El fenómeno de la pandemia generó el confinamiento de cientos de libros y ediciones durante las primeras tres semanas de aislamiento social, preventivo y obligatorio. En Rosario, con un petitorio presentado a autoridades locales, que precedió a las medidas nacionales de excepción para la venta online y el reparto de libros para la segunda fase de la cuarentena, arrojaron algo de luz y permitieron poner en marcha los motores a partir del pasado 13 de abril. Por este motivo, mientras se desempolvaron ejemplares con las persianas bajas, lectoras y lectores comenzaron a hacer pedidos con avidez de tocar, oler, leer, marcar y regalar libros: esos objetos tangibles que, a pesar de las antinomias, en la actualidad suelen complementarse con el uso de las ediciones digitales.

En esta trama, José Perico Pérez, librero y editor de Homo Sapiens, comparó el suceso pandémico actual con otras crisis vividas en la Argentina, como la de 2001 (un virus con cara de Cavallo); y la hiperinflación de fines de los 80 del siglo pasado, donde los precios, incluidos de libros, se encarecían en un abrir y cerrar de ojos.

Por estos días, Homo Sapiens cumple 40 años, y su titular debió suspender las celebraciones presenciales por la pandemia del Covid-19. Aún así, con el correr de las semanas, el local de calle Sarmiento, que se encuentra a metros de la peatonal, se dispuso a habilitar una sala de lectura virtual en su web: (homosapiens.com.ar), compartiendo textos de educación e infancia; capítulos de obras literarias, cuentos, y adelantos de nuevas producciones de autores locales como Marcelo Scalona (El Camino de otoño); y Horacio Vargas (Gente con Swing II) según comentó Perico, que hace 25 años inauguró la editorial, y que comenzó con estos menesteres cuando era estudiante de la Facultad de Humanidades, y tiraba paños con libros en plaza Pringles.

“Será por la edad, pero no sabés cómo me costó a mí adaptarme a estos cambios”, confesó Perico Pérez en diálogo con El Eslabón, en referencia a la tienda virtual que lanzaron con 200 títulos digitalizados de su catálogo, admitiendo que “el contexto de pandemia aceleró la toma de la decisión”.

Lucecita en la Abadía

El 10 de abril pasado, libreros locales enviaron un petitorio al Intendente y a las autoridades provinciales con un pedido urgente para que se habilite la distribución de ejemplares puerta a puerta. Con persianas bajas, personal reducido y el objetivo de garantizar las medidas de prevención.

Firmaron la misiva, Buchín Libros, El Halcón Maltés, Paradoxa, Arde, Mal de Archivo, Oliva, Mister Nerd, Mandrake, Oliverio, Craz Biblos, Puerto Libro, Rayuela, El Sur, Macedonio, El Pez Volador, Libros del Paraná, El Caburé, El Romano, Técnica, Buscalibros, Corpus, Argonautas, Libros Incunables, El Lugar, Ponsatti, El Juguete Rabioso, Leo Libros, Chicho y Babel y Homo Sapiens.

Los estados, tanto local como provincial, se hicieron eco de la situación, y el gobierno nacional, apenas horas después, sincronizó la necesidad habilitando el despacho de ejemplares a domicilio a partir del 13 de abril en todo el país.

Confirmada la buena nueva para el circuito local, la municipalidad sumó otro poroto al compartir una sección de su sitio oficial, generando un espacio de difusión de editoriales independientes, y costeando del bolsillo estatal los repartos hasta el 2 de mayo.

