No debe ser muy habitual encontrarse leyendo un libro recién publicado y de un momento para otro decir ¡pero si a esto ya lo leí! ¿Habrá sido una lectura que hice en otra vida, o en otra dimensión paralela del multiverso? Por ahí fue una historia que alguien me contó, ¿y si es un plagio? Por supuesto que no, pero digamos que es una sensación inquietante. Olvidarse de todo apenas uno cierra o abandona un libro es un poco la condición de la memoria lectora (aun con los libros que más queremos o disfrutamos leer). Suelen ser otros textos, por ejemplo, los que iluminan las historias que habíamos olvidado (y por lo tanto, luego recordamos) de manera fragmentaria, o parcial, como la sombra de un personaje, un gesto, el impacto de un desenlace,  o una idea que quedó marcada a fuego en alguna parte de nosotros. 

A mi me pasó leyendo la nouvelle La Rote kapelle, del escritor Marcelo Britos (Rosario, 1970) editada a fines de 2019 por el sello porteño Aurelia Libros. Leerlo fue un deja vu en bucle. La duda se disipó cuando, después de hacer algunas averiguaciones (empezando por preguntarle al autor) confirmé que el argumento y todos los personajes de la nouvelle se desprendieron de un cuento del mismo Britos que yo había leído hacía un par de años atrás: La orquesta roja (el mismo título pero en castellano) un relato incluido en la antología La Imposible Realidad, de la colección Rosario se Lee, proyecto editorial del sello Casagrande que promueve la lectura de autores y autoras locales en las escuelas secundarias de la ciudad. Pero originalmente, el cuento fue publicado en El último azul de la noche (Ombú bonsai, 2013). “El último azul de la noche es el libro que Britos elige como eje de su obra actual”, señaló Nicolás Manzi, editor y amigo del autor. Y esto se explica, según Manzi, porque el primer cuento El caballo del hombre solitario, es la base de la novela A dónde van los caballos cuando mueren (Aurelia Rivera Libros, 2015) –ganadora del primer premio del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz en México–, y además, porque (sigue la hipótesis de Manzi) los cuentos reunidos en El último azul, son momentos de la historia argentina que Britos elige como fundantes, entre ellos La orquesta roja

Un joven de 18 años narra momentos de su infancia transcurrida entre la última dictadura militar, los simulacros de guerra, y finalmente el conflicto de Malvinas. El título, La rotte kapelle surge de una anécdota que el narrador atesora en relación a su tío, y que será la punta de lanza de toda la historia. Al recibir de regalo un ejército de soldaditos, en una de las mejores navidades de su vida, el tio le hablará de esa red de espionaje “amateur” soviética, la orquesta roja, que llega a operar en plena Segunda Guerra Mundial con un éxito impensado, sobre todo por haber durado tanto tiempo sin ser descubiertos. Una suerte de mensaje de resistencia, de talismán para los tiempos oscuros en los que el protagonista deberá crecer y aprender a guardar secretos. El alumbramiento será la escritura, la narración de estos acontecimientos que pertenecen a un pasado común y al mismo tiempo a la noche singular del personaje que tiene por primera vez contacto con la muerte, con la vergüenza, la decepción y también con el amor, en el seno de una familia tipo, en una casa de barrio de la ciudad de Rosario. Nada queda afuera del mundo propio del protagonista porque lo circundante, o el telón de fondo de la narración, está en los detalles, en las grietas de esta historia común de un niño que se convierte en un joven memorioso y situado en su tiempo.   

La rote kapelle es una novela breve de iniciación pero también entra en el canon de la literatura argentina post dictadura, que viene explorando desde el testimonio documental a la ficción pura, la trama de la historia reciente en una penumbra constante y necesaria. Empresa que han encarado escritores hijos de exiliados y víctimas del terrorismo de estado como Laura Alcoba con La Casa de los conejos o Raquel Robles con Pequeños combatientes; incluso Diario de una princesa montonera: 110% verdad, de Mariana Eva Perez, o Una muchacha muy bella de Julián López. Pero también lo han hecho autores que no tienen una filiación directa como  Liliana Heker, Elsa Osorio, Leopoldo Brizuela o Martín Kohan con la novela Dos veces junio, entre otras obras. El material realizado es profuso y seguirá siendo objeto de exploración de escritura y reescritura sobre un pasado que contiene a varias generaciones, sobre todo a los que llegamos en democracia. 

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