se profundizaría con este acuerdo que se pretende llevar adelante en un marco internacional de creciente proteccionismo por parte de las grandes potencias, sin contemplar las fuertes asimetrías entre los países y bloques comerciales participantes”, señalaron desde Apyme en un comunicado.
“Esto significa ni más ni menos que renunciar a las políticas soberanas que aseguren un mínimo equilibrio en el intercambio comercial. Claro que no todos pierden: prosperarán los negocios de las grandes multinacionales y el complejo agroexportador concentrado, en detrimento del trabajo y la industria local», manifestaron desde la entidad”, se agregó en el documento.
Asimismo, añadieron que “es grave que tanto el gobierno como entidades empresarias afines pretendan hablar en nombre de las pymes para promocionar este supuesto logro, ya que precisamente las pymes son las que con estas políticas recibirán un golpe de gracia y quedarán fuera de competencia incluso en el ámbito de compras públicas”.
Negocios para el agro
Macri, único jefe de Estado del Mercosur que tuvo la palabra durante la conferencia de prensa en Bruselas, haciendo ejercicio de la Presidencia pro témpore del bloque, definió de “histórico” al acuerdo de asociación con la Comunidad Europea. Sin embargo, se conocen pocos detalles del documento y todavía resta la aprobación de los países integrantes de ambos bloques.
Lo que queda claro es que los sectores del agronegocio volcados a la exportación saldrán más beneficiados con el acuerdo, mientras los sectores fabriles que colocan sus productos en el mercado interno quedarán afectados.
En una negociación siempre hay tires y aflojes. La discusión por alcanzar un acuerdo entre bloques viene desde hace 20 años, y la UE siempre mostró resistencia a la firma del convenio, en una dura postura. El apuro del anuncio dejó en evidencia que el Mercosur, con Argentina y Brasil como principales interesados, tuvo que ceder en sus pretensiones.
El tratado de libre comercio Mercosur-UE divide aguas en la Argentina co-gobernada por Macri y el FMI, donde las grandes mayorías se hunden con políticas de ajuste y el derrumbe de la economía doméstica, mientras algunos esperan cruzar el océano en Grobos amarillos.