La distancia que separa el estado real de la fuerza de seguridad provincial con la construcción imaginaria que suele ponerse como modelo de los denominados “países serios”, es tan lejana como la que separa a Rosario de Lillehammer, el ignoto pueblito noruego que se hizo famoso por haber albergado los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994 pero que pasó a ser más conocido aún por la delirante serie homónima producida, dirigida y protagonizada por el actor y guitarrista de Bruce Springsteen, Steven Van Zandt.
Esa referencia idílica a la que suelen apelar los liberal-conservadores vernáculos, encierra un engaño o un deliberado ocultamiento –como acostumbran a hacer los herederos de Rivadavia y Mitre–: el fuerte nivel de intervención, impositiva y en todos los niveles de la vida pública, de los Estados nórdicos como Suecia, Finlandia o Noruega.
Esa imagen utilizó el ministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Sain, para referirse a las altas –y por momentos hipócritas– expectativas trazadas a la hora de los discursos públicos –ya sea de la dirigencia como de buena parte de la ciudadanía– cada vez que se plantea el debate sobre la problemática, algo que por la emergencia en la que se encuentra la provincia ocurre muy a menudo.
Si se quiere la Policía de Noruega, profesional, tecnologizada e incluso progre –como la caricaturiza Van Zandt–, hay que ver si se está dispuesto a poner lo que sale, dijo palabras más palabras menos Sain, en una de sus apariciones. Para quien lo quiso escuchar, la figura fue un mensaje con múltiples públicos: los santafesinos y santafesinas que reclaman más y/o mejor policía, la oposición que retacea la declaración de la emergencia y el propio oficialismo, que debe saber que también tiene un costo importante que pagar (entre otros: reacción corporativa de la fuerza, liberación de zonas y por supuesto recursos económicos).
El informe que presenta en este número el eslabón, que da cuenta del nivel de desinversión, ajuste y múltiples problemáticas que atraviesan a la fuerza de seguridad provincial –además de la ya denunciada en este medio relacionada con la corrupción y connivencia con el crimen organizado–, reconstruye un mapa real de la policía santafesina.
Ese material fue entregado esta semana por el Ministerio de Seguridad a las y los legisladores provinciales para que, junto a otros datos que son mucho más públicos, dimensionen la brecha que hay entre lo real y lo esperado. Ellos y ellas tendrán en sus manos la posibilidad de apoyar, de una buena vez por todas, las reformas de fondo –reclamadas por Sain y el gobernador Omar Perotti– que hace tiempo se debieron encarar en la Policía de Santa Fe y que nadie se atrevió a realizar, justamente por su alto costo.
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