“Arrancamos a hacer envíos la semana pasada con la propuesta de armar el delivery de libros, que es un proyecto de la Secretaría de Cultura. Nosotros hacemos la venta, y la Secretaría efectiviza la entrega: pone la cadetería gratuita y banca el traslado del paquete”, describe Nicolás Manzi, de la editorial Casagrande, que desde sus orígenes en 2016 se dedica a los textos literarios y libros “fetiche”. Durante la cuarentena se compartió la versión digital del libro de Juan Cruz Revello: ¿Quién no pensó en matarse alguna vez?; y a partir del lunes 13, recibieron pedidos de sus lectores entre los que se destacaron El recetario de Leticia Cossettini, de las profesoras Paula Caldo y Micaela Pellegrini Malpiedi, y los libros de Javier Núñez. “Son los que más llamaron la atención”, indicó Manzi, y relató que el contexto de pandemia los agarra en un momento clave del año. “En el mundo del libro todo arranca en marzo y abril, y las ferias de Buenos Aires y Rosario, que se hicieron en los últimos dos años, son los grandes eventos que sirven para acomodar el carro. La perspectiva en Argentina, porque estamos en contra ciclo respecto del hemisferio norte, es aprovechar estos meses para poder salvar los desfasajes que se generan en otros momentos del año, en los que sólo quedan los propios eventos y el trabajo de venta cambia por el de
producción”.

Para Nicolás, “la situación es preocupante para las editoriales, pero más preocupante es para las librerías. Ahora están tratando de emparchar el hueco económico que se les hizo, ojalá todas puedan continuar. La extensa mayoría de editoriales locales no son negocios rentables y por lo tanto la solidaridad con los colegas libreros es limitada. Están también los actores grandes, que en nuestro país están centralizados en Buenos Aires, que podrían ser solidarios con las librerías de todo el país. Nosotros trataremos de sostener lo que nos toca también”. Y continuó: “En Buenos Aires están también trabajando en otros esquemas alternativos: ellos son más, y tienen mucho más mercado, o sea, potenciales compradores, y tienen editores que siempre están haciendo tareas de coordinación. Es mucho más fácil de algún modo que los editores se hablen, siempre hay un mediador. Lo que están haciendo en Buenos Aires es venta anticipada de material, algo en lo que participan sobre todo los clientes más fieles de las librerías para bancar que no se les caiga”.

Carolina Musa, de la editora Libros Silvestres, también pondera el recorrido que se hace en esta época en diferentes ferias y eventos, que ahora se ven resentidos por la cuarentena .“Eso es una gran diferencia en el ingreso anual, la feria de Buenos Aires sobre todo, no sólo por las ventas, sino por las negociaciones, por los derechos y los vínculos con autores, libreros, y bibliotecas; la de Rosario, muchas del sur, la de Córdoba, y el comienzo de las clases también es un momento importante”.

Libros Salvajes publicó su primer ejemplar en 2014, y hoy tiene un catálogo de casi 30 libros. “Esta semana por suerte se movió un poco”, escribe Musa por WhatsApp. “Estamos haciendo un descuento del 20 por ciento en todo el catálogo”, avisa la librera, y remarca: “Incluso pop up, que son los libros que hacemos a mano”. El bellísimo trabajo artesanal al que hace mención, consta de tres ejemplares: Latitas, un poema de Federico Tinivella, ilustrado por Paula Schenone y con la ingeniería pop up de la propia Musa; y dos obras más en esa línea: Caserío, y Cabeza de flor.

“Me llamó la atención porque salieron estos libros que por su elaboración, son más caros”, enfatizó Musa, la editora que hace meses lanzó junto a este periódico la colección Tarumba, y reflexionó: “Tal vez sea por el descuento que hacemos, aunque me da la sensación de que a alguna gente le sobró plata (se ríe), no sé si es para decirlo en un diario. Pero pensaba –intenta explicar con seriedad– que alguna gente que tenía consumos culturales regularmente, no tuvo gastos en bares, ni fue a tomar porrón a un bar, y no fue a un recital, ni fue al cine”.

Manuel, de la librería y disquería Mal de Archivo, cuenta que los primeros días hubo mucha demanda. “Calculo que por las semanas que estuvimos cerrados, y porque salió en el diario que se reanudaban las ventas, así que los primeros dos o tres días hubo muchos pedidos. Después fue bajando y repuntó el jueves (Día Internacional del Libro). Las ventas que hicimos, por lo menos, nos permiten alguna entrada de dinero, pero no compensa para nada lo que es tener el local abierto y los gatos fijos, pero algo es algo”, dice ante la difícil situación. Y afirma que hubo pedidos varios. “Las clientas y clientes de acá pidieron cosas que saben que tenemos. Y después se contactó público en general que pide cosas más masivas: mucha novela, y libros para chicos”.

