El paro, lock out y bloqueo de rutas de las entidades agrarias en respuesta a la Resolución 125, que en 2008 establecía retenciones móviles a las exportaciones, además de la peor cara del individualismo, fecundó reflexiones interesantes. Entre ellas, Socialismo Nacional y Renta de la Tierra en la Argentina, el texto que su autor, Gustavo Battistoni, presentó en la librería Paradoxa, en Mendoza 923.

Escritor y periodista, militante socialista del campo nacional y popular, Battistoni toma el conflicto como disparador para bucear en los anclajes de esas manifestaciones con la estructura material y simbólica del país y su gente. 

“Este libro es un producto directo de la Resolución 125, después del conflicto entre el gobierno nacional de aquel entonces, liderado por Cristina Fernández y el llamado «campo», la gran pregunta que me hago en ese momento es qué es el campo y cuáles son los sectores que actúan”, explica el autor.

El campo argentino no sólo es una relación material directa, sino también es un imaginario dentro de nuestra historia, y este imaginario dentro de nuestra historia y que no sólo está en la Pampa húmeda sino también en las grandes ciudades, cosa uno atisbaba pero no con la profundidad con la que se demostró durante el conflicto mencionado”, considera.

El texto que nació de esa reflexión, deconstruye las relaciones materiales y simbólicas, del campo como categoría abstracta; semánticamente naturalizado, pero escamoteado a la hora de explicar la configuración dominial de la llanura central, cuyas cualidades de feracidad, son invocadas como factor indisociable e imprescindible en el crecimiento del país.

Según el autor, en el análisis cuentan las especificidades, en tanto ubicación geográfica y dimensiones. “No es lo mismo la pampa húmeda que el norte, así como tampoco lo es un gran terrateniente que el pequeño o mínimo productor que trabaja la tierra por cuenta propia, esto hay que tenerlo en cuenta porque cuando los medios dominantes englobaban el campo era para golpear, imaginariamente y materialmente al gobierno de Cristina Fernández”.

En particular esa extraordinaria idea que fueron las retenciones móviles que significaron un impuesto a las ganancias imperfecto, pero que determinaba que los que más se benefician paguen más dinero en beneficio del resto de la población, porque, y esto se olvida, la Pampa Húmeda no pertenece a un grupo de propietarios sino al pueblo argentino en su totalidad”, detalló Battistoni sobre la médula del mentado abarcativamente como “conflicto agrario”.

La tierra es un recurso natural, histórico producto de millones de años de acumulación de la naturaleza y del trabajo del hombre, pero el Registro de la Propiedad que es el que rige en las relaciones capitalistas modernas, es un instrumento moderno de poder”, destacó Battistoni.

Yendo a la historia, hay un sector de la población que vía roquismo, oligarquía de la provincia de Buenos Aires, o la colonización de la provincia de Santa Fe, se fue apropiando de las tierras más productivas de nuestra patria”, resaltó. “Pueden tener una propiedad perentoria pero no permanente absoluta, porque el campo argentino pertenece al pueblo argentino y los recursos generados por la renta diferencial de la tierra, que es la productividad que tiene la Pampa Húmeda con respecto a otros lugares del planeta, pertenecen a todos”, aseguró.

Claro que ésta es justamente la mirada interdicta, tanto del ayer como de la actualidad. “En general la ideología dominante de la Pampa Húmeda, que se puede leer en los medios hegemónicos, es la ideología de la clase dominante, tal como decía correctamente Carlos Marx”, reseñó el escritor que añadió que todo lo que de esa vertiente proviene, con ropaje científico o de objetividad, no es más que ideología aplicada a un caso práctico, el de la Pampa Húmeda, detentando el poder a través de agronegocios, pooles de siembra, grandes capitales que la colonizaron envenenando con agrotóxicos.

De hacer la América, al pool de siembra

Battistoni desanda el devenir ideológico de la configuración material y simbólica del campo argentino, a través de ocho capítulos que recogen las miradas conocidas, o no tanto, de Juan B. Justo, Lisandro de la Torre, Arturo Jauretche, Pedro de Paoli, Horacio Giberti, Jorge Spilimbergo, Osvaldo Barsky y Héctor Huergo, además de Reynaldo Frigerio y José Boglich, a quien se refiere en el capítulo, Dos marxistas agrarios.

