De origen humilde, hubiera querido estudiar Derecho pero su único sustento fue la abuelita que la crió con lo que pudo, y desde siempre la cosa fue de laburo. Así, Silvana Aguirre se incorporó a la policía santafesina hasta convertirse en una de las agentes que inspira más respeto y temor entre los hombres de la fuerza. Sergio Olguin la describió muy bien: “Los malos le temen, las víctimas acuden a ella y los lectores no podrán dejar de leer sus aventuras en una Rosario tan salvaje como ella”. Se trata del personaje que la escritora Melina Torres (Santa Fe, 1976) desenfundó en Ninfas de otro mundo, el libro de tres cuentos (casi una nouvelle) editado en 2016 por el sello local Ivan Rosado, y que ahora vuelve con toda la polenta en Pobres corazones, un novelón de más de 300 páginas con la editorial multinacional Penguin Randomhouse. 

En el último piso de las torres Dolphine o en la casilla más precaria de una villa en la zona sur, Aguirre pone el cuerpo, la cabeza, y el corazón, sobre todo, a toda la trama de injusticias que desembocan en los crímenes que todos los días llenan las portadas de los diarios locales. Si en Ninfas de otro mundo el paisaje era más rural, litoraleño, Pobres corazones es principalmente una novela urbana, que narra dos casos puntuales, situados desde el centro hasta los márgenes de una Rosario semigobernada por el narcotráfico.  

Al igual que en los primeros relatos, Aguirre está acompañada por su ayudante y fiel amigo, Ulises Herrera. Él es “trolo” y ella “torta”, en una inversión de roles y estereotipos muy bien logrados, basados en el amor, el cuidado y la lealtad. Esta estupenda y divertida dupla le hace frente a todas las causas que le caen a la unidad de Homicidios y, aunque a veces no les corresponda, también se ocupan de crímenes de género, o narcotráfico, metiéndose en problemas con sus propios colegas como subtrama de la novela. Uno de los rasgos humorísticos de esta pareja de policías (al estilo clásico de detectives) es el romanticismo cursi que aflora entre líneas, por ejemplo con la canción de Rosana, A fuego lento, o alguna otra de Sandra y Celeste, o de Sergio Denis. Es que la novela tiene su propia banda de sonido (desde el título nomás), una playlist que quedó fuera de los planes del sello, pero que ya está rockeando los celulares de los lectores por todas partes. 

Además del arma reglamentaria, Silvana Aguirre tiene una lengua filosísima: sus puteadas son antológicas, para anotarlas y ponerlas en uso cada tanto. Porque es una mina que no se come ninguna, se la pasa acomodando a giles y a chetos por igual, y con mucho coraje manda a “lustrar el culo” de cualquiera que se interponga entre ella y la resolución de un crimen, aunque se trate de culos pesados. Con su fortaleza llena de melancolía, el personaje de Aguirre le hace justicia a la construcción subjetiva de una mujer que desafía el tutelaje masculino, y confronta la violencia soberbia de los poderosos sobre los más humildes. Aguirre es un trombo iracundo, malhumorado, porque las injusticias le hierven la sangre; su ira es la ira de los tristes, la de los desamparados, la de los pobres corazones. 

Melina nació en 1976 en Santa Fe y actualmente vive en Rosario. Es licenciada en Comunicación Social de la UNR, y desde hace más de veinte años colabora en diferentes medios periodísticos locales, es productora de documentales y asesora de contenidos audiovisuales. Pobres corazones es su segundo libro y cuenta con la bendición del ya citado Olguín, de Leo Oyola y de Claudia Piñeiro, quien, por su parte, aseguró que esta autora “irrumpe en un género de gran tradición en nuestra literatura, haciéndose cargo de aquellas violencias que en el siglo XXI ya no pueden taparse”. Más allá del canón porteño, Melina Torres se abre camino, junto a autores casi rosarinos como Osvaldo Aguirre y Laura Rossi, el local Marcos Mizzi, y la santafesina Analía Giordanino, en la novela negra de la literatura regional “tan litoraleña –dice Torres– como el Amargo obrero”. 

Nadie es inocente

Hace un par de semanas fue entrevistada nada más y nada menos que por Ricardo Ragendorfer, eminencia dentro del periodismo y del género policial, en la Biblioteca  Nacional. Esa charla es parte del ciclo de podcast  Nadie es inocente, que se estrena en septiembre en la plataforma Contar, de contenidos públicos gratuito. “Adaptaron mi cuento (en formato podcast) El alma va a venir del libro Ninfas de otro mundo. La adaptación la hizo Ricardo Romero (es un reconocido escritor de policiales), y la voz narradora es de Ragendorfer”, explicó la narradora, con entusiasmo. Además, las actuaciones estatá a cargo de Alejandra Flechner, Lautaro Delgado, Guillermo Pfening y Gonzalo Urtizberea.

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