No se avizora mucho horizonte en esta página de la historia: “No sé qué decirte, la expectativa cercana es poder sostener el mes próximo, y después ya no sé. Estamos tratando de coordinar una acción común con el resto de los libreros”.

Actores de reparto

Germán, el titular de la librería El Juguete Rabioso, está a diario en el local de calle Mendoza al 700, a puertas cerradas y preparando pedidos. En diálogo con este medio, el librero manifiesta que el empleado que lo acompañaba antes de la pandemia viajó a su casa natal en Junín para cumplir la cuarentena, y por eso ahora está laburando solo.

“A partir del lunes 13 empezamos a enviar pedidos, la respuesta fue muy buena la primera semana, y la segunda se mantiene un poco. Los envíos son gratuitos en el centro y macrocentro, en cualquier caso. Los pedidos son casi el mismo material que vendimos siempre: mucho ficción, novela, cuento de autor contemporáneo, mucho psicoanálisis, y filosofía más ligada al ensayo. Como cosa curiosa, una modalidad que a mí me sorprendió, es que mucha gente regala libros, es decir, lo pide, lo paga con una transferencia y lo envía a una persona a otro domicilio. Por ahí tiene que ver con los cumpleaños, pero también como una cosa que encontraron para comunicarse en estas circunstancias de aislamiento”
Con respecto al reparto, Germán cuenta que el cadete “es un cliente que se ofreció apenas se enteró. Lo hace en bici, es un fenómeno, va a todos lados. Me lo cobra según la distancia, o según pedidos agrupados por zona”.

En una semana donde trabajadoras y trabajadores locales pertenecientes a aplicaciones como Rapi, Glovo, y PedidosYa se sumaron al paro mundial exigiendo material sanitario ante la pandemia, y un aumento del 100 por ciento por cada pedido (cobran 55 pesos las motos y 43 las bicis), los libreros como Perico Pérez y Carolina Musa se mostraron conformes con las cadeterías con las que trabajan.
“Nosotros hicimos un acuerdo con repartidores, y las dos partes estamos contentas”, aseveró el titular de Homo Sapiens, describiendo la modalidad como un conjunto de 8 a 10 pedidos que salen gratuitos en la cuadrícula que comprende Uriburu, Avellaneda, Rondeau y el río, y que salen entre tres y cuatro salidas por la mañana”.

La encargada de Libros Silvestre, por su parte, valora “el gesto” de acompañamiento de la municipalidad. “El envío gratis le gustó a la gente. Igual, nosotros le metimos mucha publi por todas las redes, quiero decir, lo del cadete está bueno pero el esfuerzo de comunicación es muy grande también”.

El virus neoliberal

Las editoriales y librerías, como otros rubros de la economía local y nacional, la vienen peleando antes y después de la pandemia. José Perico Pérez criticó fuertemente el rol de los bancos en la actualidad, incluso siendo cliente. “Bancos como el Francés no están otorgando créditos, y nunca tuvimos problemas con esa entidad. Ellos son los grandes ganadores y especuladores de los últimos años. Hay una gran dificultad en la cadena de pago”, enfatizó.

Perico ya había descrito la herencia económica del macrismo para el sector. “En el caso del libro, hubo una caída de más del 50 por ciento. Las tiradas fueron más chicas, y las reediciones ya no se hicieron de a miles sino de a 300, 500, a demanda. Cerraron editoriales y muchísimas librerías”, contó meses atrás, en una entrevista para el sitio Redacción Rosario. Aún así, y en contexto de otro virus, el librero y editor ve “una lucecita” entre tanto apagón.

Fuente: El Eslabón

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