En cada uno de los capítulos, pasa a contrapelo, su pluma profunda y de sólida formación para detectar mojones ideológicos y contradicciones del capitalismo en la llamada zona núcleo del campo argentino: “El libro intenta ser una historia de por lo menos 130 o 140 años del agro argentino, a partir de aquellos políticos y pensadores que discutieron la cuestión, no es casualidad que comience con Justo, que es el teórico del socialismo”.

A partir de Justo, y en particular de la conferencia que da en 1901, El Programa Socialista del Campo, intento desmenuzar qué fue pasando, con otros pensadores, como De la Torre cuyo pensamiento agrario no es muy conocido”, destacó. De todos ellos, toma los conceptos medulares, antes de las abstracciones que pueden refinar un razonamiento.

Para Battistoni, en lo representacional y lo fáctico, nada cambió desde aquellas Odas Seculares. Las cosas útiles y magníficas, que en 1910 escribió Leopoldo Lugones, entre ellas a Los ganados y a las Mieses

“Seguimos dependiendo, por lo menos en el sector externo de la economía del agro, con todo lo que ello conlleva en el imaginario argentino, donde seguimos pensando que con una cosecha nos salvamos”, argumentó.

El sector externo de la balanza de pago sigue siendo agrodependiente lo cual también muestra un fracaso del modelo industrial en la Argentina, y que merece una explicación de los porqué”, señaló Battistoni a modo de diagnóstico/enlace con la actualidad. Justamente la referencia al aquí y ahora, es uno de los recursos a capitalizar en cada capítulo.

Sí, porque yo creo también, y esto es un concepto dialéctico que tomo de mis grandes maestros,  que el pasado es un pasando, es un desarrollo complejo y contradictorio, pero a modo de ejemplo cuando uno mira a Juan B. Justo, a Boglich a Spilimbergo, está leyendo también el presente de la Argentina”, sostuvo. 

En su opinión, esto emerge con claridad con la Resolución 125: “Nos hizo tomar conciencia a muchos de cuáles son las limitaciones del desarrollo argentino”. Además, consideró que desde el campo nacional y popular no se sacaron las conclusiones claras de lo que significó ese suceso.

Muchas de las cuestiones que quedaron truncas en 2008, tienen que ver con la derrota política, no sólo la caída de la retenciones móviles, donde la vieja oligarquía aliada a sectores que no deberían estar como Federación Agraria, golpearon fuertemente a un gobierno que comenzó a sentir cuáles son las restricciones de un modelo de acumulación agrario y capitalista”, enunció. 

Para el autor, el conflicto de la 125, en su excepcionalidad, demostró cómo juegan las clases sociales en la Argentina.

En ese mismo marco, trajo el pensamiento de Antonio Gramsci, quien consideraba que “antes de tener gobierno hay que ser hegemónico, esto es que antes de 2008, era la oligarquía quien tenía la hegemonía cultural del país, lo que equivale, a tener el poder”, enunció.

De análisis riguroso y con un manejo de información casi fuera de lo común, Battistoni rescata las miradas de Frigerio, Spilimbergo, Boglich, Giberti y Jauretche. ¿Qué ponían en tensión? Que la Pampa Húmeda produce una renta diferencial por los menores costo que tiene producir en ella, lo que hace que hace que haya una gran productividad, que no pertenece a los dueños de la tierra sino al pueblo argentino.

Este es el concepto a discutir o sea si estamos hablando de una soberanía acotada a los propietarios o una soberanía popular ampliada al pueblo que es el verdadero depositario de la tierra”, enfatizó Battistoni. 

Núcleo duro de la cuestión, convertido en tabú por el corsé ideológico dominante, que para su provecho, sigue incrustando aquella gesta inmigrante, sobre los verdaderos intereses, el campo como escenario de la ganancia sin límite.

 

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