Yo no sé, no. Con Pedro nos acordamos que a la hora de la siesta sonaba fuerte el tic tac del reloj que, clavado en la pared, dejaba ver su gran péndulo. Era ese el momento, cuando el tic tac se escuchaba desde la cocina, de rajarse. Estarían todos dormidos, y nosotros a la calle. Bah, calle, al pasaje Moss primero, que era como un patio exterior, como una especie de SUM (Salón de Usos Múltiples), y luego sí a Rioja, hasta llegar a la plaza de Pascual Rosas. Mientras tanto, en la huida, temíamos que se detenga el péndulo y el silencio los despertara a todos, por eso le dábamos cuerda un rato antes . Y fue por ahí, en un campito, que Pedro formó un equipo con una defensa más bien pesada, y del medio para adelante que el equipo se amaque como un péndulo.

Y fue por ahí también, entre Echesortu y Barrio La República, donde el bobo nos sonó fuerte a la hora del crepúsculo, mientras el sol bajaba como colgado de una cuerda y subía la luna, cuando uno iba al encuentro de esa piba que frecuentaba el club Servando Bayo.

En el Supe, en plena discusión política, Pedro me soplaba con un tic tac, tic tac, para que yo citara la política pendular del General, frase que se había puesto de moda . 

Volviendo a aquel equipo que formó Pedro, al segundo partido la defensa, a pesar de ser  pesada, se movía con la bocha en forma pendular, cosa que desconcertaba a los rivales. Y una vez, Pedro, para poner nervioso a su marcador, le hizo escuchar un tic tac, tic tac. 

Y en algún momento, en los ciclos llamados pendulares, en lo político y en lo económico,  nos abrocharon mal, me dice Pedro, le agarré bronca a lo que se llamó política pendular, porque nos hicieron creer que era estático y predeterminadamente cíclico, pero no. Tiene que ser la política del péndulo del reloj, que es indispensable para avanzar y que es peso de las luchas populares, aunque estén en la cuerda que le da cuerda (valga la redundancia) a la historia. Y cuando todos sintamos ese tic tac, tic tac, será hora de ganar la calle para festejar que esta pesadilla ha terminado. Esto me lo dice con una mirada que parece buscar aquel reloj, aquel equipo, aquel encuentro, aquel tic tac de las historia personales y colectivas que, para casi TODOS, es lo que nos da cuerda para seguir viviendo.

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