Si proliferan marcas “pindonga” en las góndolas de los súper y minimercados, y hasta se venden productos parecidos a la leche que no son leche, es porque en la Argentina hay un evidente deterioro en los ingresos de la población, y un crecimiento en los niveles de desempleo y pobreza, con manifiesta contracción del consumo popular, situación que obliga a comprar, muchas veces, víveres de menor calidad porque son más baratos.

Las llamadas Segundas y Terceras marcas, que no siempre son inferiores a las Primeras y que en otros tantos casos su adquisición responde a rutinas de consumo, comúnmente son fabricadas por grandes compañías que no ceden rentabilidad y espacio. Aunque, en medio de una depresión económica con alta inflación y ajuste generalizado, la crisis sacude a Cuchuflito, y también a Magoya.

La torta, sin importar su marca, se reparte en pedazos desiguales. Desde que gobierna el macrismo, las negociaciones salariales en paritarias quedaron rezagadas y siempre terminaron detrás de la suba de precios. Según datos del Indec, más de la mitad de los ingresos de trabajadores formales no alcanza a cubrir la canasta básica, es decir, cobran sueldos por debajo de la línea de pobreza, confirmando una característica distintiva de la gestión Macri: derrumbe en el poder adquisitivo de los salarios.

Con el impacto de la crisis de 2018, con una inflación rondando el 50 por ciento, la capacidad de compra de una salario promedio se hundió doce puntos. Como contracara, siempre en base a números oficiales, la ganancia empresaria pasó del 35 en 2016 a 39 por ciento en la actualidad. Ahí está la distinta repartija de la torta.

Macri y la cadena de medios oficialistas se agarraron de la irónica frase que la ex presidenta Cristina Fernández pronunció en Mar del Plata, durante la presentación de su libro, al referirse al quebranto social y económico que vive el país reflejado en la multiplicación de marcas desconocidas. Entonces, Pindonga y Cuchuflito saltaron a la campaña.

Así, el presidente y periodistas amigos exhibieron una impostada congoja por este tema, poniéndose en el lugar de un empresario pyme que fabrica gaseosas marca, diríamos, pindonga (Caribe, Goliat, Manaos, por mencionar algunas), aunque nunca se pusieron en el lugar del empresario pyme que tuvo que bajar las persianas como consecuencia de las políticas de Cambiemos. Menos en el lugar del trabajador al que no le alcanza para la Coca.

En lo que va del año cerraron unas 7.500 pequeñas y medianas empresas (con menos de 100 trabajadores), según un informe del Centro de Economía Política (Cepa). Desde 2015, la cifra alcanza a 15 mil pymes. Como muestra de la problemática que atraviesa el sector, Mielcitas, la empresa que hace el fernet 1882, la textil Alpargatas, y hasta Tenaris, del grupo Techint, entre otras, fueron las últimas empresas que acusaron el golpe de la crisis, cerrando sus puertas, paralizando su producción, despidiendo o suspendiendo empleados.

Desempleo en Rosario

Los trabajadores, ajustados y precarizados, atraviesan un momento difícil. De acuerdo a un informe sobre la situación laboral en la ciudad, realizado por la regional local del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso), la tasa de desocupación en Rosario fue de 15,1 por ciento en el segundo trimestre de 2019.

La crisis económica desatada en 2018 ha generado un salto en el índice de desempleo del 13,3 por ciento en el segundo trimestre de 2018 al 15,1 actual. En el último año la cantidad de desempleados en Rosario aumentó de 64.841 a 81.915. Esto significa que en un año hay 17.074 personas más sin empleo y que lo buscan activamente, según se indicó en el reporte del Ceso.

En el informe se señaló, además, que los jóvenes tienen mayores dificultades al momento de encontrar un empleo. “El desempleo en jóvenes de hasta 29 años alcanzó el 27,9 por ciento en el segundo trimestre de 2019. Al igual que hace un año, 6 de cada 10 desocupados son jóvenes”.

