La galería Desmayo inauguró dos muestras simultáneas: “Ginoides Oníricas”, de Celeste Carnovali, y “Mácula”, de Juana Torres. Dibujos y pinturas, separados por una puerta y habitando diferentes áreas de la galería, enfrentan dos líneas dentro de la abstracción de concepciones muy diferentes. Por un lado, Celeste aboga por un dibujo monocromático de línea controlada y precisa; y por otro, Juana nos muestra un conjunto de pinturas gestuales en las que el color adquiere relevancia y las huellas de los materiales se hacen evidentes. A ambas artistas las une su paso por las clínicas de obra que realizara Mauro Guzmán y un sostenido trabajo de taller.

A medio camino entre robots y diseños de moda, los exquisitos dibujos de Celeste se reparten por las paredes de la antigua casona de calle Laprida, devenida hoy en espacio de arte. Ciertos patrones de trazos diminutos hechos con estilógrafos, recuerdan las texturas de la obra de Maximiliano Rossini. El tamaño de los dibujos y el uso de blancos, negros y grises, hacen pensar, a su vez, en los recursos visuales del manga; un tipo de estética en el que las líneas finas abigarradas generan climas de los más diversos. Celeste, además de dibujante es performer, y en su obra pone en diálogo su propio cuerpo en movimiento con este otro cuerpo, el cuerpo utópico y robotizado que representan las figuras de las ginoides de ensueño: seres etéreos y mecanizados. En estas pequeñas obras simétricas, el movimiento se manifiesta en las curvas y contracurvas que se retuercen como telas o papeles finísimos. Estos seres-dibujos, a su vez, dialogan con otro grupo de obras: una serie de papeles plegados, recortados y dispuestos en combinaciones que se intercambian meticulosamente. Se trata de toda una investigación que tiene a la línea recta como centro y a la repetición cómo un patrón que dirige y ordena las composiciones. Las imágenes de Celeste están construidas milimétricamente, pero aun así son tan livianas que parecen bailar.

Según se nos cuenta en el texto de sala, escrito por Nancy Rojas, el título de la muestra de Juana Torres hace referencia a un trastorno ocular. Dicho trastorno altera la percepción de la centralidad de la visión. Esta cualidad, o impedimento, parece trasladarse a la obra de la artista en el momento en que esa centralidad, entendida como el “tema”, en el sentido narrativo, pierde por completo su sentido. Su pintura es un discurrir de la mirada. En ella, los ojos se van posando alternativamente en las distintas formas y colores pero nunca se quedan quietos. En sus trabajos, las texturas y los tintes se disponen de manera tal que nada capta nuestra atención inmediatamente, sino que cada pieza plantea un recorrido que nos aleja de lo obvio. Las manchas superpuestas sobre la hoja, que parecen acompañar las paredes descascaradas de la galería, se nutren de procesos internos que llevan a la artista de una obra hacia la siguiente en un camino siempre intuitivo y orgánico. Las formas sugerentes y enigmáticas, que por momentos se nos tornan ilusoriamente hojas de árboles o agua fluyendo, son el resultado de una serie de estadios. Al momento de pintar, Juana se vale de diversos materiales: lápices de tinta, óleo y grafito de color. En este proceso prescinde del pincel para usar directamente sus manos. Esta manera de trabajar la lleva a accionar directamente sobre el soporte sin mediación. Su cuerpo aparece, entonces, de manera espontánea, estrechando aún más su vínculo físico con el soporte. Un vínculo que se ve enfatizado aún más en sus piezas de gran formato.

La muestra simultánea que reúne “Mácula/ Ginoides Oníricas” puede visitarse hasta el 27 de agosto en la galería Desmayo, de Laprida 627, de miércoles a viernes de 17 a 20 y los sábados de 10 a 13, con cita previa.

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