Y continuó: “La tasa de desempleo de mujeres es mayor a la de los hombres. A pesar de ser la mayor parte de la población, el desempleo femenino es del 16,2 contra los hombres que es de 14,1 por ciento”. Otro dato alarmante que se desprende del documento del Ceso corresponde al nivel de empleo en negro, ya que “la precariedad laboral trepó al 45 por ciento de los trabajadores rosarinos”, quienes no tienen aportes jubilatorios, obra social y otros beneficios.

“Tras un año marcado por la crisis económica, muchos se ilusionaban con un 2019 de recuperación que contribuya a la reelección del oficialismo nacional. Una vasta cantidad de reservas para intentar controlar el dólar, una buena cosecha y condiciones internacionales menos adversas posibilitarían que el gobierno impulse políticas de reactivación económica de cara a las elecciones. Sin embargo, las políticas del gobierno nacional parecen ser insuficientes para revertir el ciclo. Los créditos Ansés, posponer tarifazos para después de las elecciones y relanzar el plan Ahora 12 parece no ser suficiente para contrarrestar el freno al consumo que implica la dramática pérdida de poder adquisitivo del salario”, analizaron desde el Ceso Santa Fe.

“La percepción de los rosarinos sobre la situación futura del mercado laboral no ha cambiado. Si bien muchos responden <depende qué pase en las elecciones>, las expectativas negativas se sostienen. El año electoral no ha traído prosperidad económica y la determinación de un modelo económico sustentable y que asegure trabajo y desarrollo económico quedará como materia pendiente para el próximo gobierno”, consideraron en el citado informe sobre el mercado laboral rosarino.

No hay segundo semestre

El gobierno que viene heredará o auto heredará un verdadero desastre económico y social. El macrismo festeja que la actividad económica, según el Indec, haya quebrado en mayo pasado una racha de doce bajas consecutivas. La tenue levantada sólo se concentra en el sector agropecuario, mientras todos los demás indicadores siguen en fase negativa.

En el ranking de vulnerabilidad económica de países emergentes que elabora la agencia Bloomberg a partir de los datos del FMI y el Banco Mundial sobre indicadores de 2019, Argentina se llevó el primer lugar. Mientras, el dólar se despierta de a poco y sube el riesgo país como consecuencia de la debilidad que exhibe la economía argentina y la incertidumbre electoral.

La vulnerabilidad de la economía macrista, atravesada por el endeudamiento, la inflación y el déficit, es un proceso que a Héctor Méndez, ex presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), quien supo de estar de punta con CFK, le hizo acordar a “la época de Martínez de Hoz”, ministro de Economía de la última dictadura. En tanto, el actual titular de la UIA, Daniel Funes de Rioja, pidió una reforma laboral para poder “descontratar” empleados “si le va mal”. Miradas industrialistas sobre una economía que hasta hizo volver el trueque a parques y plazas, como en el 2001.

Si en la próxima elección presidencial prevaleciera el voto económico sobre el voto ideológico el resultado ya estaría puesto. Sostenida pérdida del poder adquisitivo del salario, inflación duplicada, consumo en picada, cierres por liquidación de negocios y expectativas, mayor desempleo, más pobreza e indigencia, acelerado re-endeudamiento externo, desindustrialización fueron los principales “logros” del plan neoliberal que aplica Cambiemos en la Argentina desde 2015.

Con Macri se hizo más presente la economía del rebusque, el individualismo, la meritocracia, el sálvese quien pueda. Los “logros” del macrismo sólo aparecen en discursos y spots de campaña, como una trampa neoliberal que se pone a prueba de voto. En el arranque de esta segunda mitad del año, con salarios y empleo en clave pindonga, a la alianza oficialista, que tiene fecha de vencimiento en diciembre de este año, ya no le quedan más segundos semestres para prometer mejoras.

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